Espacio que busca contribuir a la creación del instrumento político revolucionario en Chile, el cual, retomando el proyecto político e ideológico de la Declaración de Principios del MIR (del 15 de agosto de 1965) y rechazando lo electoral y otros falsos atajos en la lucha de clases, contribuya a destruir el poder de los ricos y su reino de la necesidad, para avanzar hacia el Socialismo como primera fase de la Sociedad sin Clases
sábado, 25 de septiembre de 2021
18 Y 19 DE OCTUBRE DE 2021: A DOS AÑOS DEL ALZAMIENTO POPULAR LA LUCHA SIGUE
martes, 21 de septiembre de 2021
18 Y 19 DE OCTUBRE DE 2021: A COPAR LAS CALLES DE PUEBLO EN REBELDÍA.
lunes, 20 de septiembre de 2021
18 Y 19 DE OCTUBRE DE 2021: A LAS CALLES A CONQUISTAR EL FUTURO.
18 y 19
de Octubre de 2021: HUELGA GENERAL POPULAR, DESDE ABAJO,
SIN PERMISO, A PARALIZAR CHILE Y GOLPEAR EL CORAZÓN DE LA DOMINACIÓN.
Desde el punto de vista
clásico, tradicional, la huelga, el paro, DEBIESE ser obra de l@s
Trabajador@s. Sin embargo, existen millones
de razones que nos llevan a señalar hasta la saciedad que en Chile la detención
de la circulación de mercancías, de los productos y de la propia fuerza de
trabajo será la determinación de copar, de tomarse, de ocupar los pasajes, calles,
avenidas, autopistas y carreteras, emplazando la fuerza social acumulada desde
antes del 18 de octubre de 2019, en los territorios, en las Poblaciones y de
esa forma golpear el corazón de la dominación capitalista, la cual es razón de
la desdicha de millones. Será la acción
directa, la expropiación de los expropiadores, la movilización de miles y miles
en las calles, la única salida a esta democracia asesina, sanguinaria,
mutiladora, que encarcela, viola, tortura y que algunos desde la propia
izquierda llaman a sostener, defender y profundizar, ocupando el camino
institucional fijado por la propia burguesía.
La pandemia dejó en claro que
el capitalismo, la burguesía, la patronal está más que preparada para todo tipo
de crisis, incluso sale más fortalecida, superando incluso el alzamiento
popular de octubre de 2019. Y más
encima, desde el punto de vista político, cuenta con partidos políticos que le
hacen la pega y prosiguen con la cantinela de ir a votar y con ello entregarle
un manto de legitimidad a la dominación.
Las fechas están señaladas: 18
y 19 de octubre de 2021. Será tarea de quienes
quieren superar esta falsa democracia preparar desde ya actividades que
permitan que en las Poblaciones se pueda manifestar la voluntad de cambio
social profundo. La tares está
planteada, ahora es el momento de unir voluntades, de sumar esperanzas, de
acumular los materiales, de unir los esfuerzos, de la unidad en la acción. Cada acción de protesta social será
necesaria, desde las velatones, los rayados, el cacerolazo, las barricadas, los
miguelitos. En Santiago, por ejemplo, se
puede ir a cacerolear a la salida de las estaciones del Metro desde las 19
horas. Lo central es protestar, expresar
la rabia. La ACES ya marcó el camino, y
lo sigue señalando.
Mientras millones viven a
diario las injusticias de esta falsa democracia que pretende perpetuarse a
través de sus simulacros de participación, el conjunto de la patronal prosigue
con sus siderales ganancias. En medio de
la crisis sanitaria y económica para los que viven de su trabajo, los grupos
económicos dueños de Chile continúan consolidando su riqueza hecha en base a
depredar la naturaleza, entregarnos al imperialismo y sobre todo explotar a la
fuerza de trabajo.
El 18 de octubre de 2019 ya se
realizaron las elecciones en Chile y la manifestación de la voluntad
mayoritaria fue fuerte y clara: No queremos vivir más en esta falsa democracia
que sólo defiende a unos pocos ricos.
