martes, 25 de agosto de 2020

Neolenguaje, Chamullo Constituyente ¿o recuperar la mística del 18 de octubre de 2019 y tomar el cielo por asalto?




¿Vamos a decir que NO, o vamos a decir que SÍ?

En 1988 el lenguaje fue utilizado por parte de la clase dominante tomando como base la oposición a la dictadura militar.  Era conveniente que la palabra NO fuera la que marcaran quienes creyeron en el cheque julero de que era posible la derrota política de la junta militar supeditada al capital monopólico-financiero.  A la par, la campaña del NO levantó la imagen de una mujer y un hombre ganador, exitoso, de “los nuevos tiempos”.  Sabemos que finalmente el NO ganó en las urnas, pero lo que en realidad triunfó fue el SÍ, el sí a la constitución política de 1980.  Fueron 30 años, nada menos que 30 años de sufrimiento, de una política sistemática de pico en el ojo, en ambos, 30 años de injusticia e impunidad, 30 años en que sólo un puñado se atrevió a cuestionar siendo tratados como loc@s, como desubicad@s, como resentid@s.  Pero llegó el 18 de octubre de 2019.

LA HISTORIA SE REPITE, PERO AHORA FRANCAMENTE COMO UNA COMEDIA, una mala comedia

El engaño fue colosal, ha sido la más impresionante de las imposturas de la Historia de Chile.  Recordemos que la concertación llegaba al aparato ejecutivo señalando que iba a revisar las privatizaciones ocurridas en dictadura, lo que nunca sucedió, al igual que en otros ámbitos de la vida social.

Tuvo que llegar el 18 de octubre de 2019 con el impulso de los jóvenes para hacer trizas la normalidad capitalista lograda desde el 11 de marzo de 1990, con una “paz social” similar a la paz de los cementerios.  El trabajo ideológico de la clase dominante a través de sus sirvientes, es decir, los partidos políticos de la derecha, la concertación luego ex concertación hoy nueva mayoría, sumándose el frente amplio y la mesa de unidad social, ha sido de lujo: lograron la total penetración ideológica en millones, volviendo a sellar en sus pensamientos que la vía electoral es la fórmula para solucionar los conflictos sociales, económicos, políticos, culturales. 

Ha sido tal el nivel de desdoblamiento entre la realidad y la falsa creencia que no hace mucho se hizo pasar como “un triunfo popular” la entrega del 10% de los fondos previsionales a sus legítimos dueños l@s Trabajador@s cuando en realidad lo que significó y significa es que l@s propi@s Trabajador@s están pagando la crisis y de paso se mejoran los indicadores económicos al producirse el gasto de ese 10%, que no por arte de magia, sino que por la propiedad de las fuentes y medios de producción y distribución vuelve a los grupos económicos dueños de Chile.

Otro tanto sucede con el proceso constituyente (en donde ahora se ocupa el aspecto positivo, o sea “apruebo”) que es convocado por el propio Piñera y avalado por el acuerdo de paz del congreso nacional.  Ante ese llamado, decimos, fuerte y claro: ni apruebo ni rechazo, todo se conquista en las calles.  Cuando se inició la campaña, a través de las redes sociales con esta consigna surgieron muchos epítetos como “son de la derecha”, “son infiltrados de la derecha” o son “agentes de piñera”.  Luego, con la lectura de la ley 21.200 y exponiendo lo que realmente se ha de votar en el plebiscito constituyente, los epítetos fueron variando a por ejemplo “son ultraizquierdista sectarios”…Sin embargo, en los últimos días, personeros de la derecha (entre ellos Joaquín Lavín[1]) están abiertamente llamando a votar apruebo.  Con esto, cumplen dos objetivos: salvar el pellejo, o el culo en buen chileno, para las futuras elecciones en donde se puedan presentar y segundo, mantener la institucionalidad dictatorial supeditada a la burguesía monopólico-financiera contenida en la constitución política de 1980, a la cual sólo se le ha de cambiar el año…mediante mecanismos que ya veremos.

