¿Vamos
a decir que NO, o vamos a decir que SÍ?
En
1988 el lenguaje fue utilizado por parte de la clase dominante tomando como
base la oposición a la dictadura militar.
Era conveniente que la palabra NO fuera la que marcaran quienes creyeron
en el cheque julero de que era posible la derrota política de la junta militar
supeditada al capital monopólico-financiero.
A la par, la campaña del NO levantó la imagen de una mujer y un hombre
ganador, exitoso, de “los nuevos tiempos”.
Sabemos que finalmente el NO ganó en las urnas, pero lo que en realidad
triunfó fue el SÍ, el sí a la constitución política de 1980. Fueron 30 años, nada menos que 30 años de
sufrimiento, de una política sistemática de pico en el ojo, en ambos, 30 años
de injusticia e impunidad, 30 años en que sólo un puñado se atrevió a
cuestionar siendo tratados como loc@s, como desubicad@s, como resentid@s. Pero llegó el 18 de octubre de 2019.
LA
HISTORIA SE REPITE, PERO AHORA FRANCAMENTE COMO UNA COMEDIA, una mala comedia…
El
engaño fue colosal, ha sido la más impresionante de las imposturas de la
Historia de Chile. Recordemos que la
concertación llegaba al aparato ejecutivo señalando que iba a revisar las
privatizaciones ocurridas en dictadura, lo que nunca sucedió, al igual que en
otros ámbitos de la vida social.
Tuvo
que llegar el 18 de octubre de 2019 con el impulso de los jóvenes para hacer
trizas la normalidad capitalista lograda desde el 11 de marzo de 1990, con una “paz
social” similar a la paz de los cementerios.
El trabajo ideológico de la clase dominante a través de sus sirvientes,
es decir, los partidos políticos de la derecha, la concertación luego ex concertación
hoy nueva mayoría, sumándose el frente amplio y la mesa de unidad social, ha
sido de lujo: lograron la total penetración ideológica en millones, volviendo a
sellar en sus pensamientos que la vía electoral es la fórmula para solucionar los
conflictos sociales, económicos, políticos, culturales.
Ha
sido tal el nivel de desdoblamiento entre la realidad y la falsa creencia que
no hace mucho se hizo pasar como “un triunfo popular” la entrega del 10% de los
fondos previsionales a sus legítimos dueños l@s Trabajador@s cuando en realidad
lo que significó y significa es que l@s propi@s Trabajador@s están pagando la
crisis y de paso se mejoran los indicadores económicos al producirse el gasto
de ese 10%, que no por arte de magia, sino que por la propiedad de las fuentes
y medios de producción y distribución vuelve a los grupos económicos dueños de
Chile.
Otro
tanto sucede con el proceso constituyente (en donde ahora se ocupa el aspecto
positivo, o sea “apruebo”) que es convocado por el propio Piñera y avalado por
el acuerdo de paz del congreso nacional.
Ante ese llamado, decimos, fuerte y claro: ni apruebo ni rechazo, todo
se conquista en las calles. Cuando se inició
la campaña, a través de las redes sociales con esta consigna surgieron muchos epítetos
como “son de la derecha”, “son infiltrados de la derecha” o son “agentes de
piñera”. Luego, con la lectura de la ley
21.200 y exponiendo lo que realmente se ha de votar en el plebiscito
constituyente, los epítetos fueron variando a por ejemplo “son
ultraizquierdista sectarios”…Sin embargo, en los últimos días, personeros de la
derecha (entre ellos Joaquín Lavín[1]) están abiertamente
llamando a votar apruebo. Con esto,
cumplen dos objetivos: salvar el pellejo, o el culo en buen chileno, para las
futuras elecciones en donde se puedan presentar y segundo, mantener la
institucionalidad dictatorial supeditada a la burguesía monopólico-financiera
contenida en la constitución política de 1980, a la cual sólo se le ha de
cambiar el año…mediante mecanismos que ya veremos.
La
Ley 21.200[2], que ojalá sea leída por
quienes fervorosamente están por participar en el chamullo constituyente, es el
marco legal que regula el nuevo fraude que se avecina. En su artículo 133 podemos leer: …”La
Convención deberá aprobar las normas y el reglamento de votación de las mismas
por un quórum de dos tercios de sus miembros en ejercicio…La Convención no
podrá alterar los quórum ni procedimientos para su funcionamiento y para la
adopción de acuerdos”.
Luego, si no existe el quórum solicitado, se mantiene lo establecido en
la constitución dictatorial y terrorista de 1980. El artículo 135 fija las reglas del juego y
señala claramente que si a alguien se le ocurre realmente hacer cambios concretos,
eso está prohibido: “En conformidad al artículo 5º, inciso primero, de la Constitución,
mientras la Convención esté en funciones la soberanía reside esencialmente en
la Nación y es ejercida por el pueblo a través de los plebiscitos y elecciones
periódicas que la Constitución y las leyes determinan y, también, por las
autoridades que esta Constitución establece. Le quedará prohibido a la
Convención, a cualquiera de sus integrantes o a una fracción de ellos,
atribuirse el ejercicio de la soberanía, asumiendo otras atribuciones que las
que expresamente le reconoce esta Constitución…El texto de Nueva Constitución
que se someta a plebiscito deberá respetar el carácter de República del Estado
de Chile, su régimen democrático, las sentencias judiciales firmes y
ejecutoriadas y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes.”