Los Puebl@s, l@s Trabajador@s, l@s Explotados y fundamentalmente los
jóvenes, destacando a la ACES, dijimos BASTA.
Y mientras las mayorías ya no quieren seguir viviendo como lo hacen
hasta el momento, los de arriba, ayudados por sus lacayos en el escenario
político, quieren prolongar esta democracia caduca, que ha respondido con
asesinatos, prisión política, mutilaciones y humillaciones la decisión de
transformar todo hasta que la Vida sea digna vivirla.
Huelga general prolongada,
expresada en la movilización de miles, en cada una de las Poblaciones de Chile,
así como ya se hizo el 18 de octubre de 2019, como lo hizo NO+TAG junto a l@s
Poblador@s hace días, tomándose los pasajes, las calles, las avenidas, las
autopistas, las carreteras, cerrando el paso a las mercancías y así golpear a
los verdaderos dueños de la situación actual; los grupos económicos, las 7
familias dueñas de Chile.
Este es un llamado a todas las
personas, a las Organizaciones chicas, medianas y grandes del Campo Popular
para concentrar todas las fuerzas, luchas por todas las demandas en un momento
sincronizado para así golpear a quienes impiden la felicidad de millones.
Ya está bueno de tanta mala
vida. Ya está bueno, también, de tanta
fragmentación de quienes quieren que esta mierda cambie. Es hora de concentrar los esfuerzos. Existe la capacidad Humana en cada Población
para que el 18 y 19 de octubre de 2021 se exprese la decisión de que todo esto
cambie o se reviente, pero que no siga igual.
Con el puño de combate hay que destruir la dominación capitalista,
patronal y a todos los lameculos que desde la UDI a la Lista del Pueblo le
hacen la pega en lo político.
Ahora es cuando. Siempre lo ha sido. A construir el Pliego de los Pueblos, l@s
Trabajador@s, l@s Explotad@s. Que las Asambleas
Populares y Territoriales avancen a la conformación de comandos locales,
comunales, provinciales, regionales y nacional del Poder Popular.
A vencer de una buena vez.
FUERA PIÑERA
AHORA Y TODO ESTA FALSA DEMOCRACIA.
A DESATAR LA
ESPERANZA A TRAVÉS DE LA HUELGA GENERAL POPULAR.
A TOMAR LA VIDA
POR ASALTO.
NADA NI NADIE
ESTÁ OLVIDADO, A LAS NUESTRAS Y A LOS NUESTROS, CAÍDOS DESDE EL 11 DE
SEPTIEMBRE DE 1973 SE LES RECUERDA LUCHANDO Y OCUPANDO SU LUGAR, RETOMANDO SU
PROYECTO POLÍTICO.
Brigada de Propaganda MIR Luis
Alberto Barra García.
Septiembre de
2021
sábado, 4 de septiembre de 2021
DISCURSO PRONUNCIADO POR MIGUEL ENRÍQUEZ EN CORONEL 22 DE ABRIL DE 1972
EL MIR
HABLÓ DESDE EL CARBÓN
Discurso pronunciado
por Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, en el local del Sindicato
Minero Industrial de Schwager, Coronel, el día sábado 22 de abril de 1972.
Publicado por diario "El Sur" el Martes 25 de Abril de 1972; Pág. 7.
Compañeros trabajadores de Concepción y de
todo Chile;
Compañeros mineros del carbón;
Compañeros miembros del Frente
de trabajadores Revolucionarios, del Movimiento Campesino Revolucionario y del
Movimiento de Pobladores Revolucionarios;
Compañeros militantes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria;
Compañeros:
Hoy nos corresponde proclamar
a los candidatos del Frente de Trabajadores Revolucionarios y del Movimiento
Campesino Revolucionario al Consejo Nacional y al Consejo Provincial de la
Central Única de Trabajadores.
Lo hacemos desde Coronel,
desde el local del Sindicato Minero Industrial de Schwager.