La Ley 21.200[2], que ojalá sea leída por quienes fervorosamente están por participar en el chamullo constituyente, es el marco legal que regula el nuevo fraude que se avecina.  En su artículo 133 podemos leer: …”La Convención deberá aprobar las normas y el reglamento de votación de las mismas por un quórum de dos tercios de sus miembros en ejercicio…La Convención no podrá alterar los quórum ni procedimientos para su funcionamiento y para la adopción de acuerdos”.  Luego, si no existe el quórum solicitado, se mantiene lo establecido en la constitución dictatorial y terrorista de 1980.  El artículo 135 fija las reglas del juego y señala claramente que si a alguien se le ocurre realmente hacer cambios concretos, eso está prohibido: “En conformidad al artículo 5º, inciso primero, de la Constitución, mientras la Convención esté en funciones la soberanía reside esencialmente en la Nación y es ejercida por el pueblo a través de los plebiscitos y elecciones periódicas que la Constitución y las leyes determinan y, también, por las autoridades que esta Constitución establece. Le quedará prohibido a la Convención, a cualquiera de sus integrantes o a una fracción de ellos, atribuirse el ejercicio de la soberanía, asumiendo otras atribuciones que las que expresamente le reconoce esta Constitución…El texto de Nueva Constitución que se someta a plebiscito deberá respetar el carácter de República del Estado de Chile, su régimen democrático, las sentencias judiciales firmes y ejecutoriadas y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.”

Es decir, a esta altura lo claro es que la derecha va a votar apruebo y la derecha va a votar rechazo, o sea, ambas fórmulas le sirven para mantener todo igual, pero dar la sensación de participación, de que se puede opinar y la cacha de la espada.  Es hora de romper el inmovilismo que se ha producido en el Campo Popular desde el 31 de julio a la fecha en que esto se escribe.

El camino que le queda a la Izquierda es proseguir la senda fijada el 18 de octubre de 2019.  Fortalecer las Asambleas Populares, las Asambleas Territoriales, levantarlas donde no existan.  Establecer la necesaria unidad en la acción y avanzar a través de la protesta popular.

Tomar el cielo por asalto es posible.  Siempre ha sido posible.

BRIGADA DE PROPAGANDA MIR LUIS ALBERTO BARRA GARCÍA
Agosto 25 de 2020
Porque en cada agosto renace la esperanza.

PD: Dejamos un fragmento de George Orwell.



NEOLENGUA
George Orwell, “1984” - novela publicada en 1949 (fragmento)

—La decimoprimera edición es la definitiva —dijo—. Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos. De las palabras que contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del año 2050—. Dio un hambriento bocado a su pedazo de pan y se lo tragó sin dejar de hablar con una especie de apasionamiento pedante. Se le había animado su rostro moreno, y sus ojos, sin perder el aire soñador, no tenían ya su expresión burlona.

—La destrucción de las palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto, las principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay centenares de nombres de los que puede uno prescindir. No se trata sólo de los sinónimos. También los antónimos. En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bueno», ¿qué necesidad hay de la contraria, «malo»? Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no. Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra «bueno», ¿qué sentido tienen esas confusas e inútiles palabras «excelente, espléndido» y otras por el estilo? Plusbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y dobleplusbueno sirve perfectamente para acentuar el grado de bondad. Es el superlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero en la versión final de la neolengua se suprimirán las demás pala­bras que todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá expresarse con seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la belleza que hay en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano —añadió después de reflexionar un poco.

Al oír nombrar al Gran Hermano, el rostro de Winston se animó automáticamente. Sin embargo, Syme descubrió inmediatamente una cierta falta de entusiasmo.

—Tú no aprecias la neolengua en lo que vale —dijo Syme con tristeza—. Incluso cuando escribes sigues pensando en la antigua lengua. He leído algunas de las cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero no pasan de traducciones. En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día? Winston no lo sabía, naturalmente. Sonrió —creía hacerlo agradablemente— porque no se fiaba de hablar. Syme comió otro bocado del pan negro, lo masticó un poco y siguió:

— ¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre? Y en la onceava edición nos acercamos a ese ideal, pero su perfeccionamiento continuará mucho des­pués de que tú y yo hayamos muerto. Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay justificación alguna para cometer un crimen por el pensamiento. Sólo es cuestión de autodisciplina, de control de la realidad. Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta. Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es neolengua —añadió con una satisfacción mística—. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como ésta que ahora sostenemos?

—Excepto… —empezó a decir Winston, dubitativo, pero se interrumpió alarmado.

Había estado a punto de decir «excepto los proles»; pero no estaba muy seguro de que esta observación fuera muy ortodoxa. Sin embargo, Syme adivinó lo que iba a decir.

—Los proles no son seres humanos —dijo—. Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron… sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la literatura del Partido cambiará; hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud» cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia.

De pronto tuvo Winston la profunda convicción de que uno de aquellos días vaporizarían a Syme. Es demasiado inteligente. Lo ve todo con demasiada claridad y habla con demasiada sencillez. Al Partido no le gustan estas gentes. Cualquier día desaparecerá. Lo lleva escrito en la cara.” (Págs. 52-55).

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