sábado, 19 de septiembre de 2020

MIR:55 AÑOS JUNTO AL PUEBLO, HACIENDO CONCIENCIA Y LUCHANDO POR LA REVOLUCION –Parte IX

 

"La otra política [la de los revolucionarios] (…) sostiene que las contradicciones entre explotadores y explotados se mantienen y agudizan. (…) que es necesario apoyarse en la fuerza y movilización organizada de las masas, rechazando toda expresión de dogmatismo y sectarismo en el seno del pueblo. (…) rechaza la tendencia a asignar al Gobierno Popular un carácter neutral y exige que la fuerza de Gobierno se sume a la fuerza del pueblo para impulsar y encauzar la Revolución Chilena"

–UP (sin el PC) y MIR de Concepción, Asamblea Popular Provincial, mayo 72

 

 

El período prerrevolucionario, de la esperanza popular a la hecatombe golpista: fines de 1971 – octubre de 1972

 

A fines de 1971, si bien la UP se esforzaba por cumplir con las 40 medidas de su programa, no mostraba muchos logros en cuanto a armar políticamente a las clases y capas subalternas y alentar su organización revolucionaria. Las derechas económica, política y mediática, gracias a tales debilidades y notando cierta permisividad hacia ellas, lograban recuperarse de la derrota política sufrida un año antes y daban los primeros pasos para organizar una contraofensiva. Para ello desarrollan un ataque simultáneo en los terrenos ideológico, parlamentario y fuera del Congreso y no trepidan en violentar la legalidad cuando conviene a sus intereses. Ejemplos de esto fueron la marcha de mujeres con ollas del Barrio Alto capitalino, 1/12/71, que sirvió de pretexto para la arremetida de fuerzas de choque de Patria y Libertad (P y L), y la recuperación violenta por parte de latifundistas de fundos expropiados o disputados con comunidades campesinas y mapuche, sobre todo en las actuales VIII y IX regiones (ver PF 156, abril 72 y 158, mayo 72).

 

Frente al contraataque reaccionario, las fuerzas de UP responden con su “Declaración de Diciembre”, del 20/12/71. En síntesis, reivindican la serie de nacionalizaciones emprendidas; el combate a la pobreza; su política internacional y las relaciones con países que construían sus formas de Socialismo; reafirman la continuidad de la reforma agraria y el desmantelamiento de algunos enclaves monopólicos, etc. En lo económico, la nueva iniciativa del gobierno y la UP se centraba en mejorar la producción, ensanchando y exprimiendo al máximo el aparato productivo estatal y expropiado, utilizando los mayores ingresos creados para mejorar el nivel de vida del proletariado. En lo político, frente al rebrote de la derecha-imperialismo, intiman a la clase trabajadora a que apoye las iniciativas que pueda disponer el gobierno, en términos de masa y ni siquiera se hace referencia a los pocos CUP remanentes (PF 148, documento, enero 1972). Sin embargo, no se pronuncian sobre el despliegue de los embriones de Poder Popular -que se multiplicaban en las ciudades y campos- ni muestran una clara disposición para organizarse y enfrentar en la práctica a sus declarados enemigos.   

 

El MIR cae en cuenta que el grueso de la UP no avanzará más allá de los límites que le impone el régimen burgués y que sus directivas soslayan el hecho que la reacción prepara y agrupa sus fuerzas para dejar caer su golpe en el momento propicio, sin parar mientes en medidas legalistas en su contra. Pero, no sólo el MIR vislumbra el ominoso hado del proceso. Fidel Castro, luego de poner fin a su histórica gira a Chile, en su discurso de despedida en un repleto Estadio Nacional (2/12/71), advierte: “(…) no estamos completamente seguros que en este singular proceso el pueblo, (…) haya estado aprendiendo más rápidamente que los reaccionarios y que los antiguos explotadores. / (…) y nosotros creemos sinceramente que el aprendizaje (…) de los reaccionarios ha ido más rápido que el de las masas”. Y más adelante: “¡El adversario gana terreno en el engaño, en la confusión, en la ignorancia, en la falta de conciencia de los problemas!” (PF 146, documento, dic. 1971).