Lo hacemos desde la tribuna más
heroica y honrosa con que cuentan los trabajadores de Concepción. Los mineros
del Carbón, cuna del movimiento obrero del sur del país, han sido por décadas
la vanguardia de los trabajadores de esta zona, explotados, reprimidos y
perseguidos, han vivido y participado en los combates más importantes del
movimiento obrero y han conocido todas las etapas de la lucha del pueblo.
Que las ideas y políticas
revolucionarias puedan proclamarse desde aquí nos enorgullece y nos confirman
el avance seguro de las fuerzas de la revolución en el seno del movimiento
obrero en el curso del último periodo.
No hace muchos años que
sostener las ideas revolucionarias en esta provincia y en el país, merecían la
represión implacable de las clases dominantes y el sectarismo de algunas
fuerzas de izquierda.
No hace más de tres años que
los revolucionarios, que los militantes del MIR fueros reprimidos y perseguidos
por el gobierno democratacristiano en esta provincia y en el país entero.
Poco tiempo atrás, las ideas
predominantes eran las ideas y la política de las clases poseedoras, en todo su
contenido reaccionario y demagógico. En el movimiento obrero todavía
predominaba la ideología reformista.
Hoy la situación es distinta.
Las ideas y banderas
revolucionarias son enarboladas por obrero textiles en Tomé y Chiguayante, por
los obreros de las fábricas de Talcahuano, San Vicente, Penco y Concepción, los
campesinos de Yumbel, Cabero y estudiantes y, especialmente, por los mineros
del carbón y por los trabajadores del campo y la ciudad a lo largo del país.
Las fuerzas del pueblo, la
energía y decisión de sus luchas, su voluntad implacable a golpear a sus
enemigos y a defender sus intereses y de terminar con el yugo de la
explotación, es lo que hace crecer la fuerza de la Revolución. Nuevas capas del
pueblo se incorporan a la lucha, haciendo temblar el viejo juego politiquero
tradicional.
Eso es lo que atemoriza a los
dueños del poder y la riqueza, eso es lo que encoleriza a los que no se deciden
a avanzar y eso es lo que nos permite, hoy, proclamar a los candidatos
revolucionarios a la Central Única de Trabajadores desde esta tribuna.
Este cambio en la situación
global, este crecimiento de las fuerzas revolucionarias en el seno del pueblo
es lo que hoy discuten a lo largo del país los trabajadores y las distintas
corrientes de izquierda.
Había que golpear a los
explotadores Elegido Allende presidente en brazos de la lucha de los
trabajadores, renació la esperanza de los pobres de todo Chile.
A la lucha centenaria de obreros y campesinos
se le moría la posibilidad de caminar hacia un triunfo más definitivo.
Los asesinados por las clases
dominantes, los reprimidos y perseguidos por décadas, los humillados y los
ofendidos de todo Chile, los pobres del campo y la ciudad vieron abrirse ante
ellos un camino hacia un mundo sin explotación y sin miseria.
Una vez más una esperanza
atravesó a los pobres de Chile.
El pueblo se unió: los obreros
industriales, los mineros del norte y sur del país, los campesinos, los
mapuches, los cesantes del campo y la ciudad, los pobladores, los estudiantes,
todos ellos se unieron y se prepararon para avanzar, para combatir por sus
intereses inmediatos y abrir el camino al socialismo.
Las clases dominantes se desconcertaron, al
principio sin banderas y sin lideres retrocedieron. Las condiciones que ellos
mismos habías impuesto para mantenerse en el poder, hoy le permitían a la
izquierda conquistar el gobierno.
Las clases medias, entonces
estaban entonces desconcertadas o la expectativa o, incluso, apoyaban el inicio
de la nueva experiencia.
El pueblo y la izquierda
estaban unidos, y el enemigo desconcertado. Esto permitía y exigía avanzar
rápidamente.
Había también debilidades. Los
dueños del cobre y de las fabricas y de los fundos eran todavía fuertes.
Contaban de su parte con fuerza económica y política. Controlaban trincheras
institucionales importantes, como justicia y el parlamento.
