"La
izquierda revolucionaria ante el triunfo de la UP se ve enfrentada a un proceso
político que no controla, ni dirige, lo que no cuestiona en absoluto sus planteamientos
estratégicos fundamentales, transformando su quehacer, desde una actividad
netamente combativa en contra de la burguesía, en una actitud vigilante ante
las posibles reacciones de la burguesía y el imperialismo en contra del Gobierno
Popular, sin perder de vista sus objetivos"
–“Documento interno sobre resultado electoral”, septiembre 1970
El MIR y el momento previo al período prerrevolucionario: el trabajo
propio, la UP y lo electoral
En consonancia con el sentir de los sectores populares,
que el MIR recogía a través del trabajo político al interior de los frentes;
los diversos riesgos que conllevaban; y también las conversaciones entre el
partido y la Unidad Popular UP, realizadas a un alto nivel desde diciembre 1969
y donde participaron Salvador Allende y
Miguel Enríquez, el MIR decide suspender sus operaciones de expropiaciones armadas
en marzo del 70. La última acción de éste tipo fue el 23/2/70, cuando el "Comando
Rigoberto Zamora" expropia el Banco Nacional del Trabajo, del grupo
Said-Kattan. Entonces, se informa que: “El
MIR devolverá a todos los obreros y campesinos del país ese dinero,
invirtiéndolo en armas y en organizar los aparatos armados necesarios para
devolver (…) lo que les han robado todos los patrones (…), o sea, para hacer un
gobierno obrero y campesino que construya el socialismo en Chile” (PF Nº 99, 3/3/70). El accionar de
propaganda armada se suspendería, definitivamente, a fines de junio de 1970.
No
obstante, la detención de las acciones ‘especiales’ no implicaba que el quehacer
interno en éste ámbito lo hiciese. Conducido estrechamente por Miguel y la Dirección
Nacional, éste se diversifica. Al tiempo que se continúa construyendo fuerza especial
propia, se trabaja en la perspectiva de defender un eventual triunfo de la izquierda.
Encabezado por Luciano, se inicia el trabajo de inteligencia contra la
conspiración de la derecha y el gobierno yanqui para impedir el triunfo de
Allende; se prosigue el trabajo político clandestino y de reclutamiento al
interior de las diversas ramas de las FFAA y de Orden; comienza a construirse
armamento casero en talleres propios; se fortalecen las unidades operativas; se
acomete la constitución de milicias en los frentes dentro de un plan general de
enfrentamiento ante un posible Golpe Militar, etc.
En
relación con las tareas mencionadas, luego de amplias conversaciones con
Allende y de conocerse planes de ataques reaccionarios en su contra (la CIA y
transnacionales financian y equipan a comandos derechistas y uniformados
golpistas tipo Viaux, ver telegrama del Dpto. Estado EEUU, abril 70), en
los meses finales de la campaña (julio-agosto de 1970) el MIR asume la tarea de
formar su primer Dispositivo de Seguridad (conocido después como GAP), lo que
además le permitió acceder a recursos, infraestructura y entrenamiento militares.
Quienes aportaron a la organización e instrucción de este primer dispositivo
fueron comandos Boinas Negras, que habían sido expulsados del Ejército entre 1969-1970
por sus vínculos con el MIR. Algunos de estos también estaban ligados al PS,
como era el caso del compañero Mario
Melo Pradenas, ex teniente de las Fuerzas Especiales castrenses, el que luego
de disgregarse el primer GAP, a comienzos del 71, continuó apoyando en tareas
de adiestramiento a militantes del partido. Luego del Golpe Militar, 8 de esos compañeros
exuniformados serían asesinados y 3 permanecen como desaparecidos, todos a
manos de sus otrora colegas (Ver caso de Melo, un detenido desaparecido hasta
hoy, en memoriaviva.com).
