"(…) el MIR proclama el derecho de los trabajadores del campo y la ciudad, a movilizarse, a levantar las formas de lucha que son necesarias. Si son las tomas de fundos, si son las tomas de fábricas, ése es un camino justo, si se está combatiendo el sabotaje de los momios, si se está combatiendo a la derecha y al imperialismo"
–“Hay que crear una nueva legalidad”, MIR; 26 de julio, 1971
El período prerrevolucionario, de la esperanza popular a la hecatombe golpista: septiembre 1970 – inicios de 1971
Entre el 1º y el 3 de septiembre de 1970, inmediatamente antes de la elección de Allende (4/9/70), el MIR difunde y plantea al conjunto de la izquierda un Plan de Defensa del probable triunfo popular. Este consultaba la constitución de un frente común, bajo una estrategia apoyada en dos vías: 1º, resistir frente a un posible golpe militar o -por lo menos- asegurar el desarrollo de una guerra revolucionaria de largo aliento si no se obtenía lo anterior; 2º, un accionar táctico, que contemplara dos niveles: el “conspirativo” y el “de masas”. Era bastante completo, pues en sus 4 niveles, que iban desde lo operativo (y conspirativo) hasta la organización de una escolta para Allende, se consideraba el trabajo al interior de las fuerzas populares para constituir milicias y despliegue de las organizaciones intermedias (que se habían ido creando al calor de la lucha semiabierta en diversos frentes sociales: FTR, MUI, MCR, JPR etc.); realización de operaciones para obtención de abastecimientos y transporte, además de la fabricación de artefactos caseros; las tareas de red, que buscaban conectar rápidamente distintas ciudades y provincias, y el desarrollo de una red de casas de seguridad para una clandestinización masiva. Parte de ésta propuesta se alcanzó a coordinar con la izquierda revolucionaria y el PS, e incluso se hicieron ensayos para las manifestaciones callejeras del 8/7/70 (Algunos antecedentes del MIR. 1965/1971, Miguel Enríquez).
Cabe destacar que dicho plan derivaba de la constatación del MIR que la UP se enfrentaba a dos alternativas luego del triunfo del 4/9: podía asumir el gobierno sin contratiempos gracias a una conciliación con la DC (y su Estatuto de Garantías) o (como el partido esperaba y de ahí su planificación) que sus sectores revolucionarios empujarían para que no transigiesen, mantuvieran su programa sin aliarse con la DC, enfrentaran la ofensiva reaccionaria y así asegurarse un camino revolucionario y socialista para el novel gobierno (El MIR y el triunfo de Allende, 9/70). Lamentablemente se dio lo primero y la UP inicio su caminar con una ostensible cojera y un horizonte muy limitado.
Sobre aquella primera escolta para Allende (que él mismo solicitara a Miguel), el MIR continuará a su cargo hasta inicios del 71. Poco antes de la salida del partido, su primer encargado, Max ‘Ariel’ Marambio, es reemplazado por Humberto ‘Tonio’ Sotomayor (de la CP), debido a quejas por el maltrato de Ariel a la gente del PS y con una experiencia militar mayor. Acerca de dicha fuerza, ya habíamos mencionado al ‘pelao’ Melo como uno de sus instructores, y también debemos recordar como tal a otro excomando Boina Negra, Jorge Weich, el ‘milico’ Iván, quien posteriormente integraría la Fuerza Central mirista. Al igual que Melo, Iván es un desaparecido, luego que en 1975 fuera atrapado por la DINA y se perdiera su rastro desde Villa Grimaldi. Por parte de los miristas ‘civiles’, destacaron Sergio ‘Chico’ Pérez (casado con Lumi Videla); Rudy Cárcamo, Vietnamita; y Nestor Gallardo, Bolche. También había algunos excomandos y civiles del PS, de su fracción ELN.
A la par del triunfo de la UP y luego del fracaso de sus operaciones de sabotaje encubiertas que buscaban socavar la popularidad de Allende, la derecha y la diada gobierno-transnacionales de EEUU acentuaron sus planes conspirativos. El MIR, pequeña colectividad que aún actuaba desde la clandestinidad, multiplica su actividad política y organizativa. Junto con el despliegue de un intenso trabajo en diversos frentes sociales, impulsa tareas de información e inteligencia en diversos ámbitos, obteniendo antecedentes que le permiten tener una apreciación de fondo de la situación nacional y sobre lo que se proponían los sectores dominantes. Así, se pudo descubrir planes sediciosos e intentos golpistas inmediatos, los que se denunciaron oportuna y públicamente: denuncia el 21/10 de una probable asonada cívico-militar, aunque no se logra evitar que al día siguiente sea asesinado Schneider por elementos de Patria y Libertad y uniformados, con apoyo logístico de EEUU; en abril y septiembre 1971; el frustrado putsch del mayor Marshall y nacionalistas (entre ellos Alberto Cardemil, Enrique Campos Menéndez), siendo detenidos algunos de los complotados el 28/3/1972.