Pero la unidad, organización, conciencia y
decisión de un pueblo han sido, en otras partes del mundo y lo eran aquí
también, poderosos instrumentos que, bien dirigido, habrían permitido
aprovechar mejor las condiciones que objetivamente se daban entonces en Chile.
Había que golpear
drásticamente y masivamente a las clases explotadoras en todos los terrenos y
había que ganar fuerza de masas, movilizando al pueblo por sus intereses y
contra sus enemigos.
Desde allí se habría ganado la
fuerza suficiente para haber modificado o destruido los diques y trabas
institucionales que impidieran el avanzar.
Pero los sectores predominantes de la izquierda
en el gobierno no lo entendieron así.
Si bien es cierto que tomatón
algunas medidas económicas positivas, como la nacionalización del cobre, la
nacionalización de la banca, iniciaron un proceso de reforma agraria y tomaron
bajo control del estado algunas industrias, no sé decidieron a movilizar al
pueblo, a empujar la energía combativa de las masas por sus intereses y contra
sus enemigos, que eran el conjunto de la clase dominante y no sólo parte de
ella.
No entendieron que la fuente
fundamental de la fuerza que necesitaban ganar residía en la movilización del
pueblo. Importantes sectores del Gobierno prefirieron confiarse en un posible
acuerdo con la Democracia Cristiana para conseguir la colaboración
parlamentaria de ésta y, así, proponer algunas limitadas reformas, a través de
la aprobación en el Congreso de proyectos de ley.
Esto obligó al Gobierno a no
mostrar claramente a los enemigos del pueblo, impidió denunciar el carácter
reaccionario del Partido Demócrata Cristiano y, también, hizo que el Gobierno
no desenmascarara los diques y las trabas que constituían las instituciones
manipuladas por la burguesía, como la Justicia, el Parlamento y la legalidad,
desde el cual los dueños de los fundos y las fábricas se oponían, tenazmente,
al avance de los trabajadores.
No negociar con
los sirvientes de los golpistas
Así, esta política legalista y
vacilante que predomino en el Gobierno, no sólo no le dio la fuerza suficiente
para avanzar, sino que también lo marcó con la debilidad que le obligó a
estancar su avance y hacer concesiones en todos los terrenos.
Fueron concesiones castrar la
lucha antiimperialista, al representar la nacionalización del cobre con la
consigna “Chile se pone los pantalones largos”.
Fueron concesiones las que llevaron al
gobierno a tolerar la existencia y exigencia que le hizo la Cámara Chilena de
la Construcción en materia de viviendas.
Fueron concesiones las que
limitaron la marcha de los campesinos sobre la tierra, a los fundos que la ley
democratacristiana de Reforma Agraria les permitía.
Fueron, también, concesiones
las que llevaron al Gobierno a expropiar solo algunas fábricas y no a todas de
la gran burguesía industrial.
Esta política de sectores de
izquierda en el Gobierno fue la que llevó a frustrar esperanzas en el pueblo, a
cuestionar anhelos en capas empobrecidas de la población; esta política es la
que, en algunos casos, alejó capas del pueblo y confundió a sectores de
trabajadores.
Esta política llevó al
Gobierno y a sectores de la izquierda a entrar en conflicto progresivo con capas
del pueblo que se movilizaron directamente, rompiendo estrechos marcos que la
política del Gobierno les permitía. Esto llevó a la división del pueblo, al
desarrollo de tendencias burocráticas, a la generación de estilos patronales de
decisión y mando en la dirección de algunas empresas del área social y en el
conjunto del aparato de Gobierno. Porque allí donde está ausente la
participación activa y vigorosa de las masas mismas en la decisión de sus
problemas, inevitablemente el funcionario comienza a predominar sobre el
trabajador, la orden remplaza a la persuasión, el burocrático remplaza a las
masas, a la vez que éste se insensibiliza ante los problemas del pueblo.