En el
plano del trabajo político semi-abierto (recordemos que el MIR aún permanecía en
la clandestinidad, luego de ser proscrito por el gobierno DC en junio 69), se aprovechó
la agudización experimentada por la lucha de clases en el período y la
coyuntura electoral de 1970 para penetrar en los sectores más radicalizados del
movimiento popular. En este punto, el partido sostenía que el triunfo electoral
UP, en septiembre de 1970 y la llegada al gobierno de Salvador Allende, en
noviembre del mismo año, podría constituir un, “excelente punto de partida para la lucha directa por la conquista del
poder por los trabajadores, que incorporando nuevos contingentes de masas y
bajo nuevas formas de lucha, con seguridad terminará en un enfrentamiento entre
los explotadores nacionales y extranjeros por un lado y los trabajadores por el
otro.” (El MIR y el triunfo de Salvador
Allende,
09/1970).
Con
todo, en un análisis más detallado de las propuestas estratégicas y
programáticas de la UP, el MIR tenía claro la esencia y limitaciones históricas
del conglomerado. Así, se lo definía como un aspirante a un gobierno pequeño
burgués reformista de izquierda, expresión de una alianza entre restos
burgueses de un viejo bloque histórico dominante (fracción P. Izquierda Radical
del P. Radical), el reformismo pequeñoburgués (Allende, tecnocracia y burocracia
UP), el reformismo obrero (P. Comunista) y el centrismo de izquierda (P.
Socialista y el MAPU). En un comienzo, su base de apoyo social era amplia e incluía
a importantes sectores de la pequeña burguesía, de la clase obrera y pobres del
campo y la ciudad. El proyecto político de la UP fue, en su esencia y en la práctica,
un modelo reformista, de cambios graduales dentro del Estado de clase, lo que
se expresaba en su celosa mantención y respeto del orden burgués, además de buscar
el resguardo de su gobierno mediante una alianza con una fracción de la clase
dominante.
Por el
contrario, la estrategia del MIR reconocía la existencia en América Latina, y
por ende también en Chile, de un bloque en el poder constituido por intereses
imperialistas, en especial norteamericanos, y por las clases dominantes internas,
ligados estrechamente por sus compromisos económicos, políticos y militares.
Para el MIR, las contradicciones que atravesaban a los dos componentes del bloque
en el poder no eran antagónicas, sino que estas sólo tenían relación con las
formas y montos de las cuotas que les correspondían en el botín de explotación.
Pero, por sobre estas contradicciones, prevalecía el interés común por mantener
el sistema de dominación y explotación sobre el que se sustentaba su poder y su
riqueza. Este marco referencial hizo que el Programa mirista se definiera como antiimperialista,
anticapitalista y socialista. Para el partido, la composición del bloque dominante
y la magnitud de sus intereses hacían inviable una estrategia de ocupación gradual
de espacios al interior de la institucionalidad burguesa para, a partir de
ello, avanzar al socialismo, como lo sostenía el conglomerado de partidos
aglutinados en la UP. Esta percepción diferente del carácter que asumía la
lucha de clases en Chile llevó a los más ácidos y violentos enfrentamientos
entre el MIR y sectores más tradicionales dentro de la UP durante el período
1970‐1973.
Ahora, ante
la pregunta: ¿cuál será la reacción de la burguesía cuando los trabajadores
intenten adueñarse de la tierra y las fábricas?, hecha por la dirección mirista
poco después del triunfo de Allende en las urnas (4/9/70), su respuesta era “clara y categórica” (y premonitoria):
“La
burguesía y el imperialismo defenderán a muerte sus intereses, que son los que
le da existencia como clase. Cuando los trabajadores sean los dueños de la
tierra y de las fábricas, no necesitarán a la burguesía ni al imperialismo (al
contrario), de lo que podemos deducir que la burguesía no firmará voluntariamente
su acta de defunción. / La burguesía y el imperialismo tienen sus organismos de
defensa (sus aparatos represivos) y usará la fuerza armada para definir cualquier
situación que atente en contra de sus privilegios, por eso es válido nuestro
planteamiento que dice lo siguiente: / ‘La solución a los problemas de Chile es
sustituir el sistema capitalista dependiente por un sistema socialista. Pero,
el establecimiento de este sistema, por su carácter antagónico con el
capitalismo, se obtendrá después de un agudo enfrentamiento de clases,
enfrentamiento que tiene por objetivo destruir a la clase dominante (la
burguesía) y a los instrumentos con los cuales ésta domina (Estado, FF.AA.).
