“El
MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase obrera y
capas oprimidas de Chile que buscan la emancipación nacional y social. (…) se considera
(…) heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el continuador de la
trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren (…). [Su] finalidad es el derrocamiento del sistema
capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigidos
por los órganos del poder proletario, cuya tarea será construir el socialismo
(…). La destrucción del capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de
las clases antagónicas” –Declaración de Principios del MIR, 15 de agosto de 1965
El Congreso de Unidad Revolucionaria y nacimiento del MIR: 14 y 15
de agosto de 1965
Si bien la historia del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR tiene como fecha de
inicio cronológico el 15 de agosto de 1965, en que se oficializa su
constitución ante el movimiento popular y la opinión pública chilena, es
importante subrayar que su origen no es el producto de una situación específica
o del actuar de hombres aislados. A la formación de ésta inédita organización
revolucionaria le antecede un proceso de desarrollo y decantación ideológica,
práctica política y reagrupamientos que confluyen en un momento histórico
concreto a la constitución de la misma y que intentamos resumir antes.
Miguel y
otros jóvenes rebeldes, desde la revista Vanguardia, fueron activos
convocantes de sectores y militantes revolucionarios a fin que participaran en
el Congreso de Unidad Revolucionaria
que se realizaría en Santiago, el 14 y
15 de agosto de 1965, y cuya Comisión Organizadora era dirigida por el
destacado líder sindical Clotario Blest.
Asimismo, representantes de Vanguardia
Revolucionaria Marxista-Rebelde VRM-R (El
Rebelde Nº 31) y del Partido
Socialista Popular PSP llamaban el mes anterior a constituir el, "partido unido de las fuerzas revolucionarias".
El Congreso
Constituyente se realiza los días mencionados, en un local de la Federación del Cuero y Calzado -con
influencia de compañeros anarquistas del grupo "Libertario",
encabezado por el también dirigente nacional de la CUT Ernesto Miranda- ubicado en calle San Francisco Nº 269. Asisten
cerca de 90 delegados de diversos lugares del país (los de la zona norte no
pudieron llegar por problemas de locomoción), la gran mayoría procede de
Santiago y Concepción. Estos últimos viajaron durante toda la noche anterior en
una destartalada "micro" de recorrido local penquista; las peripecias
en el camino les hicieron llegar tarde.
L@s asistentes
representaban a diversas organizaciones políticas y sociales de la izquierda
revolucionaria: VRM-R, donde
destacaban los tres Enríquez Espinosa, el Bauchi, Luciano, ‘Bombita’, Andrés
Pascal Allende, el Trotsko Fuentes, etc.; el Partido Socialista Popular PSP, integrado fundamentalmente por
sectores trotskistas; cuadros del movimiento sindical clasista con Clotario a
la cabeza, pero donde también destacaban Humberto
Valenzuela y Herminia Concha; un
grupo escindido del PSR, liderado
por Norman Gamboa y Patricio Figueroa; compañer@s
desligad@s de los Partidos Comunista y Socialista; y vari@s independientes. Con
todo, el MIR no llegaba a representar a más de medio millar de militantes. Pero
la importancia de su fundación no estuvo en el número, sino en el hecho de que
logró dar respuesta a la necesidad histórica de contar con una propuesta
revolucionaria coherente y fue el primer paso de una dinámica de confluencia
política que perduró y se extiende –con las vicisitudes conocidas por tod@s- por
más de 5 décadas.
Se
eligió un Comité Central de 21 integrantes, cupos que estaban predefinidos antes
del congreso: las dos principales organizaciones convocantes (VRM-R y el PSP) tendrían
10 miembros cada una, más la inclusión de Clotario Blest. Este Comité estuvo
integrado, entre otros, por Clotario
Blest, Humberto Valenzuela, Luis Vitale, Oscar Waiss, Gabriel Smirnow, Dantón
Chelén, Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen, Edgardo Condeza, Jorge
Cereceda, Martín Salas, el “Pelao” Zapata, Luciano Cruz, Mario Lobos y Mondiola.