Al mismo tiempo, los dueños
del cobre, las fábricas y los fundos, al principio divididos y desconcertados,
pronto apreciaron que había política de mano blanda sobre ellos, que la
política predominante era débil. Luego cayeron en cuenta de que era posible
dividir al pueblo, que ejerciendo presión sobre el Gobierno era posible obtener
concesiones.
Se reagruparon, prepararon la
estrategia del derrocamiento del Gobierno e iniciaron su ofensiva a base de una
política de dos caras.
Por un lado, los golpistas de
freísmo democratacristiano, del Partido Nacional y de Patria y Libertad
asumieron la tarea de golpear al pueblo y de ganar fuerza propia. Al mismo
tiempo, por otro lado, un sector de la democracia cristiana se encargaba por la
vía de las negociaciones de frenar la iniciativa del Gobierno y neutralizar el
avance de los trabajadores.
Mientras los primeros declaran
la guerra económica al gobierno, sabotean la producción agropecuaria y agravan
artificialmente el desabastecimiento, los otros, los negociadores, encandilan
al Gobierno con los llamados diálogos a cambio de frenar el proceso.
Mientras unos se oponen y
golpean tenazmente toda medida del Gobierno o avance de los trabajadores desde
su prensa, desde el parlamento, desde la Justicia, los otros ofrecen al
gobierno la colaboración parlamentaria, se limita su avance.
Mientras unos asesinan campesinos
en los campos y retoman los fundos a sangre y fuego, los otros exigen el
respeto de la ley y el orden.
Mientras unos defienden
cínicamente la libertad de unos pocos empresarios para explotar a los
trabajadores y gozar del privilegio, lo otros confunden al pueblo ofreciéndole
una política demagógica y populista.
Mientras unos preparan el
derrocamiento de Allende y financian los grupos armados de derecha, los otros
exigen la represión a las movilizaciones de los trabajadores y de los
revolucionarios en nombre de la ley y el orden.
Esta es la política de los
patrones: amarrar al Gobierno, frenar el avance del pueblo y acumular y
acumular la fuerza necesaria, incluso de masas, para derrocar el Gobierno y
reprimir a los trabajadores.
Unos sirven a los otros. Ambos
trabajan para un mismo objetivo. Unos amarran, los otros golpean. Fuentealba y
Leighton amarran y Jarpa y Frei golpean.
Todo el que se detenga a
negociar con los sirvientes de los golpistas, favorece el derrocamiento del
gobierno y la represión a los trabajadores.
Los trabajadores
avanzan
Pero los trabajadores no
permanecieron pasivos. Nada mi nadie les podía ocultar sus enemigos, nada ni
nadie les podía impedir luchar por sus intereses y se decidieron a avanzar.
Retomaron una cuota de la
iniciativa que poco antes habían delegado en una esperanza y reiniciaron su
marcha centenaria, bajo la única forma que las condiciones les imponían: por si
mismos, en la lucha directa por sus intereses, bajo las formas de lucha que les
permitieran resolver sus aspiraciones y combatir a sus enemigos.
Ellos no se detuvieron a
revisar los códigos legales para reiniciar su marcha, no esperaron el resultado
de negociación alguna ni frenaron su marcha ante las protestas y presiones de
sus patrones.
Miles de mapuches se lanzaron
a la conquista de la tierra, miles de campesinos y obreros agrícolas comenzaron
a combatir a los terratenientes, miles de pobladores se tomaron los terrenos,
miles de obreros, a lo largo del país, combatieron por sus intereses y ocuparon
sus fábricas.
Los revolucionarios de
izquierda, de dentro y fuera de la Unidad Popular, no se marginaron del ascenso
combativo de las movilizaciones del pueblo. Pasaron a dirigir y organizar las
luchas de las distintas capas del pueblo, bajo las formas de lucha que la
situación les imponía. Asumieron la conducción de las luchas de los
trabajadores que otros descuidaron.
No reaccionaron así otros
sectores de la izquierda que continuaron desde el Gobierno en su política de
limitar la marcha de los trabajadores y, de incluso, en ocasiones combatir las
movilizaciones revolucionarias del pueblo.