Es
decir, a esta altura lo claro es que la derecha va a votar apruebo y la derecha
va a votar rechazo, o sea, ambas fórmulas le sirven para mantener todo igual,
pero dar la sensación de participación, de que se puede opinar y la cacha de la
espada. Es hora de romper el inmovilismo
que se ha producido en el Campo Popular desde el 31 de julio a la fecha en que
esto se escribe.
El
camino que le queda a la Izquierda es proseguir la senda fijada el 18 de
octubre de 2019. Fortalecer las
Asambleas Populares, las Asambleas Territoriales, levantarlas donde no existan. Establecer la necesaria unidad en la acción y
avanzar a través de la protesta popular.
Tomar
el cielo por asalto es posible. Siempre
ha sido posible.
BRIGADA DE PROPAGANDA MIR LUIS ALBERTO BARRA GARCÍA
Agosto
25 de 2020
Porque
en cada agosto renace la esperanza.
PD:
Dejamos un fragmento de George Orwell.
NEOLENGUA
George
Orwell, “1984” - novela publicada en 1949 (fragmento)
—La
decimoprimera edición es la definitiva —dijo—. Le estamos dando al idioma su
forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando
terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás,
seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas
palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de
palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos. De las
palabras que contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del
año 2050—. Dio un hambriento bocado a su pedazo de pan y se lo tragó sin dejar
de hablar con una especie de apasionamiento pedante. Se le había animado su
rostro moreno, y sus ojos, sin perder el aire soñador, no tenían ya su
expresión burlona.
—La
destrucción de las palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto, las
principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay
centenares de nombres de los que puede uno prescindir. No se trata sólo de los
sinónimos. También los antónimos. En realidad ¿qué justificación tiene el
empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra
contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una
palabra como «bueno», ¿qué necesidad hay de la contraria, «malo»? Nobueno sirve
exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra exactamente contraria a
«bueno» y la otra no. Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra
«bueno», ¿qué sentido tienen esas confusas e inútiles palabras «excelente,
espléndido» y otras por el estilo? Plusbueno basta para decir lo que es mejor
que lo simplemente bueno y dobleplusbueno sirve perfectamente para acentuar el
grado de bondad. Es el superlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero
en la versión final de la neolengua se suprimirán las demás palabras que
todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá
expresarse con seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la
belleza que hay en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano
—añadió después de reflexionar un poco.
Al
oír nombrar al Gran Hermano, el rostro de Winston se animó automáticamente. Sin
embargo, Syme descubrió inmediatamente una cierta falta de entusiasmo.
—Tú
no aprecias la neolengua en lo que vale —dijo Syme con tristeza—. Incluso
cuando escribes sigues pensando en la antigua lengua. He leído algunas de las
cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero no pasan de
traducciones. En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su
vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la
destrucción de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del
mundo cuyo vocabulario disminuye cada día? Winston no lo sabía, naturalmente.
Sonrió —creía hacerlo agradablemente— porque no se fiaba de hablar. Syme comió
otro bocado del pan negro, lo masticó un poco y siguió:
—
¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento,
estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo
imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental
si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo
significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados
secundarios eliminados y olvidados para siempre? Y en la onceava edición nos
acercamos a ese ideal, pero su perfeccionamiento continuará mucho después de que
tú y yo hayamos muerto. Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de
la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay
justificación alguna para cometer un crimen por el pensamiento. Sólo es
cuestión de autodisciplina, de control de la realidad. Pero llegará un día en
que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la lengua sea
perfecta. Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es neolengua —añadió con una
satisfacción mística—. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde
hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como
ésta que ahora sostenemos?
—Excepto…
—empezó a decir Winston, dubitativo, pero se interrumpió alarmado.
Había
estado a punto de decir «excepto los proles»; pero no estaba muy seguro de que
esta observación fuera muy ortodoxa. Sin embargo, Syme adivinó lo que iba a
decir.
—Los
proles no son seres humanos —dijo—. Hacia el 2050, quizá antes, habrá
desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura
del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron… sólo
existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy
diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la
literatura del Partido cambiará; hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a
tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud» cuando el concepto de
libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad,
no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia
significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la
inconsciencia.
De
pronto tuvo Winston la profunda convicción de que uno de aquellos días
vaporizarían a Syme. Es demasiado inteligente. Lo ve todo con demasiada
claridad y habla con demasiada sencillez. Al Partido no le gustan estas gentes.
Cualquier día desaparecerá. Lo lleva escrito en la cara.” (Págs. 52-55).
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