Desde antes y en los inicios del gobierno popular, la relación del MIR con algunas fuerzas de la UP no fue buena. Sobre ello, se dieron momentos muy críticos, como el del 2 de diciembre 1970, en que un miembro de la brigada comunista “Ramona Parra” asesinó al camarada Arnoldo Ríos, en Concepción. Frente a éste último crimen, vasto fue el esfuerzo de Miguel y la Dirección, especialmente en Santiago y Concepción, para superar el trance que se abría, hacer razonar templada y políticamente a la militancia, llegar a un acuerdo de no agresión con el PC (se estableció un canal de comunicación SN MIR - CP PC) y enfrentar el sectarismo. Otros hechos que evidencian contradicciones de fondo fueron los allanamientos, a mediados de 1972, por parte de Investigaciones (a cargo de un binomio PS-PC) y Carabineros de campamentos de ‘Sin Casas’ en San Bernardo y en Lo Hermida, con saldo de un poblador muerto y vari@s herid@s. Con otras fuerzas, la relación fue más positiva y se buscaron avances constructivos. Un importante gesto lo dio el presidente Allende, quien a fines de diciembre del 70 ordena la liberación de cerca de dos decenas de militantes del MIR que estaban prisioneros y amnistió a los perseguidos, pudiendo pasar el partido a desarrollar su trabajo abiertamente. Inclusive, Allende propuso la incorporación del MIR a la UP y su participación en el gobierno con un ministro (a Miguel se le ofrecía el Ministerio de Salud), siendo rechazado por diferencias programáticas y estratégicas, así como por una apreciación distinta sobre la situación nacional y cómo enfrentarla. Se mantuvo la independencia y se refrendó la política de apoyo crítico.
Paralelamente, se extendía la influencia y construcción del partido. Se reorganiza y amplía su Dirección (cooptando a jefes de CR) y el Comité Central (CC) retoma un funcionamiento regular y de dirección colectiva, multiplicando sus esfuerzos para atender, tanto necesidades de elaboración de políticas y conducción global como atención de situaciones específicas. No obstante, se debe precisar que esa dirección, con Miguel a la cabeza, debido a la premura de las tareas y la necesaria actuación en terreno de todos sus miembros, debió mantener en todo el periodo acentuados rasgos centralistas y una limitada democracia interna, lo que coartó en los organismos intermedios y de base del partido el ejercicio de control, crítica, elaboración y ratificación de políticas, y legitimidad electiva de sus direcciones; la imposibilidad de realizar el IV Congreso Nacional fue consecuencia de aquello. No obstante, los miembros de las instancias superiores siempre estuvieron alertas para conversar y enfrentar directamente en las estructuras las divergencias y cuestionamientos políticos que pudieran surgir. Frente a la necesidad de informar a la militancia de las políticas acordadas por aquellas instancias, en septiembre del 71, el CC estimó conveniente distribuir mensualmente o después de cada reunión suya un Boletín, a cargo de la Comisión de Organización, a todos los militantes de la organización, a menos que existieran limitaciones de índole material.
Ante el nuevo periodo, se intentó responder activamente a múltiples tareas en los frentes sociales, inicialmente con concepciones políticas insuficientes, sesgadas por debilidades históricas, con poca madurez y un escaso desarrollo partidario, defectos los cuales -progresivamente y en el curso del proceso- fueron superándose y posibilitaron pasar rápidamente de una realidad bastante débil a un grupo revolucionario con amplia y fuerte implantación en múltiples sectores del campo popular. Esto se vio favorecido por la línea política de constitución y trabajo de los frentes intermedios: Frente de Trabajadores Revolucionarios FTR; Movimiento Campesino Revolucionario MCR; Movimiento de Pobladores Revolucionarios MPR; Frente de Estudiantes Revolucionarios y Movimiento Universitario de Izquierda, FER y MUI; y el Frente de Fuerzas Armadas y Carabineros FREFAC. En este plano, se experimentó un crecimiento cuantitativo entre trabajador@s, estudiantes, poblador@s, campesinos y mapuche. Tales instancias estaban destinadas a agitar y potenciar las demandas populares y a conducir sus luchas, con el objetivo estratégico de acumular rápidamente fuerza social revolucionaria, que lo hicieron, pero al costo de abrir varios flancos a ulteriores problemas de seguridad.
Es importante tener presente que en la construcción de la política levantada por el MIR, al menos hasta comienzos de 1972, influyó de forma negativa el no diagnosticar acabadamente el grado de crisis interna en las filas de la clase dominante, lo que llevó al partido a ver el problema del enfrentamiento bajo una lupa cortoplacista. Tampoco se visualizaba correctamente el peso del reformismo dentro de los sectores populares, lo que agravó ese inmediatismo. En suma, no se pudo apreciar con precisión el carácter prerrevolucionario que asumía el período. Al quedar en evidencia tales deficiencias, ya entrado 1972, se intentaría resolverlas con una política ofensiva y amplia apoyada en las fuerzas revolucionarias, de fuera y dentro de la UP. En éste contexto, la política de alianzas del MIR contempló básicamente establecer niveles de alianza con los sectores más a la izquierda de la UP, en referencia a grupos fraccionales o tendenciales que existían dentro de ella o de sus partidos componentes. En menor medida se logró, aunque no se formalizó por el hecho que el reformismo exigía que el MIR abandonase su política independiente y revolucionaria. Hubo conversaciones al más alto nivel a comienzos del 71, abril del 72 y junio del 73. Con todo, se consiguió un accionar común puntual en todo el país y en muchos terrenos: defensa de la estabilidad del gobierno, movilizaciones masivas, apoyo en algunas elecciones específicas, lucha conspirativa contra la derecha, etc.; política definida como: "marchar separados y golpear juntos", y que en ningún momento dejó de lado un progresivo e intenso combate ideológico a las posiciones reformistas, centristas y vacilantes del gobierno y los partidos que componían la UP.
El 15 de agosto de 1971, mismo día del 6º aniversario del MIR, golpea a l@s revolucionari@s la muerte accidental del camarada Luciano Cruz Aguayo (Juan Carlos). