“Papá, explícame para qué sirve la historia”, así comienza el libro “Introducción a la historia” (que desde ya recomendamos leer)[1] de Marc Bloch, dedicado a su amigo y Compañero Lucien Febvre. Con esa sencilla, pero compleja pregunta el pequeño estaba consultando por el estatuto científico de la Historia. Desde ya diremos que la Historia no es una Señora de horca y cuchillo, y aunque sabemos que la Historia juzga, son las mujeres y los hombres, que como portadores-productores-reproductores de estructuras los que hacen la Historia, no siempre como quisieran, pero además, como motor fundamental se debe poner el corazón y la voluntad como nos enseña el Ché Guevara. Todo tiene que ver con la Memoria y de cómo se proyecta hacia el presente y el futuro.
Y nuestras niñas y niños de hoy, 2020, nos preguntarán o se preguntarán en el futuro qué hicimos ante 30 años de injusticia e impunidad, o más bien 47 años exactos.
La clase dominante aterrada ante el alzamiento popular del 18 de octubre de 2019 estimó necesario lanzar el anzuelo de un proceso constituyente, sabiendo que votar es un deporte que gusta a millones, quienes confían que esa acción de algo sirve (y por cierto que sirve: permite consolidar la dominación, la hegemonía como gusta decir a un amigo, de la clase patronal ya dominante por defecto o por la tenencia y propiedad de las fuentes y medios de la producción e intercambio).
En un primer momento, quienes nos opusimos al chamullo constituyente o plebicirco, convocando a no participar en él, fuimos tratados como “infiltrados de la derecha”. Ya después cuando la ley 21.200 se hizo evidente con sus tenebrosos artículos que secuestran la soberanía popular fuimos tildados como “ultraizquierdistas” (fue un paso). Luego, la propia derecha reconoció paternidad del engendro y fue la que pasó a convocar a votar apruebo[2] y marcar la opción convención constitucional. Era y es la confesión de que es la derecha la que necesita que gane el apruebo, la que necesita que se realice el plebiscito, en donde hasta Luscik está preocupado de que se realice de buena forma.
Dicen que es más fácil engañar a alguien que hacerle ver que ha sido engañado. Sigue siendo tan poderoso el influjo de que con un lápiz y un papel se puede derrotar “políticamente” a la dictadura del capital, que la cosa no ha llegado hasta ese punto, angustiante ya de por sí.
Se escucha, se lee, cosas sorprendentes en estos días en Chile, en donde hace ya unos tres meses algunos están diciendo que convención constitucional es asamblea constituyente, por ejemplo, o que “primero ganar el plebiscito y después pasar a asamblea constituyente”, o miles de argumentos que harán palidecer a las futuras generaciones ante tanto autoengaño.
Sin embargo, ya la cosa tomó un castaño oscuro: ahora quienes desde el mismísimo campo popular, quienes objetivamente son explotad@s, quienes son de abajo, quienes han combatido al dictador asesino Piñera y todos los gobierno de turno desde el 11 de marzo de 1990 a la fecha, están llamando a no marchar, a no protestar, llegando incluso a señalar que el 18 de octubre de 2020 no se debe recordar en las calles el inicio del alzamiento popular. Ahora podemos invertir lo que nos decían: ¡¡¡le están haciendo la pega a la derecha!!!
Con todo, las jornadas del 4 y el 11 de septiembre demuestran a las claras que un amplio sector ha tomado ya su decisión y ha manifestado su declaración de voluntad y está dispuesto a proseguir hasta vencer lo iniciado el 18 de octubre de 2019. Por eso se está convocando a cacerolazo nacional para este 18 de septiembre, cuando se cumplen 11 meses de la revuelta popular. Por eso, octubre será un mes de unidad en la acción, de lucha y combate, porque se derrotará la actitud pusilánime, porque “juntos hemos combatido largamente por una historia más amplia y más humana…somos los vencidos provisionales de un injusto destino[3], pero el destino lo hacen los humanos y son los humanos los que lo pueden cambiar.
Brigada de Propaganda MIR Luis Alberto Barra García
Septiembre 16 de 2020.
PD: Guarde el afiche digital en donde se devela la pusilanimidad…la historia juzgará…y la mitad del espíritu es materia, sobre la otra mitad se está averiguando todavía.
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