jueves, 13 de agosto de 2020

MIR: 55 AÑOS JUNTO AL PUEBLO, HACIENDO CONCIENCIA Y LUCHANDO POR LA REVOLUCIÓN. PARTE IV



[1965-1967 eran] "años en que recién buscábamos un programa correcto para la revolución chilena y a lo más hacíamos propaganda revolucionaria en restringidos sectores y zonas del país, neutralizados internamente por una lucha de tendencias que abarcaba más de una decena de grupos"
–Miguel Enríquez Espinosa, 1974


Primeros intentos por convertirse en una organización política revolucionaria: del Congreso de 1965 hasta antes del de 1967


Sin duda que llegar a convertir la heteróclita amalgama política surgida del Congreso de Unidad del 15 de agosto de 1965 en el, "partido unido de las fuerzas revolucionarias" se convertiría en toda una proeza para las huestes miristas que se dieron a la tarea de hacer realidad las propuestas de su iconoclasta Declaración de Principios y su audaz Programa. Para construir el “partido de la revolución”, como se inscribía en éste último, se requería de un complejo proceso de acuerdos y de un genuino ánimo por alcanzarlos, pero, por sobre todo, se imponía el abandono de algunas de las tradicionales y más nefastas prácticas de la izquierda: el sectarismo, el burocratismo, el ideologismo y una praxis desligada de los sectores populares, las cuales tendían a prevalecer en la mayoría de las diversas posiciones político-ideológicas que cohabitaban en su interior: declarados marxista-leninistas a secas, l@s que enarbolaban enfoques ultraizquierdistas, aquell@s que traían las marcas de su paso por los partidos de la izquierda reformista/socialdemócrata, trotskistas y anarquistas. La convergencia -las menos de las veces- y la contradicción -la mayor parte del tiempo- entre las diferentes aspiraciones, creencias y prácticas de l@s camaradas marcaron el primer bienio de vida del MIR.

Miguel Enríquez, quien había resultado electo miembro del Comité Central de la primera dirección nacional mirista, describe en un descarnado pero realista análisis éste período inicial (“Algunos Antecedentes del MIR. 1965/1967”, 1971):

“El movimiento se desarrolló entre 1965 y Diciembre de 1967 marcado por las siguientes características:
a) Era una ‘bolsa de gatos’ de grupos, fracciones, disputas, etc. b) No había niveles orgánicos mínimos. c) Predominaba el más puro ‘ideologismo’. d) No había estrategia y menos aún táctica. e) Aislados de las masas. f) No se intentaron seriamente realizar acciones armadas, si bien se hablaba de ellas y el movimiento se definía por la lucha armada”.

En el literal d), Miguel critica la amplitud y falta de consistencia de aquellas novedosas propuestas de Declaración de Principios y Programa.

A fines de 1965, el MIR ya es una de las primeras fuerzas de izquierda entre el estudiantado universitario penquista, afianzado en su combativo desempeño. Sus líderes, Miguel, Bauchi, Luciano, los Coños Aguilar y Molina, etc., se destacan dirigiendo las radicalizadas luchas estudiantiles que demandan el cese de la injerencia norteamericana en la universidad, la expulsión del Cuerpo de Paz y levantan las primeras propuestas de reforma universitaria. En noviembre de 1965, se realiza la elección a la Federación de Estudiantes de Concepción FEC. El Movimiento Universitario de Izquierda MUI (entonces expresión unitaria de miristas, socialistas, comunistas e independientes de izquierda) tiene posibilidades de arrebatarle la federación a la juventud DC. El MIR, fuerza mayoritaria en la alianza, plantea su mejor derecho a levantar como candidato a presidente a su líder, Miguel, no siendo aceptado por las posiciones divisionistas y sectarias del PC y PS, que rompen el frente y crean condiciones para que la DC triunfe con 1184 votos. La izquierda obtiene sólo 14 votos menos, 1170, donde el MIR-MUI-independientes logran 810 y el PC-PS sólo 360. 