Posteriormente, el CC eligió como Secretario
General al compañero Enrique Sepúlveda. En tanto, el Secretariado Nacional quedó integrado por Sepúlveda, Smirnow,
Chelén, Waiss y Valenzuela.
Se aprobó
una Declaración
de Principios, cuyo borrador fue redactado por Luis Vitale; un Programa estratégico y coyuntural de
lucha, propuesto por Clotario Blest, el PSP y VRM; unas bases de
organización y estructura interna del MIR y una Tesis Insurreccional, redactada por Miguel y Marco Antonio Enríquez y
leída por Miguel, hecho inédito en la historia de los partidos de la
izquierda chilena, pues en ninguno de sus congresos fue aprobada jamás una
tesis insurreccional. En dichas tesis se reivindicaban las formas armadas e
insurreccionales como un camino de lucha necesario para derrocar el poder
burgués en nuestra formación social.
La Declaración
de Principios tuvo aspectos teóricos y programáticos tan trascendentes que aun después
de 55 años mantienen vigencia, a contracorriente de las posteriores fracciones ‘renovadas’
y de los que en un tono triunfalista –pero efímero- proclaman la obsolescencia
del marxismo y hasta de la lucha de clases, aparentando ignorar que bajo el dominio
del capital monopólico-financiero las desigualdades sociales son más agudas que
en los ‘buenos’ tiempos del capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial o
del ‘Estado de compromiso’.
La novel
organización levantó una concepción programática y estratégica revolucionaria que
se diferenció radicalmente de las concepciones vigentes en la Izquierda
tradicional. Se caracterizó a Chile como “un
país semicolonial, de desarrollo
capitalista atrasado, desigual y combinado”, lo que más adelante se enriqueció
con la concepción del “capitalismo
dependiente”, pero que desde los 90 sería corregida y actualizada por los
aportes de las teorías posestructuralistas. Se constató que la inexistencia de
una burguesía nacional progresista hacía recaer en la alianza de los obreros,
los campesinos y los sectores medios empobrecidos la lucha por las tareas
democráticas, la reforma agraria y los objetivos antiimperialistas, para avanzar
en un proceso ininterrumpido y simultáneo en las tareas socialistas de la revolución.
Se esclarecía que este programa sólo podría realizarse derrocando el gobierno
de la burguesía, liquidando su aparato estatal y represivo, y reemplazando el
poder burgués por una democracia proletaria directa sustentada en los órganos
de poder y las milicias armadas de obreros y campesinos. Se reiteró la
necesidad de construir una vanguardia revolucionaria que condujera la lucha, la
que se concibió como un partido marxista-leninista organizado según los
principios del centralismo democrático.
Complementando
lo anterior, el programa para Chile planteaba: a) Nacionalización sin
indemnización de las empresas de cobre, salitre, hierro, electricidad,
teléfonos, bancos y grandes casas comerciales; b) Ruptura de los pactos que nos
atan al imperialismo; c) Desconocimiento de la Deuda externa; d) Revolución
Agraria; e) reivindicaciones coyunturales para los explotados y oprimidos y un
diseño de sociedad socialista alternativa.
Finalmente,
la asamblea de representantes señaló el carácter internacional de los procesos
revolucionarios. Respecto de esto, poco después, en la revista Estrategia, que serviría como medio de
difusión político-ideológica del MIR (Nº 1, noviembre de 1965), se establecería
que: “cuatro rasgos esenciales
caracterizan la actual situación Latinoamericana”. Estos tenían que ver
con: a) el cambio de táctica del imperialismo Yanqui, el que –al carecer de
recursos suficientes- cambiaría su política de “Alianza para el Progreso” por
los golpes militares para contener los procesos revolucionarios, lo que dejaría
en la estacada a los reformistas y nacionalistas y su camino electoral y
pacífico; b) la crisis de los gobiernos “constitucionales”, que luego del Golpe
de Brasil –del 64- mostraba que las burguesías del subcontinente no estaban
dispuestas a gobiernos “populares”, que despertaban peligrosos anhelos en los
sectores populares; c) el progreso del movimiento insurreccional y guerrillero,
que se consolidaba desde el ejemplo cubano hasta Perú, se enraizaban en el
campesinado y asumía las experiencias de las revoluciones china, argelina y africanas;
y d) destaca la formación de movimientos revolucionarios de nuevo tipo durante
el último lustro, lo que abría la posibilidad real, “de superar la crisis de dirección del proletariado latinoamericano”,
y añadía, “La Revolución Cubana provocó
la crisis de los partidos tradicionales de la clase obrera (PC y PS) y de los
movimientos nacionalistas burgueses y pequeño-burgueses”, siendo la prueba de
ello que la gran mayoría de los movimientos insurreccionales de entonces escapaban
al control de estos.
