"(…)
las organizaciones revolucionarias para organizarse y prepararse en niveles
superiores de lucha (…) necesitan financiar sus actividades a través de
expropiaciones revolucionarias (…). Los que hacen este tipo de tareas no pueden
ser confundidos con los ladrones o delincuentes comunes. Los únicos ladrones
son los patrones de fábricas y fundos que roban el producto de su trabajo a
obreros y campesinos"
–“El MIR y las expropiaciones”, septiembre 1969
El MIR se fortalece, crece y comienza a desplegar su estrategia de
Guerra Popular: mediados de 1969 – mediados de 1970
Ya desde principios de 1969 se había logrado conformar
una dirección nacional clandestina y paralela a la dirección pública y oficial
del MIR, y es a partir de julio de ese año que aquella dirección y el Secretariado
Nacional (SN) intensifican los esfuerzos para superar el proceso de crisis
reciente y lograr avanzar en el desarrollo partidario. Se acomete la reestructuración
del partido buscando construir una organización que, considerando las
características de Chile y los objetivos estratégicos planteados, combinase el
accionar ‘especial’ con el trabajo en frentes político-sociales diversos. El
MIR dejaba de ser una organización de “aficionados”, para comprometerse por
entero en la implementación de su estrategia revolucionaria.
Con base
en tales premisas cristaliza la visión de partido que venía sustentando la mayoría
de jóvenes y cuadros más radicales, el cual, a su vez, se correspondía con la
línea estratégica y táctica acordada en el III Congreso (diciembre 67). En
ellas se expresa una concepción Político-Militar
de la lucha, ya que, por un lado, se progresaba en cuanto a la formación de
una sólida estructura partidaria desde los puntos de vista ideológico,
político, orgánico y militar, integrada por cuadros revolucionarios
profesionales ligados a los frentes; y de otro, al interior del movimiento
popular y sus luchas se estructuraría la acumulación de fuerza Político-Militar
(PM) capaz de librar la guerra clasista en nuestra formación social.
Al decir
de Andrés Pascal Allende, el Pituto, uno de los fundadores del MIR, a partir de
1967 el partido lograba decantar la concepción
de una Estrategia de Guerra Popular (“Apuntes
para la historia del MIR de Chile”, Punto
Final, 2000). Se rechazaba así la errada interpretación sobre la guerra
revolucionaria cubana que circulaba por entonces y que se conoció como
"foquismo"; es decir, la creencia que, dadas todas las condiciones
objetivas para la revolución, bastaba el accionar de un grupo guerrillero
enmontañado o realizar acciones armadas desde la clandestinidad urbana para
generar las condiciones subjetivas de apoyo popular y acumular rápidamente un
poder militar revolucionario que aniquilara las FFAA burguesas. Del mismo modo,
se desechaba la concepción "insurreccionalista", que apuesta todo a
un alzamiento popular masivo que logre el paso de sectores mayoritarios de las
FFAA al campo revolucionario. El MIR percibía que la capacidad contrainsurgente
de los Estados latinoamericanos, incluido el chileno, se había perfeccionado
mucho. Las élites gobernantes habían aprendido a utilizar todos sus recursos del
Estado clasista para hacer frente a una sublevación popular. La insurgencia
revolucionaria no puede triunfar apoyándose sólo en las armas contra un enemigo
que siempre tendrá una ventaja técnico-militar, logística, de recursos
económicos, comunicacionales, etc. Coincide el Pituto en que la concepción estratégica
mirista sobre la guerra popular era Político-Militar (PM).
