sábado, 8 de agosto de 2020

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE LA COORDINADORA NACIONAL DEL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLCUIONARIA MIR.




COPIAPÓ, CHILE, 23-24 DE FEBRERO DE 2019

I

El MIR se organiza para contribuir a la construcción de la vanguardia revolucionaria de la clase trabajadora y los pueblos de Chile, de los campesinos y proletarios rurales, de la pequeña burguesía pauperizada y con posiciones de clase proletarias, del conjunto de los explotados y marginados por parte del sistema de dominación capitalista chileno, aspirando a ser un aporte a la emancipación nacional, social y humana. El MIR se considera un continuador de las luchas por el Socialismo de Arcos y Bilbao, y de Luis Emilio Recabarren, el líder del proletariado nacional; un heredero de las tradiciones revolucionarias de nuestro movimiento popular; de Miguel Enríquez Espinosa y de Lumi Videla, de ese gran conductor popular que es Salvador Allende; heredero de toda la convicción y consecuencia revolucionaria de quienes resistieron desde el primer momento el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, así como un impulsor y parte constitutiva de todas las luchas reivindicativas y políticas en contra de la democracia patronal instalada desde el 11 de marzo de 1990. Hacemos nuestra la gesta del Ché Guevara, su ejemplo revolucionario y su insobornable lucha por una América Socialista. Asimismo, nos hacemos uno con la Declaración de Principios original del MIR, del 15 de agosto de 1965, y con todos los aportes realizados por éste a la praxis revolucionaria del movimiento popular chileno.
La finalidad del MIR es el derrocamiento, la destrucción del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno revolucionario, dirigido por los pueblos y l@s trabajador@s organizados en los órganos de poder que ellos mismos hayan creado en la lucha por su liberación, cuya tarea será construir el Socialismo y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases. La destrucción del capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de las clases antagónicas.

II

El MIR fundamenta su acción revolucionaria en el hecho histórico de la lucha de clases. En nuestra formación, esto se constata en la existencia de un puñado de explotadores, por un lado, asentados en la propiedad privada de los medios de producción y de cambio; y por otro, l@s explotad@s, mayoría aplastante de la población que sólo cuenta con la fuerza de trabajo, de la cual la clase burguesa extrae la plusvalía. El MIR reconoce a la clase trabajadora  como la fuerza motriz de la revolución chilena, que deberá ganar para su causa a los campesinos y trabajadores del campo, así como a la pequeña burguesía proletarizada con posición de clase. El MIR combate intransigentemente a los explotadores, orientado en los principios de la lucha de clase contra clase y rechaza categóricamente toda estrategia tendiente a amortiguar esta lucha.  En Chile no existe una burguesía nacional ni menos progresista.  El enfrentamiento es inevitable, es la cuestión del Poder lo que está en juego.


III

El capitalismo no puede existir sin dejar de revolucionar permanentemente las fuerzas productivas, lo que, por cierto, no impide la ocurrencia de las crisis periódicas que le afectan y que dejan a su paso millones de cesantes, pobreza y desigualdad. De manera directa, la existencia del capitalismo implica una crisis en las condiciones de vida de millones de explotados y sus familias, lo que se debe a que la producción de bienes y servicios sigue siendo social, pero la apropiación de la riqueza social es sólo para un puñado de patrones. El sistema capitalista en su etapa superior, el imperialismo, que desde fines del siglo XX transita a su segunda fase, no puede ofrecer a la humanidad otra perspectiva que no sea el régimen dictatorial y la guerra imperialista como un intento último para apropiarse de los recursos naturales en su fuente misma, no importándole el destino de los seres humanos y la naturaleza. La burguesía pretende ocultar en determinados periodos su régimen de dictadura, ejercido a través del Estado opresor, hablando en abstracto de libertad y de democracia, pero la defensa de sus mezquinos intereses la llevan inevitablemente a imponer regímenes de excepción constitucional.  El capitalismo, más aún en su fase superior, no sucumbirá presa de sus propias contradicciones; por tanto, sigue en pie la tarea de la construcción del ejército de sepulturer@s que dé cuenta de su destrucción.

