viernes, 28 de agosto de 2020

MIR: 55 AÑOS JUNTO AL PUEBLO, HACIENDO CONCIENCIA Y LUCHANDO POR LA REVOLUCION – Parte VII


"La izquierda revolucionaria ante el triunfo de la UP se ve enfrentada a un proceso político que no controla, ni dirige, lo que no cuestiona en absoluto sus planteamientos estratégicos fundamentales, transformando su quehacer, desde una actividad netamente combativa en contra de la burguesía, en una actitud vigilante ante las posibles reacciones de la burguesía y el imperialismo en contra del Gobierno Popular, sin perder de vista sus objetivos"
“Documento interno sobre resultado electoral”, septiembre 1970


El MIR y el momento previo al período prerrevolucionario: el trabajo propio, la UP y lo electoral

En consonancia con el sentir de los sectores populares, que el MIR recogía a través del trabajo político al interior de los frentes; los diversos riesgos que conllevaban; y también las conversaciones entre el partido y la Unidad Popular UP, realizadas a un alto nivel desde diciembre 1969 y donde participaron Salvador Allende y Miguel Enríquez, el MIR decide suspender sus operaciones de expropiaciones armadas en marzo del 70. La última acción de éste tipo fue el 23/2/70, cuando el "Comando Rigoberto Zamora" expropia el Banco Nacional del Trabajo, del grupo Said-Kattan. Entonces, se informa que: “El MIR devolverá a todos los obreros y campesinos del país ese dinero, invirtiéndolo en armas y en organizar los aparatos armados necesarios para devolver (…) lo que les han robado todos los patrones (…), o sea, para hacer un gobierno obrero y campesino que construya el socialismo en Chile” (PF Nº 99, 3/3/70). El accionar de propaganda armada se suspendería, definitivamente, a fines de junio de 1970.

No obstante, la detención de las acciones ‘especiales’ no implicaba que el quehacer interno en éste ámbito lo hiciese. Conducido estrechamente por Miguel y la Dirección Nacional, éste se diversifica. Al tiempo que se continúa construyendo fuerza especial propia, se trabaja en la perspectiva de defender un eventual triunfo de la izquierda. Encabezado por Luciano, se inicia el trabajo de inteligencia contra la conspiración de la derecha y el gobierno yanqui para impedir el triunfo de Allende; se prosigue el trabajo político clandestino y de reclutamiento al interior de las diversas ramas de las FFAA y de Orden; comienza a construirse armamento casero en talleres propios; se fortalecen las unidades operativas; se acomete la constitución de milicias en los frentes dentro de un plan general de enfrentamiento ante un posible Golpe Militar, etc.

En relación con las tareas mencionadas, luego de amplias conversaciones con Allende y de conocerse planes de ataques reaccionarios en su contra (la CIA y transnacionales financian y equipan a comandos derechistas y uniformados golpistas tipo Viaux, ver telegrama del Dpto. Estado EEUU, abril 70), en los meses finales de la campaña (julio-agosto de 1970) el MIR asume la tarea de formar su primer Dispositivo de Seguridad (conocido después como GAP), lo que además le permitió acceder a recursos, infraestructura y entrenamiento militares. Quienes aportaron a la organización e instrucción de este primer dispositivo fueron comandos Boinas Negras, que habían sido expulsados del Ejército entre 1969-1970 por sus vínculos con el MIR. Algunos de estos también estaban ligados al PS, como era el caso del compañero Mario Melo Pradenas, ex teniente de las Fuerzas Especiales castrenses, el que luego de disgregarse el primer GAP, a comienzos del 71, continuó apoyando en tareas de adiestramiento a militantes del partido. Luego del Golpe Militar, 8 de esos compañeros exuniformados serían asesinados y 3 permanecen como desaparecidos, todos a manos de sus otrora colegas (Ver caso de Melo, un detenido desaparecido hasta hoy, en memoriaviva.com).

En el plano del trabajo político semi-abierto (recordemos que el MIR aún permanecía en la clandestinidad, luego de ser proscrito por el gobierno DC en junio 69), se aprovechó la agudización experimentada por la lucha de clases en el período y la coyuntura electoral de 1970 para penetrar en los sectores más radicalizados del movimiento popular. En este punto, el partido sostenía que el triunfo electoral UP, en septiembre de 1970 y la llegada al gobierno de Salvador Allende, en noviembre del mismo año, podría constituir un, “excelente punto de partida para la lucha directa por la conquista del poder por los trabajadores, que incorporando nuevos contingentes de masas y bajo nuevas formas de lucha, con seguridad terminará en un enfrentamiento entre los explotadores nacionales y extranjeros por un lado y los trabajadores por el otro.” (El MIR y el triunfo de Salvador Allende, 09/1970).