Este enfrentamiento, en definitiva, será un enfrentamiento armado, por lo cual
nos preparamos para luchar con el pueblo, nos preparamos para organizar al
pueblo (...)” (“Documento interno sobre resultado electoral”,
MIR, septiembre 70).
De cara
a lo electoral, el MIR siempre fue claro en rechazar las elecciones como una
vía posible para el acceso popular al poder político. Las consideraba, “la renovación formal de las partes
constitutivas” del Estado burgués, asumiendo que, “Toda la superestructura legal y jurídica de la sociedad actual fue
construida por la clase dominante según sus necesidades, y los límites de ella
fueron establecidos para la conservación del poder en sus manos”. Por ello,
“Toda otra ilusión de pretender competir
por la conquista del poder en ese terreno, no sólo es una soberana imbecilidad,
sino también una búsqueda de la derrota por anticipado”. En la práctica:
“quienes
se propongan combatir, no sólo al capital extranjero, sino también a sus más
íntimos aliados y representantes nacionales: las burguesías industrial y
agraria; quienes combatan contra el imperialismo y contra el capitalismo
también; (…) los que en definitiva estén por una revolución fundamentalmente
socialista, deben rechazar las elecciones y desarrollarse al margen y en contra
de ellas, como expresión de la legalidad que pretenden destruir” (“Posición
del MIR: elecciones, no; lucha armada único camino”, enero 1969).
Dicha
posición, si se observa con atención, no cambia en los meses previos a la elección
de Allende. De hecho, refrendando que el MIR no se subía por atrás al carro de
la victoria UP, declara que:
“En
mayo de este año [1970] nos propusimos públicamente no llamar a
la abstención, no desarrollar actividades electorales propiamente tales y no
dedicarnos a la búsqueda de votos por los clásicos métodos de la Izquierda; así
lo hicimos. Como lo afirmáramos entonces, desarrollamos una intensa actividad
política en los sectores más empobrecidos del movimiento de masas y pusimos
nuestro esfuerzo en empujar las movilizaciones de los trabajadores por sus
reivindicaciones por métodos revolucionarios. En la medida de nuestras fuerzas
lo hicimos en las luchas obreras (…), entre los campesinos (…), entre los
mapuches (…), entre los obreros del carbón, los textiles (…), entre los
pobladores en las tomas (…), y entre los estudiantes secundarios y
universitarios a lo largo de todo el país. Como lo dijimos en mayo y en agosto
[de
1970],
desarrollamos nuestros nacientes aparatos armados y los pusimos al servicio de
una eventual defensa de un triunfo electoral de la Izquierda. Así fue durante
1970, así fue el 4 de septiembre y así es actualmente” (El MIR y el triunfo de Salvador…).
Desde la
elección del presidente Allende, el MIR definió su relación con éste como una
alianza informal de “apoyo crítico”. Fue una interacción compleja, de unidad
estratégica en el objetivo común de construir un Chile socialista y una
democracia revolucionaria, y -a la vez- de fuertes tensiones por las
discrepancias tácticas sobre cómo hacerlo.