 

Si bien existía un respeto mutuo y una fluida relación entre la dirección del MIR y Allende, especialmente con Miguel y su sobrino Andrés Pascal (Pituto), que el Chicho definía así: “No tengo el menor resentimiento contra el MIR. Los desacuerdos que tenían conmigo, aquí mismo los discutían, los exponían. (…) Nunca me dieron un golpe por la espalda, (…) me advertían con anticipación cuando iban a combatirme públicamente. Los respeto” (Biografía de Miguel Enríquez E., P. Naranjo), ante las debilidades del gobierno y la coalición que lo respaldaba, en abril 1972 el MIR lanza con fuerza su táctica de Polo de reagrupamiento de los revolucionarios de dentro y fuera de la UP, así como de impulso del proceso de cambios en hombros de la organización e iniciativa populares (La posición del MIR. Discurso proclamación candidatos a la CUT del FTR y MCR, 22/4/72). En esa línea, poco antes había decidido apoyar –excepcionalmente- un par de candidaturas unitarias de la izquierda en Linares, Colchagua y O’Higgins para unas complementarias (en la oposición, la DC, el PN y grupos menores venían desde algún tiempo formando un solo bloque), dentro de un acuerdo mínimo, pero que igualmente superaba lo electoral y el limitado programa UP, conformando una plataforma que recogía intereses del campesinado y su organización, el Consejo Provincial, y de sectores urbanos pobres (ver la Declaración de Linares, en PF 148, enero 1972). Por entonces, en la zona centro-sur del país la CORA avanzaba a paso lento en la expropiación de latifundios, dando pie a la paradoja de latifundistas que ‘legalmente’ los desarticulaban o saboteaban, mientras que los campesinos caían en una aparente ilegalidad al intentar resguardarlos. Pero tal despropósito comenzó a cambiar gracias a que, con mayores grados de desarrollo en conciencia y organización, el campesinado consigue reunir las fuerzas suficientes para lidiar con la reacción y también para imponerse a la instancia estatal. Y aquel acuerdo UP-MCR-MIR vino a ser un espaldarazo al revolucionario proceso que se multiplicaba en el agro.  

 

El MIR continúa desarrollándose en distintas localidades y provincias, así como en diversos frentes sociales. Esto ocurre con mayor rapidez en aquellos sectores populares más explosivos: campesinos de subsistencia, mapuche, estudiantes, trabajador@s no pertenecientes a la gran industria o a sectores tradicionales de la misma (primando en estas el sindicalismo reformista), pobladores sin casa, etc. Impulsa la acción directa popular; la toma de terrenos, fundos y fábricas; las corridas de cerco, manifestaciones callejeras, etc., formas de lucha que logran potenciar el crecimiento, tanto del partido como de la Fuerza Social Revolucionaria (FSR), en una táctica que también incluía el despliegue de los frentes intermedios. En palabras de Hernán ‘Nancho’ Aguiló (“Sobre el quehacer político del MIR. Entrevista a Hernán Aguiló Martínez”), entonces dirigente nacional FTR-CUT, previo al Golpe el partido había logrado constituir cerca de 20 GPM en la R. Metropolitana y alrededores: Stgo., San Antonio, Colina, Buin, Paine, etc., nacidas a partir de bases madres, con 20 a 30 militantes cada uno (más otros tantos aspirantes y simpatizantes) y que internamente se agrupaban en bases de unos 5 compañer@s. Cada uno GPM debía desarrollar tareas en 3 áreas: Política de Masas, Miliciano-Militar y Agitación y Propaganda (AGP), y se relacionaban con un territorio social determinado. Por ejemplo, el GPM4 centraba sus acciones en Cerrillos-Maipú y tenía influencia en industrias medianas como Perlak, Cintac, Compac, Inapis, etc., y algunas grandes, como Fensa, pero también operaba políticamente hacia el Maipú rural, donde su ascendiente alcanzó un máximo a mediados de 1973. Un grave problema de seguridad se fue dando a raíz del quehacer de estos GPM durante el período, puesto que, si bien formalmente eran clandestinos, la praxis de l@s camaradas que integraban sus bases, agitativa y abierta y las más de las veces vinculadas a algún frente intermedio, les impidió mantener ocultas sus identidades y el conocimiento entre sus integrantes y encargados. Eran los costos de intentar ganar la conducción del movimiento popular al reformismo y de construir con premura la FSR, tareas ambas que permitirían consumar la revolución.