En lo organizativo, Viriato observa que en el período sólo un pequeño grupo de jóvenes conseguía agruparse en la capital y realizar un trabajo político más concreto. Con todo, destaca que los mayores logros orgánicos y políticos alcanzados por el MIR corresponden a los de la provincia de Concepción, donde crece en sectores universitarios (como lo señalamos antes) y poblacionales, obteniendo un relativo mayor nivel orgánico y homogeneidad política que en el resto del país. Allí se apoya a los campesinos de Arauco en su lucha por la tierra. Respecto de los centros obreros, el trabajo es lento, pero se consigue sembrar los primeros activistas y con el tiempo se cosechan resultados. En la zona del carbón, por el control hegemónico del reformismo, fue difícil para el MIR desarrollar un trabajo de captación de mineros, así que grande fue la satisfacción de Miguel, Luciano, Bauchi, Manuel "Peraloca" y otr@s compañer@s del Comité Regional cuando fueron reclutados los primeros: Peneco, Amir, Eulogio Fritz o Duro Pablo, el Chalao’ y Huenche, que se transformaron en puntas de lanza para agitar las políticas miristas y reclutar posteriormente a muchos otros en Schwager, Coronel, Lota, etc., con lo que el MIR conquistó una mayor influencia sindical y política. En varias oportunidades, con estos últimos compañeros como guías e instructores, se hicieron cortas prácticas político-materiales en lugares al interior de la cordillera de Nahuelbuta.  

El II Congreso Nacional del MIR (que por estatutos debía realizarse anualmente) se desarrolla en agosto de 1966, en un antiguo galpón de Conchalí. En este se analiza el momento político nacional e internacional, aprobándose los documentos sobre, "La actual coyuntura chilena", el programa y la táctica a seguir. El reconocido periodista Manuel Cabieses se incorpora al MIR, poniendo a disposición de éste las páginas de la revista Punto Final. Luego de una intensa discusión se aprueban los primeros estatutos del partido, en los que se precisa que al interior del MIR no se puede constituir fracciones; además, que el Congreso Nacional se realizará cada dos años. Se procedió a votar el Secretario General del MIR, siendo unánimemente reelecto Enrique Sepúlveda. Junto con este compañero, el Secretariado Nacional quedó integrado por Humberto Valenzuela, Gabriel Smirnow, el Chipo y Luis Vitale. En tanto, Miguel vuelve a ser elegido miembro de su Comité Central.

Vitale aporta (“Contribución a la HISTORIA DEL MIR; 1965 – 1970) que uno de los puntos centrales de discusión de dicho encuentro fue la posición oficial sobre la situación internacional. Se discutió esto en relación con el conflicto político e ideológico soviético-chino (‘estar con los 200 o con los 800’, en relación a los millones de habitantes de cada uno). Se acordó no tomar parte por ninguna de ambas potencias, aunque se estableció respetar la modalidad con que el pueblo de China construía su particular forma de socialismo y, por otro lado, se criticó expresamente la política de "coexistencia pacífica" promocionada por la burocracia soviética, que en nada favorecía los procesos revolucionarios en Vietnam, Corea, África y Latinoamérica. Se analizó el significado y la repercusión de la Doctrina de Seguridad Nacional, la cual asignaba nuevos roles a las FFAA en la política interna de los países latinoamericanos, y cuya puesta a punto fue el golpe militar brasileño contra João Goulart, en 1964. El último acápite del documento aprobado -"El carácter de la Revolución y la Contrarrevolución"- hacía referencia a, "La agonía mortal del stalinismo". Los comentarios huelgan acerca de esta profecía, aunque la izquierda revolucionaria mundial no podía saber que el fin que le auguraba relativamente pronto a los socialismos históricamente construidos -carcomidos por sus contradicciones internas y arrastrados por la ola mundial de los movimientos populares y de liberación nacional- no se haría efectivo sino hasta 5 lustros más tarde y por la vía de una pacífica restauración del capitalismo.