Con todo, en un análisis más detallado de las propuestas estratégicas y programáticas de la UP, el MIR tenía claro la esencia y limitaciones históricas del conglomerado. Así, se lo definía como un aspirante a un gobierno pequeño burgués reformista de izquierda, expresión de una alianza entre restos burgueses de un viejo bloque histórico dominante (fracción P. Izquierda Radical del P. Radical), el reformismo pequeñoburgués (Allende, tecnocracia y burocracia UP), el reformismo obrero (P. Comunista) y el centrismo de izquierda (P. Socialista y el MAPU). En un comienzo, su base de apoyo social era amplia e incluía a importantes sectores de la pequeña burguesía, de la clase obrera y pobres del campo y la ciudad. El proyecto político de la UP fue, en su esencia y en la práctica, un modelo reformista, de cambios graduales dentro del Estado de clase, lo que se expresaba en su celosa mantención y respeto del orden burgués, además de buscar el resguardo de su gobierno mediante una alianza con una fracción de la clase dominante.

Por el contrario, la estrategia del MIR reconocía la existencia en América Latina, y por ende también en Chile, de un bloque en el poder constituido por intereses imperialistas, en especial norteamericanos, y por las clases dominantes internas, ligados estrechamente por sus compromisos económicos, políticos y militares. Para el MIR, las contradicciones que atravesaban a los dos componentes del bloque en el poder no eran antagónicas, sino que estas sólo tenían relación con las formas y montos de las cuotas que les correspondían en el botín de explotación. Pero, por sobre estas contradicciones, prevalecía el interés común por mantener el sistema de dominación y explotación sobre el que se sustentaba su poder y su riqueza. Este marco referencial hizo que el Programa mirista se definiera como antiimperialista, anticapitalista y socialista. Para el partido, la composición del bloque dominante y la magnitud de sus intereses hacían inviable una estrategia de ocupación gradual de espacios al interior de la institucionalidad burguesa para, a partir de ello, avanzar al socialismo, como lo sostenía el conglomerado de partidos aglutinados en la UP. Esta percepción diferente del carácter que asumía la lucha de clases en Chile llevó a los más ácidos y violentos enfrentamientos entre el MIR y sectores más tradicionales dentro de la UP durante el período 19701973.

Ahora, ante la pregunta: ¿cuál será la reacción de la burguesía cuando los trabajadores intenten adueñarse de la tierra y las fábricas?, hecha por la dirección mirista poco después del triunfo de Allende en las urnas (4/9/70), su respuesta era “clara y categórica” (y premonitoria):

“La burguesía y el imperialismo defenderán a muerte sus intereses, que son los que le da existencia como clase. Cuando los trabajadores sean los dueños de la tierra y de las fábricas, no necesitarán a la burguesía ni al imperialismo (al contrario), de lo que podemos deducir que la burguesía no firmará voluntariamente su acta de defunción. / La burguesía y el imperialismo tienen sus organismos de defensa (sus aparatos represivos) y usará la fuerza armada para definir cualquier situación que atente en contra de sus privilegios, por eso es válido nuestro planteamiento que dice lo siguiente: / ‘La solución a los problemas de Chile es sustituir el sistema capitalista dependiente por un sistema socialista. Pero, el establecimiento de este sistema, por su carácter antagónico con el capitalismo, se obtendrá después de un agudo enfrentamiento de clases, enfrentamiento que tiene por objetivo destruir a la clase dominante (la burguesía) y a los instrumentos con los cuales ésta domina (Estado, FF.AA.). Este enfrentamiento, en definitiva, será un enfrentamiento armado, por lo cual nos preparamos para luchar con el pueblo, nos preparamos para organizar al pueblo (...)” (“Documento interno sobre resultado electoral”, MIR, septiembre 70).

De cara a lo electoral, el MIR siempre fue claro en rechazar las elecciones como una vía posible para el acceso popular al poder político. Las consideraba, “la renovación formal de las partes constitutivas” del Estado burgués, asumiendo que, “Toda la superestructura legal y jurídica de la sociedad actual fue construida por la clase dominante según sus necesidades, y los límites de ella fueron establecidos para la conservación del poder en sus manos”. Por ello, “Toda otra ilusión de pretender competir por la conquista del poder en ese terreno, no sólo es una soberana imbecilidad, sino también una búsqueda de la derrota por anticipado”. En la práctica:

“quienes se propongan combatir, no sólo al capital extranjero, sino también a sus más íntimos aliados y representantes nacionales: las burguesías industrial y agraria; quienes combatan contra el imperialismo y contra el capitalismo también; (…) los que en definitiva estén por una revolución fundamentalmente socialista, deben rechazar las elecciones y desarrollarse al margen y en contra de ellas, como expresión de la legalidad que pretenden destruir” (“Posición del MIR: elecciones, no; lucha armada único camino”, enero 1969).   