En línea
con su robustecida propuesta estratégica, progresivamente y en todos los
regionales del MIR se constituyen los Grupos
Político-Militares GPM, estructuras orgánicas compartimentadas, asentadas
en un espacio territorial, con niveles de bases políticas, operativas, técnicas
e infraestructura, dirigidas por una jefatura común ("Proposiciones de un modelo orgánico para una nueva organización",
SN, noviembre 1969). Al mismo tiempo, con los resguardos necesarios a fin de no
caer en situaciones que pudieran restarle apoyo popular, el MIR pasa a
implementar los tres tipos de acciones que contribuirían a la acumulación de
fuerza PM dentro de la estrategia planteada. Así, a partir de septiembre de 1969
se incrementan de forma sistemática acciones
armadas orientadas a desarrollar la línea de expropiaciones, tanto las
orientadas al aprovisionamiento logístico (material de comunicaciones,
sanitario, armamento, recursos de Agitación y Propaganda o AGP, etc.) como las
expropiaciones bancarias, las que comprometieron en especial a la Dirección
Nacional, siendo estas concebidas como acciones de financiamiento a las
actividades del partido. La primera expropiación exitosa se realiza en julio
1969, al Banco Londres, sucursal Santa Elena. Por lo general y en especial en
sus inicios, no se reconocieron. Su realización exigió disponer de
infraestructura adecuada: casas de seguridad, depósitos, talleres, vehículos, etc.
Tuvieron gran impacto por la difusión de la prensa sensacionalista y de
derecha, dándole al MIR un perfil público no deseado de "grupo
armado". Muchas fueron exitosas, otras fallaron. A pesar de hacerle ver la
inconveniencia de hacerlo, Miguel participó en varias, consumando su formación
de combatiente así como aumentando su ascendiente dentro de la novel
organización. Respecto de ellas, él mismo afirmaba que, "(…) las organizaciones revolucionarias para
organizarse y prepararse en niveles superiores de lucha (…) necesitan financiar
sus actividades a través de expropiaciones revolucionarias (…). Los que hacen
este tipo de tareas no pueden ser confundidos con los ladrones o delincuentes
comunes. Los únicos ladrones son los patrones de fábricas y fundos que roban el
producto de su trabajo a obreros y campesinos". Respecto al uso dado a
los fondos, añadía que, “Los
revolucionarios (…) cuando expropian dinero a quienes a su vez lo roban a
obreros y campesinos, lo utilizan (…) para financiar las tareas que permiten
organizar la defensa de los intereses de obreros y campesinos. Jamás lo han
utilizado para el lucro personal, al contrario, entregados por entero a las
tareas que permitan defender a los trabajadores de las balas de los gobernantes
y de la explotación de los patrones, viven de acuerdo a como un revolucionario
debe vivir: con el mínimo” (“El MIR y
las expropiaciones”, Punto Final, Nº 87, septiembre l969). Como era de
esperar, las expropiaciones las reprimía el gobierno y las atacaban los
partidos de derecha, pero otro tanto hacía la izquierda tradicional.
Asimismo,
se extiende el despliegue de acciones de
‘propaganda armada’ o de expresión comunicacional con el uso de las armas,
orientadas a apoyar conflictos de trabajador@s, tomas de terrenos, la
organización de brigadas de autodefensa popular o de embriones milicianos, el
impulso de acciones directas, etc. Paralelamente, se intensificaron las ‘acciones directas’ en los diversos frentes
político-sociales del campo popular. A estas, en ningún momento se les
adjudicó un papel de "iniciadores" de la lucha de clases, sino como
apoyo a la lucha propia que impulsaban l@s trabajador@s en ese frente, en un
momento de avance y desarrollo de su lucha en contra de sus enemigos, los
patrones y opresores. Y, además correspondían al estado de ánimo y exigencias
de los sectores movilizados tras sus derechos. Debido al silenciamiento de los
medios oficiales, las acciones directas no ganaron repercusión pública y solo
tuvieron importancia en el ámbito del conflicto. Tal política, el MIR la
impulsó en este y el siguiente periodo en los frentes de pobladores, campesinos,
trabajadores y estudiantil.
Sin
embargo, la rápida y extensa ofensiva táctico-estratégica llevada a cabo por la
mayoría partidaria provocó el desasosiego en aquell@s que internamente actuaban
como fracción opositora. Aunque gran parte de quienes no adscribían de verdad a
un proyecto revolucionario se alejaron con ocasión del III Congreso, luego de
éste -y sobre todo durante el primer semestre de 1969- se agudizaron los roces
con los miembros de la fracción mencionada, quienes optaban por posturas
centristas y de mero propagandismo revolucionario. Fue en julio de ese año que
llegó el momento de separar aguas con tales elementos, cuando se estaba ad portas del IV Congreso partidario.