Desde mediados de 1966 hasta terminar 1967 (siguiendo a Vitale), el frente sindical del MIR, liderado por Clotario Blest, experimentó un moderado y desigual crecimiento. Lo mismo ocurría con los miristas que intentaban activar a l@s pobladores de la zona urbano-periférica de la capital, abanderados por Víctor Toro, aunque Herminia Concha recibe un reconocimiento a sus luchas siendo electa dirigenta de la Población Santa Adriana, en agosto de 1966. Algo se avanza en el Norte Chico, por la influencia desplegada por el C. Regional Coquimbo, dirigido por Mario Lobos, pero no se había podido estructurar bases en el Norte Grande. Tampoco se lograba inserción entre trabajador@s de Valparaíso y Viña, aunque existía un mínimo de estructura organizativa. En la zona central del país, el MIR había logrado presencia en Talca, gracias a un grupo de compañer@s escindido del PS. El C. R. Concepción, a través de Edgardo Condezza, Miguel y Bauchi, trataba de irradiar su influencia hasta Puerto Montt, donde se contaba desde 1965 con una base de exsocialistas. El Comité Regional Santiago se fortaleció con la elección de varios camaradas, entre ellos Edgardo Enríquez o Simón, y un importante militante que había roto con la FJS: Winston Alarcón.                               

El MIR logra influir entre l@s trabajadores de la Salud Pública, donde Norman Gamboa y Héctor Villalón se convirtieron en referentes político-sindicales de esa Federación, la que contaba con más de 40 mil afiliados, no obstante seguir siendo controlada su Directiva Nacional por militantes del ala izquierda del PS. Similar crecimiento se dio en el seno de los Obreros de la Construcción, donde el MIR obtuvo cierta influencia a través del trabajo consecuente de Juan Ramos, Lucho y Jovino Concha, a pesar del control mayoritario de los miembros del PC. En Obreros Municipales, además del liderazgo del viejo Valenzuela, comenzaron a destacarse Santis y Ángel Canales, mientras se consolidaba la simpatía al MIR en la Federación del Cuero y Calzado, por intermedio de su vocera más destacada, María Concha, que veía facilitada su acción por el proceso de izquierdización sindical de dirigentes de la Federación lograda por el anarquista Ernesto Miranda. Dentro del sector de obreros metalúrgicos y de la Federación de Química y Farmacia el MIR tenía algunos militantes jóvenes que se abrían paso con dificultad no sólo por su escasa experiencia, sino por el aplastante peso de las células del PC. En el seno de los profesores de enseñanza media el MIR empezó a ganar militantes, aunque todavía no alcanzaba a figurar en las elecciones de la Federación de Educadores de Chile.             

En 1967, se extiende y profundiza el movimiento estudiantil universitario en todo el país. En la capital penquista, después de un proceso de lucha sostenido de los estudiantes de la Universidad de Concepción, es expulsado el Cuerpo de Paz norteamericano, hay un cuestionamiento al poder masónico universitario, se rechaza la discriminación y persecución ideológica, también se plantea la democratización y el cogobierno estudiantil en los organismos de la Universidad. Se conducen huelgas reivindicativas y políticas, además de estar presente en todas y cada una de las luchas populares de la zona, entregando no solo la solidaridad sino fundiéndose con l@s trabajador@s en sus acciones. Lo anterior crea condiciones para que el MIR, a través de uno de sus principales líderes, Luciano Cruz, gane el control de la FEC en noviembre de ese año y contribuye a que el mirismo logre una importante proyección nacional.