Pese al
ánimo unitario y democrático de éste Congreso fundacional, se hicieron notar en
las discusiones y hasta en los acuerdos conseguidos las diferencias entre
grupos políticos con historias distintas y de diferentes generaciones. Ya
entonces se podían distinguir dos sectores, como lo apuntara Miguel años
después (“Algunos Antecedentes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria; 1965/1971”, 1971):
a) Uno Tradicional, de la ‘vieja’ generación:
trotskistas de 1938, comunistas marginados de 1946, grupos trotskistas
disidentes de 1952, comunistas disidentes de 1957, etc. Grupo minoritario, pero
que logró la mayoría de las direcciones de la organización;
b) Otro No tradicional, de la ‘nueva’
generación: marginados de las Juventudes Comunistas de 1962 en adelante,
influidos por el conflicto chino-soviético, y disidentes de las Juventudes
Socialistas de 1963 por la “derechización” de la campaña de Allende de 1964. Este
último grupo era el más numeroso, predominantemente de la ciudad de Concepción,
y su líder era Miguel Enríquez, Viriato, entonces estudiante de medicina de la Universidad
de Concepción, que brillaba por su gran capacidad político-ideológica, su
carisma y arrojo político. Sólo desde 1967, los ‘no tradicionales’ lograrían constituir
la mayor parte de la Dirección Nacional.
Con
todo, la generación que asumió inicialmente la conducción del MIR cumplió con
la valiosa tarea de mantener viva por décadas la memoria de las experiencias y concepciones
revolucionarias acumuladas por el movimiento popular chileno, y traspasarlas a
la nueva generación. Pero también fue una generación que, salvo algunas
excepciones, no logró superar los estilos de una militancia extremadamente
ideologizada y sectaria. En teoría reconocían la necesidad de lucha insurreccional,
pero en la práctica no empujaban el desarrollo de las tareas insurgentes
justificándose en que había que esperar a que las masas se levantaran pues de
lo contrario caeríamos en una desviación “foquista”. Tampoco impulsaban el
accionar directo de masas. Criticaban el institucionalismo reformista, pero
terminaban subordinándose a sus campañas electorales.
El MIR,
como se ha dicho, fue la creación de numerosas organizaciones, de larga
trayectoria en el movimiento sindical, juvenil y poblacional, a través de un proceso
de discusión y acciones comunes que duró varios lustros. Como prueba de la
síntesis política alcanzada digamos que el MIR, 15 días después de su
fundación, llevó más de 25 delegados al IV Congreso Nacional de la CUT,
efectuado el 30 de agosto de 1965, los cuales presentaron un programa de lucha clasista
y rupturista. Añadamos que para conformar su primer Comité Central fueron
electos compañeros como Clotario Blest, 9 años presidente de la CUT y primer y
único Partido en el que militó, y Humberto Valenzuela, un gran dirigente de los
obreros municipales de Chile.
Mientras
la vieja generación terminaba de conformar el armado orgánico y las propuestas
generales del MIR, la nueva generación mirista se volcaba, con el entusiasmo propio
de l@s jóvenes, a prepararse para la lucha armada, impulsar la movilización
estudiantil, vincularse a las organizaciones sociales populares, y ganar más
jóvenes para la causa revolucionaria. Pocos años después, est@s jóvenes, con
una mayor praxis revolucionaria en sus cuerpos y una acendrada y radicalizada
conciencia clasista, pasarían a tomar las riendas del proyecto político
revolucionario encarnado por el MIR.
Movimiento
de Izquierda Revolucionaria
MIR
No hay comentarios:
Publicar un comentario