Dicha posición, si se observa con atención, no cambia en los meses previos a la elección de Allende. De hecho, refrendando que el MIR no se subía por atrás al carro de la victoria UP, declara que:

“En mayo de este año [1970] nos propusimos públicamente no llamar a la abstención, no desarrollar actividades electorales propiamente tales y no dedicarnos a la búsqueda de votos por los clásicos métodos de la Izquierda; así lo hicimos. Como lo afirmáramos entonces, desarrollamos una intensa actividad política en los sectores más empobrecidos del movimiento de masas y pusimos nuestro esfuerzo en empujar las movilizaciones de los trabajadores por sus reivindicaciones por métodos revolucionarios. En la medida de nuestras fuerzas lo hicimos en las luchas obreras (…), entre los campesinos (…), entre los mapuches (…), entre los obreros del carbón, los textiles (…), entre los pobladores en las tomas (…), y entre los estudiantes secundarios y universitarios a lo largo de todo el país. Como lo dijimos en mayo y en agosto [de 1970], desarrollamos nuestros nacientes aparatos armados y los pusimos al servicio de una eventual defensa de un triunfo electoral de la Izquierda. Así fue durante 1970, así fue el 4 de septiembre y así es actualmente” (El MIR y el triunfo de Salvador…).

Desde la elección del presidente Allende, el MIR definió su relación con éste como una alianza informal de “apoyo crítico”. Fue una interacción compleja, de unidad estratégica en el objetivo común de construir un Chile socialista y una democracia revolucionaria, y -a la vez- de fuertes tensiones por las discrepancias tácticas sobre cómo hacerlo.

Pero he aquí una línea de crítica histórica, que alcanza hasta hoy, debido a la declinación del MIR a alentar la campaña electoral de la UP, a integrarse a esta o bien en tareas gubernamentales, además de parecerles bastante soso aquello de un ‘apoyo crítico’. Al parecer, el origen de dicha queja proviene de quienes se alejaron del partido a mediados del 69 (ofuscados por la materialización de lo planteado en el documento Posición del MIR: elecciones, no; lucha armada único camino”), en especial centristas y trotskistas, destacándose entre estos últimos Luis Vitale, quien en su Historia del MIR, asevera que:

“(…) el MIR cometió uno de los mayores errores políticos de su historia al no llamar a votar por la candidatura popular de Allende, insertándose en las bases de sus miles de comités independientes, de los cuales pudo haber emergido como un partido de cuadros con gran apoyo e influencia en los sectores populares y en las bases de los partidos de izquierda. Sus 2500 militantes podrían haberse multiplicado si se hubiera acordado esa posición táctica” (p. 29).

Aún en la actualidad, a 50 años del triunfo de Allende, se puede escuchar a compañeros, inclusive de raigambre mirista, considerando como un error en la política del MIR su no adscripción sin más a las políticas de la UP y su proyecto reformista.

Unos y otros caen en las mismas falacias y errores en cuanto al escarnio al que someten al MIR por su aparente desamor por el gobierno allendista. Sin duda, la causa es su ignorancia política y sobre el período.

La principal falla de los fustigadores del MIR sobre el particular consiste en creer, sin una reflexión política de fondo, que la UP estaba deseosa por empujar a la mayoría popular de trabajador@s, campesinos, pobladores y capas medias asalariadas por la senda de un cambio radical que les condujese al Socialismo. En realidad, el período prerrevolucionario fue una carrera contra el tiempo para el MIR y los sectores revolucionarios, los cuales intentaban –efectivamente- impulsar tal orientación al interior del pueblo; en circunstancias que, esa misma disposición, era postergada y hasta reprimida por gran parte de la UP.

De haber aceptado el MIR apoyar acríticamente a la UP, de integrarse inclusive en tareas de gobierno, habría comprometido las tareas estratégicas que se venía planteando desde su creación. No hubiese podido libremente desarrollar su política de construcción de embriones de Poder Popular: las Asambleas Populares (como la Asamblea del Pueblo levantada en Concepción, julio 72); los Comandos Comunales y Provinciales, y sus símiles en el ámbito Campesino; los Cordones Industriales; los Comités de Abastecimiento Populares; proyectos que prefiguraban la nueva sociedad socialista en espacios poblacionales, como el de ‘Nueva La Habana’; etc. No podría haber impulsado un nuevo ciclo de acciones directas de campesinos, trabajador@s, estudiantes y mapuche, desplegadas en el período prerrevolucionario contra intereses patronales y que la UP atacó; hubiera sido imposible para el MIR llamar a la reagrupación de los revolucionarios de dentro y fuera de la UP cuando, a fines del 72, la burguesía evidencia su golpismo (y frente al cual la UP hizo la vista gorda o lo minimizo), etc. ¡Y para qué hablar sobre atreverse a insinuar algo de su estrategia de Guerra Popular!

Finalmente, los potenciales ‘aliados’ evidentemente no deseaban uno del estilo del MIR. Una prueba irrefutable de ello fue el asesinato a manos de integrantes de las JJCC del compañero Arnoldo Ríos Maldonado, un mirista y estudiante de la U de C, en diciembre de 1970. Y vaya, vaya lo que decían sobre el MIR los medios oficiosos de la izquierda tradicional: “Por supuesto que en la integración de los organismos de la campaña [de la UP] (…) nada tienen que hacer los ultraizquierdistas, ni como grupos ni individualmente. Ellos no tienen interés en fortalecer las posiciones de las fuerzas antiimperialistas y antioligárquicas”, El Siglo, 8/2/70. Huelgan los comentarios.      


Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR

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