Esta fue la política
predominante de la izquierda gobernante durante el año pasado, una política de
lento avance que hizo pasar sus medidas fundamentales por el estrecho marco de
los acuerdos parlamentarios y de una tímida utilización de los resortes legales
a mano. Una política que no movilizó suficientemente al pueblo, que no abrió
los cauces a una activa participación de los trabajadores que permitió el
desarrollo de deformaciones como el burocratismo, el sectarismo, que golpeó
débilmente a los representantes políticos de los dueños de fundos y fábricas.
Esta política de 1971 podría
resumirse como el desarrollo de algunas reformas en diversos planos, que se
ganó la agresividad de la clase dominante por haber herido sus intereses y que
no ganó, en contrapartida, fuerzas suficientes que le permitiera seguir
avanzando, superar obstáculos y, que, incluso, hoy día, con dificultad permite
defender lo ya logrado.
Las consecuencias de esta
política, el costo de los errores de estos aspectos de la política predominante
en 1971, comenzaron ya a apreciarse a fines del mismo año.
En noviembre del año pasado,
en un acto de homenaje a Moisés Huentelaf, héroe de las luchas campesinas
asesinado por el momiaje, por primera vez hicimos publica, con claridad
nuestras criticas a estas políticas. Anunciamos el enorme costo político que se
pagaría por estos errores y llamamos al conjunto del pueblo y de la izquierda a
dar viraje y así remontar el proceso. No solo no fuimos escuchados, sino que,
incluso, fuimos acusados de agentes de la contrarrevolución, de extremistas y
de desquiciados.
Semanas después, Fidel castro
visitó Chile y alertó al pueblo de los peligros que le acechaban si se
persistía en esta política. Criticó las debilidades en la batalla ideológica,
las debilidades de la lucha política, la débil visualización del enemigo, la
insuficiencia en la movilización de las masas.
En diciembre del año pasado,
las clases dominantes iniciaron la actual ofensiva.
Primero fue la marcha de las
cacerolas, en la que una jauría de pandilleros reaccionarios asoló las calles
de Santiago por varias horas, realizando atentados e incluso, asaltando locales
de partidos de izquierda.
Después vino la acusación
constitucional al ministro del interior, que llevó a su destitución, lo que
constituyó un primer intento de aprovechar las trincheras institucionales de
los dueños de fundos y de fabricas para someter al gobierno a sus condiciones.
Luego vinieron las elecciones
complementarias en O’Higgins, Colchagua y Linares, donde los candidatos de los
patrones lograron derrotar al conjunto de la izquierda, evidenciando con ello
el grado de fuerza que habían alcanzado y el deterioro político en la base de
apoyo del Gobierno y de la izquierda.
Posteriormente, en el
parlamento las clases poseedoras presentaron una Reforma Constitucional, que
pretende crear la división en el seno del movimiento obrero e imponer desde el
Congreso, condiciones de cogobierno al Presidente de la Republica, sellando en
definitiva el estancamiento del proceso.
Pocas semanas atrás, la quinta
columna de los patrones en la Unidad Popular, el PIR, se pasó, en definitiva,
al campo de los enemigos de los trabajadores. Durante meses el PIR había
conseguido en el Gobierno, lo que Fuentealba y Frei trataban de hacer desde
fuera: frenar al Gobierno, amarrarlo, limitar su avance al más estricto
legalismo.
Por último, hace dos días, un
puñado de patrones y politicastros de cuello y corbata, lograron arrastrar a
decenas de miles de chilenos a una concentración que demostró cómo el engaño y
la mentira desde su prensa y su radio podían ganar voluntades para su
inconfesable propósito de derrocar constitucionalmente al Gobierno, reprimir
legalmente a los trabajadores y restaurar, con apoyo de masas, el privilegio de
unos pocos.