Coincide esta ruptura con que el gobierno democristiano aprovechó una desacertada
acción mirista en Concepción (compañeros universitarios raptaron a un mentiroso
y repudiado periodista dejándolo desnudo en el patio central de la universidad
penquista) como pretexto para iniciar una campaña de persecución ideológica y
un fuerte ataque represivo sobre el MIR, no por el peligro que representaba en
ese momento, sino por lo que podía llegar a ser. Los miembros de la dirección
del MIR a nivel nacional, de Concepción y numerosos cuadros medios deben pasar
a la clandestinidad y trasladarse de ciudad. La fracción minoritaria
acusó que este era un "hecho consumado" del SN y en especial de
Miguel para impedir el Congreso y "apernarse" en la dirección. En
esas circunstancias, tal ‘oposición interna’, formada por los, "grupos más tradicionales dentro del
MIR (especialmente algunos de origen trotskista) realizó un congreso fraccional
con participación de minorías de los CR de Valparaíso, Coquimbo y Santiago;
reconocido esto por ellos, el 75% del CC (el 25 de julio de 1969) decidió
marginarlos" (ME,
"Algunos Antecedentes del MIR",
marzo 1971). Así, se separa a los oposicionistas del CC Genaro, Rodolfo, Pato,
Vasco y Winston (suplente), y en las semanas posteriores cerca de un 20 % de
miembros en todo el país se automarginan. Los marginados (en que se incluye a Vitale), son liderados por el viejo Humberto Valenzuela y siguieron
organizados como fracción que reivindicó por un tiempo el nombre MIR, como
MIR-FR, y luego se volcó a trabajar por la candidatura de Salvador Allende.
Seguidamente, un pequeño grupo, formado especialmente por estudiantes
del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, encabezados por Jorge Silva, Juan Martínez y Rafael Ruiz
Moscateli, ante la magnitud de los problemas y con planteamientos de
carácter "foquistas", que pretendían transformar el MIR en una
organización puramente operativa, se marginan constituyendo después el Movimiento Revolucionario Manuel Rodríguez
MR-2. El desprendimiento afectó solo la estructura en Santiago, en que se
margina cerca de un 30%.
Las divisiones que afectaron al MIR en 1969, primero en su dirección y
posteriormente en diferentes niveles, fue la culminación de un proceso
sostenido de diferencias políticas imposibles de resolver vía el debate al
interior de la organización y afectaban la convivencia interna y el quehacer
externo. Se asumió como costo necesario en el desarrollo político de la
organización; implicó una pérdida importante de experiencia histórica y
capacidad política acumulada, pero fortaleció su unidad interna. Miguel diría
sobre esto: "La división de 1969, un
hito en el desarrollo de nuestro partido, no tuvo como base (…) la estrategia
del partido para la conquista del poder, sino los problemas de carácter del
periodo que atravesábamos y el carácter del partido que la revolución chilena
necesita”.
A nivel
nacional, prosigue la contracción económica que frena las reformas
democristianas y su “Revolución en Libertad”. La clase dominante se divide en
un sector que seguía promoviendo el proyecto reformista burgués democristiano y
otro sector –mayoritario- que, expresado en la derecha unificada en el Partido Nacional PN (1966), proponía
una mayor y más directa alianza (subordinada) con las fuerzas del imperialismo;
terminar con el intervencionismo productivista estatal, dando paso a una
economía en que predominara el libre albedrío para el capital financiero que
despuntaba; y acrecentar la tasa de acumulación capitalista a través de una
mayor explotación laboral y de monopolización de la riqueza. A pesar de que el
gobierno de Frei recurrió a la represión para contener la movilización popular,
no pudo evitar que el accionar de éste lo sobrepasara. En el sur, las corridas
de cerco, con que los mapuche comenzaron a recuperar las tierras arrebatadas a
sus reducciones, encienden la llama de un movimiento de ocupación directa de
fundos por los campesinos que se extendió rápidamente por todo el país. En las
ciudades, en tanto, se multiplicaron las ocupaciones de terrenos y la
organización de los campamentos de pobladores sin casa. Las movilizaciones por
la reforma universitaria y el cogobierno estudiantil se extendieron a todas las
provincias. Hacia fines del gobierno DC, se evidenció que el sistema de
dominación en su conjunto, e incluso el propio aparato estatal, comenzaba a
resquebrajarse.