IV

Con el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917, uno de los rasgos más sobresalientes es el carácter planetario que ha adquirido el proceso de revolución social socialista. Todos los continentes han sido sacudidos por la historia y el desarrollo del capitalismo a escala mundial. El que diversos procesos revolucionarios hayan podido triunfar en numerosos países atrasados demuestra que todas las naciones tienen condiciones objetivas suficientes para realizar la revolución socialista; que no hay proletariados "maduros e inmaduros". Las luchas por la liberación nacional, las condiciones mínimas de vida, contra el patriarcado, la defensa irrestricta de los derechos humanos y de protección de la naturaleza, se deben transformar, a través de un proceso de revolución permanente e ininterrumpida, en revoluciones sociales, demostrándose –en la práctica- que sin el derrocamiento de la burguesía no hay posibilidades efectivas de realizar las tareas democráticas pendientes y que estas se deben combinar, en lo inmediato, con medidas socialistas.
Hoy en día, las luchas sociales populares, las revolucionarias, se han ido atomizando, haciéndose muy locales y separadas de las otras de los siguientes niveles (provinciales, regionales y más aún de las nacionales), así como circunscritas a unos pocos sectores o frentes sociales. Una excepción a lo anterior, en cuanto a sus niveles de organización y combate, que han ido de menos a más, ha sido el del pueblo-nación Mapuche. Además, aún no se logran coordinar efectivas luchas antiimperialistas al nivel internacional. En estos tiempos, el imperialismo está en una posición hegemónica; ha logrado mundializar y transnacionalizar el capital financiero. Por ende, debemos ser humildes, llevando el sentido de las luchas desde lo simple a lo complejo; de las demandas inmediatas a las más políticas, politizando todas las luchas economicistas; de lo local a lo nacional y de ahí a lo internacional. No obstante, la misma transnacionalización nos ayuda para extender la lucha, pues todas las partes del sistema capitalista mundial han sido interrelacionadas a un grado extremo por los propios sectores dominantes mundiales.
Mientras la revolución no triunfe en los países altamente industrializados siempre se cernirá sobre nosotros el peligro de una guerra nuclear o la debacle total de la naturaleza y no se podrá alcanzar la sociedad sin clases. El imperialismo no será derrocado por medio de la mera competencia económica entre regímenes sociales opuestos ni por el recurso de la coexistencia pacífica, sino mediante la revolución socialista en sus propios bastiones. Lo anterior no obsta a que la primera tarea en las formaciones sociales periféricas sea el acometimiento de la revolución social socialista, descartando de plano el reformismo, la colaboración de clases y la vacilación, pero también desechando el culto a la personalidad, la dictadura del partido por sobre toda otra consideración y el establecimiento de vaticanos ideológicos; en suma, de toda práctica reñida con la construcción del Socialismo, el cual se debe ir prefigurando desde ya.

V

Las condiciones objetivas están más que maduras para el derrocamiento del sistema capitalista.  Si bien Chile ha tenido un crecimiento capitalista relativo, con cierta preeminencia del sector económico terciario, sigue siendo una formación social semicolonial, de desarrollo capitalista atrasado, desigual y combinado. Los sectores dominantes burgueses se  encuentran entrelazados de manera subordinada al capital monopólico-financiero transnacional. Dentro de ese marco, sólo cabe para l@s revolucionari@s y el movimiento popular la lucha ininterrumpida por la liberación nacional y el Socialismo, combatiendo las falsas ilusiones acerca de una supuesta burguesía ‘progresista’, la colaboración de clases y de la apelación a ciertos ‘atajos’ dentro del enfrentamiento clasista. A pesar de la más que centenaria experiencia de lucha popular en nuestra formación, el reformismo, el neorreformismo y ciertos movimientos autodenominados ‘progresistas’ insisten en traicionar los intereses del proletariado, del conjunto de l@s explotad@s, al llevarles una y otra vez a transitar por caminos que no hacen más que avalar el sistema de dominación, fragmentando sus luchas y escamoteando de paso la verdadera problemática de fondo, la cuestión del poder. De ahí que la crisis de la humanidad y de nuestra formación se vea cristalizada en la crisis de la dirección revolucionaria. Tras la instalación de la democracia patronal -en marzo de 1990- dicha crisis no ha hecho más que intensificarse, por lo que para tod@ aquel/lla que aspire al cambio revolucionario en nuestro país sólo cabe levantar una política que apunte a fortalecer todo el poder de los pueblos y l@s trabajador@s en su lucha contra los explotadores y aquellos que les apoyan. Dicha estrategia de l@s explotad@s y postergad@s no puede, no debe dejar de considerar la capacidad efectiva material y ofensiva capaz de sostener la lucha hasta el final.