Aún hay fuerza en
las masas
Estos sucesivos golpes que las
clases dominantes dejaron caer sobre los trabajadores terminaron por convencer
a amplios sectores de la izquierda de la gravedad de la situación, del tremendo
costo de los errores y del agotamiento de la política de 1971. Se hizo evidente
el objetivo de la clase dominante de derrocar al Gobierno y una rica discusión
se abrió en el seno de la izquierda, dentro y fuera de la Unidad Popular, acerca
del golpe del timón necesario para rectificar los errores y remontar el
proceso.
Esta discusión entre distintas
corrientes de la izquierda se da condicionada por tres grandes hechos
evidentes.
El primero, que estamos con
una poderosa embestida de la clase dominante en todos los terrenos, que
persigue a corto o a mediano plazo el derrocamiento del Gobierno.
El segundo, el evidente
agotamiento de la política predominante que sectores de la izquierda impulsaron
desde el gobierno en 1971, y que en ningún caso, permitirá encontrar la salida
para la situación política em este año en el país.
El tercero, que aún existen condiciones y
fuerza en las masas y en la izquierda, para empujar el proceso hacia delante,
hacia la conquista del poder por los trabajadores, en la medida en que el
movimiento de masas aun esta dispuesto a ello bajo una conducción correcta,
como lo hizo evidente la ultima concentración en Santiago de la izquierda, que
de verdad, logró reunir cientos de miles de personas, quienes fueron a exigir
una conducción que empujara hacia delante.
Todos estos hechos han creado
una nueva situación en la izquierda, haciéndose evidente que existen, por lo
menos, dos grandes corrientes: una reformista y pusilánime y otra
revolucionaria.
La corriente reformista se plantea
continuar y desarrollar al máximo los peores y más conservadores aspectos de la
política predominante en el año anterior. Detrás de una imposible colaboración
parlamentaria, pretende frenar el avance de los trabajadores, disfrazándolo de
consolidación, o a lo más, tímidos y limitados avances que permitirían definir
su política como la del paso de una tortuga.
Evidentemente, entre las
tareas que considera fundamentales está el combatir corrientes revolucionarias,
sin detenerse en los métodos. Ejemplo de esto son los ataques e injurias
lanzados por distintos sectores en contra de algunas movilizaciones de masas,
de nuestra organización y de otras corrientes revolucionarias de la izquierda.
Sin ir más lejos, algunos
publicistas del diario “El Siglo”, que no podemos pensar que representen el
pensamiento del conjunto de los militantes del Partido Comunista, han estado
publicando afiches provocadores, injuriosos en contra nuestra, que buscan crear
graves y definitivos enfrentamientos con el seno de la izquierda y del pueblo.
No se han detenido allí. No
les ha bastado con injuriar a las corrientes revolucionarias de dentro y fuera
de la Unidad Popular en Chile, sino que, además, han llegado a insultar
gratuitamente a loa revolucionarios argentinos del Ejercito Revolucionario del
Pueblo (ERP), mientras otros han denunciado como terroristas de ultraizquierda
héroes de la lucha revolucionaria de América Latina, como son los Tupamaros de
Uruguay.
Son los mismos que culpan a
las “tomas” del deterioro político del Gobierno, como sí la lucha del pueblo
fuera una traba y no una palanca de fortalecimiento de la izquierda.
Son los mismos, también, que
explican su difícil situación culpando al MIR, como si fuéramos nosotros los
que gobernáramos y no ellos.
Son los mismos que atacan en
la Universidad de Chile a Andrés Pascal, nuestro candidato a Rector, con el
objeto de encubrir que su propio candidato, Felipe Herrera, ha sido traído
desde las filas de los enemigos del pueblo.
Pero, afortunadamente, hoy mas
que nunca, crece y se fortalecen las corrientes revolucionarias en el seno de
la izquierda, dentro y fuera de la UP.
El pensamiento que une a esta
corriente revolucionaria es la convicción de que solo avanzando se encontrará
una salida revolucionaria al proceso, que en el estancamiento reside la fuente
de la debilidad, que el avance del pueblo no puede negociarse con nadie, que no
debe dividirse a la izquierda, sino unir a los revolucionarios.