La rebelión estudiantil de aquel año, al segundo del gobierno DC, se encontraba ligada a un nuevo ascenso de la actividad del movimiento popular en Chile. Así, si bien los universitarios estaban en la primera fila del combate, la lucha se expresa también en sectores sociales hasta ese momento excluidos, los pobres de la ciudad y el campo: los sin casa, campesinos, mapuche, cesantes, mujeres y jóvenes. El gobierno de Frei Montalva se saca su careta populista y desarrolla una política antipopular, acompañada de una salvaje represión: contra los mineros del cobre, en El Salvador, 11/3/66, donde se masacra a 6 mineros y 2 mujeres del campamento, y otros 60 son heridos a bala; contra manifestantes que apoyaban un paro de la CUT, en Santiago, 23/11/67, cuando 7 son los asesinados por Carabineros y varios trabajadores resultan heridos, etc. Se suma a lo anterior que a partir de ese mismo año, 1967, se inicia en el país un período de contracción económica que frena las reformas democristianas, haciendo que la “Revolución en Libertad” pierda la simpatía popular que concitara inicialmente y tope fondo, sin lograr resolver la crisis estructural del orden capitalista.  

Se planteaba con fuerza por entonces -en la izquierda y el MIR- la discusión de las formas de lucha y organización a impulsar al interior del campo popular. Eran tiempos de la lucha del Che en Bolivia. La izquierda latinoamericana impulsa la Organización Latinoamericana de Solidaridad OLAS, que reunida en Cuba, en agosto 1967, proclama como un deber y un derecho de los pueblos de América latina hacer la revolución, enfrentar al imperialismo y a las burguesías y terratenientes en el camino al socialismo; la lucha armada revolucionaria constituía la línea fundamental y las demás formas de lucha debían contribuir a desarrollar y no retrasar el desarrollo de esa orientación central. Por presiones y maniobras diversas de organizaciones políticas de la izquierda chilena, el MIR no asistió, pero solidarizó activamente con ella. A fines de ese año, se hacen evidentes los reveses de la lucha guerrillera en las montañas de Bolivia, se sabe del apresamiento y posterior asesinato ordenado por la CIA del Che, todo lo cual afecta profundamente al mirismo.

En sus primeros dos años, si bien el MIR constituyó un paso importante en la constitución de un polo de agrupación de sectores revolucionarios de la izquierda chilena, su desarrollo se dificultaba debido a sus fuertes contradicciones internas, las que impedían arribar a definiciones ideológicas, políticas y organizativas, neutralizándose el accionar partidario externo que era imprescindible para ganar fuerza en el movimiento popular y poder incidir en la política nacional; no existía claridad ni centralidad en el plano de la estrategia y la táctica; las definiciones sobre el carácter del partido eran insuficientes y sólo se acentuaban sus rasgos propagandistas, lo que le impedía vincularse más estrechamente con los pueblos y l@s trabajador@s. Estos factores impedían transformarlo en una alternativa revolucionaria real al reformismo y centrismo en el seno del movimiento popular chileno. Influyó, asimismo, la situación de reflujo y confusión política al interior de los sectores populares y de trabajador@s con posterioridad a 1964 (derrota de Allende), hecho que se tradujo en una importante disminución de las luchas reivindicativas y políticas. Además, téngase en cuenta la amplia influencia, combate político y hasta la agresión física de sectores reformistas de la izquierda para impedir nuestro quehacer en los diversos frentes sociales, acusándonos -entre otras cosas- de “hacerle el juego al enemigo, a la reacción", de “agentes de la CIA”, etc.

Lo anterior, no desconoce los esfuerzos y avances puntuales que el MIR logra en sus primeros años de existencia en algunos frentes, como los indicados más arriba, pero sí quería convertirse en el “partido de la revolución” para Chile tenía que dejar el mero ideologismo y propagandismo y pasar a construir e implementar una adecuada política organizativa de cuadros político-materiales, insertarse profundamente en las clases y capas explotadas y oprimidas y dotarse de un programa surgido al calor de las luchas de las fuerzas populares, y para dar cuenta de todo ello se requería que una nueva generación de revolucionari@s pasara a encabezar el proyecto revolucionario encarnado en el MIR.    


Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR

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