 

En lo político-ideológico, el MIR logra concordar y fortalecer su identidad. Depura y aplica a un período prerrevolucionario las conceptualizaciones del Programa y Tesis de 1965, enriquecidas con los aportes de 2 Congresos partidarios y homogeneiza una estrategia de poder compartida por el colectivo, la cual preveía la necesidad de organizar la revolución popular armada como único camino para derrocar el régimen capitalista, advirtiendo que la etapa abierta por la UP sólo había postergado el inevitable y violento duelo de clases. En lo táctico-estratégico y para lograr dar cuenta de lo anterior, se requería de la preparación y despliegue de una Guerra Popular con desenlace insurreccional. Se puede constatar que prima una organización de tipo leninista, de cuadros, con ampliación de facultades de la Comisión Política, con un CC que se encarga de tareas específicas, y en que –lamentablemente- se va rigidizando la participación de las bases en la política partidaria. Sobre esto último, digamos que los críticos de tal restricción a la democracia interna nada dijeron en su momento sobre ello, cuando inclusive tenían cargos de dirección (ver Ferrada Noli y . Sobre la lucha ideológica, siempre estaba referida a la situación social y política concreta, dando pie al MIR a entregar su opinión sobre todo hecho significativo y contestando permanentemente el discurso de la reacción y el reformismo. Para impulsar tal quehacer se contó con la colaboración de intelectuales muy destacados, como Andre Gunder Frank, Vasconi, Ruy Mauro Marini (que llegó a ser miembro del CC), Teotonio Dos Santos, etc. Ellos apoyaron en fundamentar teóricamente la propuesta revolucionaria mirista.

 

Durante el periodo, se ampliaron los contactos y relaciones a nivel internacional. Viriato y miembros de la Dirección viajan en numerosas oportunidades a Cuba para estrechar relaciones con el gobierno revolucionario y discutir acuerdos específicos de apoyo para la formación de combatientes. El MIR dio su respaldo a movimientos de liberación y revolucionarios de todo el “Tercer Mundo” e incluso de fuerzas antisistémicas del centro imperialista. El proyecto mirista se caracterizó desde su nacimiento, como lo indica su Programa, por la opción del internacionalismo revolucionario. Lo reafirman las acciones mencionadas, así como las iniciativas y pasos prácticos que dio para la constitución de la Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur, junto a organizaciones hermanas de Argentina (PRT-ERP), Uruguay (MLN-T) y Bolivia (ELN), a fines de 1972 –cuando el MIR organiza un pequeño Zimmerwald en nuestro país- y que terminara bañada en sangre por la Operación Cóndor de las dictaduras vernáculas, en 1977.

 

Un aspecto al cual el MIR dio importancia y pudo lograr un desarrollo significativo en ésta etapa fue el de la "acción comunicativa"; es decir, la capacidad de elaborar, desarrollar y difundir la propuesta revolucionaria a amplios sectores sociales. Una experiencia notable de esta labor –según narra el Pituto- la realizó un equipo que se volcó a los campos para recoger reflexiones de campesinos y mapuche sobre la lucha revolucionaria, sus formas de expresión y sus símbolos, para luego construir con ellos el periódico, afiches y volantes del MCR. En todas las instancias del MIR había un encargado de impulsar y coordinar las actividades de AGP, que a su vez eran respaldadas por talleres locales y regionales (que contaban con medios rudimentarios de reproducción). Se desarrollaron medios informativos nacionales, como El Rebelde (quincenal), periódicos mensuales por frentes (MCR, FTR, etc.), programas de radio, actos públicos, y se organizaban campañas nacionales que coordinaban los esfuerzos del partido y las organizaciones sociales revolucionarias. Se creó una Estructura Nacional encargada de la producción y diseño creativo para difundirse por los diversos medios y soportes comunicacionales, generándose una verdadera "estética mirista". Tempranamente habían comenzado a colaborar en estas labores Manuel Cabieses, director de Punto Final (quien más tarde llegó a ser miembro del CC y de la CP); José Carrasco (miembro del CC); Augusto Carmona, que dirigió la toma del Canal 9; Máximo Gedda y Diana Arón, periodistas de TV; Mario Calderón Tapia, de Valparaíso; Mario Díaz, y muchos periodistas más, que desde los medios en que trabajaban jugaron un papel fundamental. 

 

A mediados de 1972, varias temáticas enfrentan a revolucionarios y reformistas: el tamaño del Área Social; las sanciones a aplicar a los patrones que desmantelaban fábricas y fundos; lucha contra el burocratismo y la corrupción en la administración pública; llevar a la práctica la participación política en tareas de poder de la clase trabajadora, etc. La UP, luego de su ‘Cónclave’ de Lo Curro (fines de mayo. Ver PF 159, junio 72), deja varias de estas materias sin resolver, pero promueve cierto acercamiento a la DC, arguyendo la necesidad de recobrar fuerzas entre las “capas medias” (olvidando que el máximo apoyo obtenido de parte de estas ocurrió con la arremetida inicial de la UP, de septiembre 70-abril 71). Tales pasos sólo logran que la derecha y los democristianos avancen en términos sociales (gran votación en la CUT, junio) y políticos, estrechando el cerco al gobierno con base en el aparato armado, los tribunales y el Parlamento, lo que complementan con una falaz publicidad a cargo de su poderoso aparato mediático. 