VI
En más de 200 años de gobierno, las clases dominantes chilenas han entregado –a cambio de sus correspondientes 30 piezas de plata- nuestras principales fuentes de riqueza a las fuerzas del imperialismo, hipotecando la independencia nacional con pactos y compromisos internacionales de tipo económico, político y militar; han convertido a Chile en un ejemplo mundial de desigualdad social, con desprecio del ser humano y del medioambiente, transformando todos los derechos humanos fundamentales en viles mercancías. La burguesía y quienes la defienden en la esfera de la política, alentados por el imperialismo y los usureros del crédito internacional, han impuesto a las grandes mayorías nacionales sueldos y jubilaciones de hambre; han coartado todo posible desarrollo nacional a causa de una deuda externa espuria y antinacional; han llevado a la quiebra, restándoles el apoyo crediticio y tecnológico, a extensos sectores de la pequeña y mediana burguesía cuya producción se orientaba al mercado interno. A fin de cautelar sus prebendas, los sectores dominantes han debido blindar la impunidad respecto de los graves crímenes cometidos contra los pueblos y l@s trabajador@s tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, y han aplicado sin más su institucionalidad, plasmada en la constitución política de 1980. 
Debemos combatir para expulsar al imperialismo, nacionalizar sus intereses en Chile, romper con los pactos que nos han sido impuestos, desconocer la deuda externa y profundizar nuestras relaciones con aquellos países que luchan por defender su soberanía ante el imperio.  Ratificamos que nuestra lucha apunta a superar el imperialismo, el capitalismo y el patriarcado. Asimismo, ratificamos el carácter internacionalista y esencialmente latinoamericanista de esa lucha, conformando y fortaleciendo las redes entre l@s que luchan en nuestra América para la verdadera liberación continental, por un continente Socialista.


VII

Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda, así como del neoreformismo, defraudan las esperanzas de los pueblos y los trabajadores. En vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía, se limitan a plantear reformas al régimen capitalista, en el terreno de la colaboración de clases; olvidan el ejercicio de la acción directa y la tradición revolucionaria de los pueblos y l@s trabajador@s. Incluso, sostienen que se puede alcanzar el socialismo por la "vía pacífica y parlamentaria", como si alguna vez en la historia de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.
El MIR rechaza la teoría de la "vía pacífica" al Socialismo. Reafirmamos el principio revolucionario de que el único camino para derrocar al régimen capitalista es alentar y potenciar las formas y métodos de lucha que el propio proletariado chileno y el conjunto de l@s explotad@s se ha dado desde los combates antidictatoriales, y desde antes, tales como la huelga legal e ilegal, la ocupación de tierras y las corridas de cercos, las tomas de fábricas y terrenos, los grupos de auto-defensa, la propaganda armada, la lucha guerrillera urbana y rural, los choques callejeros con la reacción y la represión, etc.

VIII

Frente a estos hechos, hemos asumido la responsabilidad histórica de refundar el MIR para contribuir a la unificación, por encima de todo sectarismo, a los grupos militantes revolucionarios que estén dispuestos a emprender rápida, pero seriamente, la preparación y organización de la Revolución Socialista Chilena.
El MIR se define como una organización política del campo popular chileno, regida por los principios del centralismo democrático. Asume los conceptos marxianos del materialismo histórico y dialéctico como una guía para la acción, enriquecidos ellos por el aporte de toda la teoría revolucionaria elaborada en las últimas décadas, la cual debe servirnos para censar la realidad de nuestra formación social, sus contradicciones e interrelaciones, la composición y el alineamiento clasista, la vinculación dialéctica entre los sujetos sociales, su relación con las otras formaciones capitalistas periféricas de América Latina y el imperialismo, etc., a fin de elaborar la teoría para la praxis revolucionaria en la formación social chilena.


MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
M.I.R.

Coordinadora Nacional MIR

Copiapó, Chile, febrero 24 de 2019

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