Expresiones del
fortalecimiento de las corrientes revolucionarias en la izquierda son la
política revolucionaria para el campo levantada por un grueso sector de la
Unidad Popular y el MIR en Linares, antes de las elecciones complementarias, la
combativa movilización campesina impulsada en Ñuble y otras provincias,
fundamentalmente por el Partido Socialista, la justa respuesta del Ministerio
de Economía ante la prepotencia patronal de la SOFOFA, hace algunas semanas, la
alianza de la Izquierda Cristiana con el Frente de Trabajadores Revolucionarios
para la elección de algunas directivas provinciales de la Central Única de
Trabajadores.
Este es el debate que se
desarrolla en el seno de la izquierda.
Avanzar sobre
fábricas y fundos
En estas condiciones se han
abierto discusiones entre la comisión del Comité Político de la UP y la
Comisión Política del MIR. No vacilamos en saludar como positivo el inicio, por
tardío que sea, de estas conversaciones.
Más aún, no escatimamos
esfuerzos en buscar el acuerdo que asegure el avance del proceso o, por lo
menos, el grado suficiente de acuerdo que ayude a combatir la ofensiva
reaccionaria y a evitar enfrentamientos fratricidas en el seno de la izquierda
y el pueblo.
Estas conversaciones no han
concluido aún y cuando así ocurra, informaremos oportunamente a los
trabajadores. Pero desde ya, bajo el criterio de que nada hacemos a espalda de
las masas, podemos informar que todo lo que allí lleguemos a acordar será solo
en el sentido de seguir empujando la movilización de las masas en contra de sus
enemigos, de avanzar con más fuerza que nunca sobre las fábricas y fundos. Esto
es, que sólo podremos suscribir acuerdos que signifiquen el impulso y
fortalecimiento de las luchas del pueblo y avances hacia la conquista del
poder.
Esta discusión no puede
limitarse a un encuentro entre cuatro paredes. Es la misma discusión que
sostienen entre sí las distintas corrientes de la izquierda. Cual política
predomine y qué grado de acuerdos se logren en estas conversaciones, dependerá
fundamentalmente del arraigo que haya alcanzado el Programa Revolucionario en
las más amplias capas de los trabajadores. Esta decisión está aún pendiente.
Reformismo o revolución es la alternativa de la izquierda y del pueblo, cuando
ya sabemos, después de un año y medio, que el reformismo conduce
inevitablemente al fascismo, en las condiciones políticas actuales de Chile.
La burguesía la decidió su camino: el
derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular, la represión de los
trabajadores y la restauración plena de los patrones y del imperialismo en el
Gobierno.
Es la izquierda entonces la
que tiene que decidir. Son los trabajadores los que tienen que hacer oír su
voz. Sólo ellos pueden detener el fascismo en Chile en la medida que hay
prendido vigorosamente en sus conciencias el Programa Revolucionario. Sólo este
programa puede salvar a Chile del retroceso y la represión, acumular las
enormes energías del pueblo todavía desaprovechadas y emprendida la tarea de la
conquista del poder por los trabajadores.
Nosotros llamamos a los
trabajadores de Chile a apoyar a los candidatos del Frente de Trabajadores
Revolucionarios, encabezados por los camaradas Alarcón y Manque, diciéndoles
que el programa que levanta el FTR no solo es el mejor, sino que es el único
programa que asegura a los trabajadores que su marcha hacia la conquista del
poder no se detendrá, sino que continuará decididamente hacia la victoria
final.
Este es un momento de viraje
decisivo en el proceso, en el que está em juego el destino de nuestro país y de
nuestro pueblo.
Qué política, en definitiva,
se imponga en el seno de la izquierda y entre los trabajadores; si la política
reformista o la política revolucionaria, determinará si este país caerá en
garras del fascismo o si emprenderá el camio de su liberación el camino de la
construcción del socialismo en Chile bajo un Gobierno Revolucionario de obreros
y campesinos.