Pero he
aquí una línea de crítica histórica, que alcanza hasta hoy, debido a la declinación
del MIR a alentar la campaña electoral de la UP, a integrarse a esta o bien en tareas
gubernamentales, además de parecerles bastante soso aquello de un ‘apoyo
crítico’. Al parecer, el origen de dicha queja proviene de quienes se alejaron
del partido a mediados del 69 (ofuscados por la materialización de lo planteado
en el documento “Posición del MIR:
elecciones, no; lucha armada único camino”), en especial centristas
y trotskistas, destacándose entre estos últimos Luis Vitale, quien en su Historia del MIR, asevera que:
“(…)
el MIR cometió uno de los mayores errores políticos de su historia al no llamar
a votar por la candidatura popular de Allende, insertándose en las bases de sus
miles de comités independientes, de los cuales pudo haber emergido como un
partido de cuadros con gran apoyo e influencia en los sectores populares y en
las bases de los partidos de izquierda. Sus 2500 militantes podrían haberse
multiplicado si se hubiera acordado esa posición táctica” (p. 29).
Aún en
la actualidad, a 50 años del triunfo de Allende, se puede escuchar a compañeros,
inclusive de raigambre mirista, considerando como un error en la política del
MIR su no adscripción sin más a las políticas de la UP y su proyecto
reformista.
Unos y
otros caen en las mismas falacias y errores en cuanto al escarnio al que
someten al MIR por su aparente desamor por el gobierno allendista. Sin duda, la
causa es su ignorancia política y sobre el período.
La principal
falla de los fustigadores del MIR sobre el particular consiste en creer, sin
una reflexión política de fondo, que la UP estaba deseosa por empujar a la mayoría
popular de trabajador@s, campesinos, pobladores y capas medias asalariadas por
la senda de un cambio radical que les condujese al Socialismo. En realidad, el
período prerrevolucionario fue una carrera contra el tiempo para el MIR y los
sectores revolucionarios, los cuales intentaban –efectivamente- impulsar tal
orientación al interior del pueblo; en circunstancias que, esa misma disposición,
era postergada y hasta reprimida por gran parte de la UP.
De haber
aceptado el MIR apoyar acríticamente a la UP, de integrarse inclusive en tareas
de gobierno, habría comprometido las tareas estratégicas que se venía
planteando desde su creación. No hubiese podido libremente desarrollar su
política de construcción de embriones de Poder Popular: las Asambleas Populares
(como la Asamblea del Pueblo levantada en Concepción, julio 72); los Comandos
Comunales y Provinciales, y sus símiles en el ámbito Campesino; los Cordones
Industriales; los Comités de Abastecimiento Populares; proyectos que
prefiguraban la nueva sociedad socialista en espacios poblacionales, como el de
‘Nueva La Habana’; etc. No podría haber impulsado un nuevo ciclo de acciones
directas de campesinos, trabajador@s, estudiantes y mapuche, desplegadas en el
período prerrevolucionario contra intereses patronales y que la UP atacó; hubiera
sido imposible para el MIR llamar a la reagrupación de los revolucionarios de
dentro y fuera de la UP cuando, a fines del 72, la burguesía evidencia su
golpismo (y frente al cual la UP hizo la vista gorda o lo minimizo), etc. ¡Y para
qué hablar sobre atreverse a insinuar algo de su estrategia de Guerra Popular!
Finalmente,
los potenciales ‘aliados’ evidentemente no deseaban uno del estilo del MIR. Una
prueba irrefutable de ello fue el asesinato a manos de integrantes de las JJCC
del compañero Arnoldo Ríos Maldonado,
un mirista y estudiante de la U de C, en diciembre de 1970. Y vaya, vaya lo que
decían sobre el MIR los medios oficiosos de la izquierda tradicional: “Por supuesto que en la integración de los
organismos de la campaña [de la UP] (…) nada tienen que hacer los
ultraizquierdistas, ni como grupos ni individualmente. Ellos no tienen interés
en fortalecer las posiciones de las fuerzas antiimperialistas y
antioligárquicas”, El Siglo, 8/2/70. Huelgan los
comentarios.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR
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