El MIR preveía
que la burguesía chilena y sus aliados norteamericanos recurrirían a la
violencia para defender su poder y privilegios, lo cual planteaba la urgencia
de acumular una fuerza militar que protegiera el avance del movimiento popular
y revolucionario. De hecho, el partido se había comenzado a preparar en las
cuestiones especiales y se esforzaba por hacer conciencia en el resto de la izquierda
de la necesidad que también lo hiciera. Pero no podía lanzarse por su cuenta en
una guerra; o sea, iniciar acciones combativas contra las FFAA. El deseo de
cambio se había extendido en la mayoría popular, asistiéndose a su ascenso y
radicalización, pero la mayoría de los sectores populares creía que se podía
encauzar el proceso de cambio dentro del sistema político institucional. Es
más, la esperanza que Salvador Allende ganara la próxima presidencial crecía
día a día, y amplios sectores populares confiaban aun que el presidente de la
República podría implementar las reformas prometidas. Todavía el orden político
no había perdido su legitimidad. En ese contexto, lanzarse a la guerra hubiese llevado
al MIR a un aislamiento político y probablemente al repudio popular.
Las
movilizaciones sociales con gran desarrollo en 1969 y que continúan en 1970, se
extienden y radicalizan sus formas de lucha y atacan directamente la legalidad
imperante. La propia institucionalidad burguesa presenta situaciones de crisis,
el bloque dominante aumenta sus contradicciones y se divide políticamente: sus
sectores más conservadores levantan como candidato presidencial a Jorge Alessandri y la Democracia
Cristiana a Radomiro Tomic. La Unidad Popular UP, alianza hegemonizada
por los partidos Comunista y Socialista, más el Partido Radical, el Movimiento
de Acción Popular Unitaria MAPU y otros menores, postulan como candidato a Salvador Allende. En el MIR, la
respuesta a una coyuntura muy compleja mostró la capacidad de la dirección para
captar los cambios operados en la situación y definir una política flexible que
no desdibujara el perfil y quehacer revolucionarios. El propio Miguel lo resume
así:
“formulamos
una política que, en general, consistió en no llamar masivamente a la
abstención electoral, en no proponernos el sabotaje electoral y en no
desarrollar nosotros actividad electoral propiamente tal, pero al mismo tiempo
reconocer, en el terreno electoral, a Allende la representación de los
intereses de los trabajadores y a Tomic y a Alessandri la de los intereses de
la clase dominante. Proclamar que si Allende triunfaba se desarrollaría una
contraofensiva reaccionaria, y que nosotros, en ese caso, asumiríamos la
defensa de lo ‘conquistado por los trabajadores’. Para todo ello nos propusimos
las tareas de trabajo y movilización de los distintos sectores de masas,
desarrollo de nuestra capacidad operativa, técnica e infraestructura, a la vez
que seguir desarrollando operaciones por un período. También la preparación de
un plan masivo de defensa ante la posibilidad de un triunfo de Allende y para
ello la ampliación de nuestras relaciones políticas con otras organizaciones de
izquierda. En general, estas tareas se llevaron a cabo con un rendimiento
aceptable” ("El MIR y las elecciones
presidenciales", SN MIR. Punto Final, mayo 1970).
Paralelo
al proceso electoral, aprovechando la disposición popular y el aumento de la
actividad política, el MIR elevó su quehacer en el movimiento popular,
participó y orientó sus luchas en diversos lugares: las ocupaciones de terrenos
de los pobladores sin casa, movilizaciones obreras de la mediana y pequeña
industria y otros sectores fabriles, masivas corridas de cerco de los mapuches
en el sur, ganando más fuerza en los estudiantes. Dentro de esas luchas impulsaba
las acciones directas. De tal forma, se plantaban firmes y amplios pilares para
construir un movimiento político y fuerza social con conducción revolucionaria.
El MIR adquiría un mayor rol en la política nacional.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR
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