 

Poco antes del mentado ‘Cónclave’, se lleva a cabo en Concepción uno de los principales hechos político-sociales en favor del Socialismo del período. El 12 de mayo, en el Foro de la Universidad penquista, se efectúa una Asamblea Popular Provincial (PF 159, junio 72), que reúne a decenas de miles de personas. El antecedente fue un acuerdo para movilizarse unitariamente en caso de hacerlo la reacción, al cual se comprometieron la UP, MIR, CUT, Consejo y Comando Provinciales de Campesinos y Pobladores, federaciones de estudiantes, etc. Lamentablemente, el PC se resta del compromiso e intenta impedir la marcha y concentración convocada para ese viernes 12 (detiene hasta un tren que venía de la zona del carbon). La multitudinaria marcha -15 a 20 mil personas- fue hostigada por el Grupo Móvil (hoy FFEE), quienes apalearon hasta morir al estudiante Eladio Caamaño, pero no evitaron que la columna cruzara la ciudad y desembocara en la Universidad. El reformismo utilizó esa muerte para criticar la política unitaria y la legítima movilización popular, acusando a los convocantes de impulsar un enfrentamiento con el momiaje. El fondo de la cuestión era la existencia de dos visiones sobre cómo llevar adelante el proceso revolucionario: los reformistas y su avance gradual, con apoyo en el Estado de clase y condescendiendo con la sedición para evitar el enfrentamiento vs los revolucionarios y amplios sectores populares que, al enfrentar a la reacción para consumar la revolución y construir su contrapoder, chocaban con ese Estado.

 

Con todo, al mes siguiente (“Reformismo o Revolución”), Miguel anotaba que estaba logrando cristalizar un polo de agrupamiento revolucionario, por la base y por arriba, entre el MIR y la mayor parte de la UP. A la par, Viriato apunta al desarrollo de instancias unitarias entre fuerzas políticas y sociales revolucionarias: los Comandos Comunales y Provinciales.           

 

La entente derecha-DC-USA prosigue su labor de zapa, en diversos planos. Surgen organismos sociales en los sectores acomodados, verdaderos grupos de apoyo al golpismo: PROTECO o “Protección a la Comunidad”, que atacan a quienes apoyan al gobierno o la mera legalidad. En mayo 72, en la municipalidad de Providencia, se desarrolla el primer congreso de Comunidad Organizada, que –en verdad- se orienta a la “defensa contra los comunistas” (PF 168, octubre 1972). En las calles se hacen presentes grupos de choque, cuyos integrantes en sus cascos llevan insignias de la JDC, PN, Comando Rolando Matus, P y L, etc. Este último grupo es liderado por Pablo Rodríguez, cara visible de lo más granado de la reacción golpista y que ratifica impúdicamente el accionar terrorista de la banda. En lo legislativo, el senador y ex ministro de Defensa de Frei, Ernesto Carmona, responsable político de los asesinatos de El Salvador, presenta el proyecto de Control de ‘Grupos Armados’ (pero sólo para los de izquierda). Con el ‘Plan Septiembre’ de la reacción, hubo un atisbo de Golpe, cuando hasta un General -Alfredo Canales- fue señalado como clave, pero aún faltaba conseguir más apoyos (PF 169, octubre 1972).

 

Aquel Plan prosigue en octubre, con una gran ofensiva del golpismo, la mayor de esta etapa. El 11 de ese mes se inicia la huelga de los dueños de camiones, lo que se acompaña con llamados a paralizar la economía por parte de las organizaciones de la burguesía: CPC, SOFOFA, SNA, CChC, Confederaciones y colegios profesionales varios, etc. La ‘Insurrección de Burguesía’, orientada a crear las condiciones para derrocar al presidente Allende, obligó al gobierno, 19/10, a decretar el estado de emergencia en 19 de 24 provincias. La desconfianza de sectores UP en la movilización popular, a pesar que ésta desbordó el país para aplastar la intentona reaccionaria, llevó al gobierno a no apoyarse en ella, sino que recurrió a las FFAA para oponérsele. Sin embargo, la clase trabajadora y la izquierda revolucionaria igualmente pasarían a la ofensiva, no sólo para defender al legítimo gobierno, sino que, además, para avanzar hasta el total cumplimiento de su programa.                    

 

 

Movimiento de Izquierda Revolucionaria

MIR

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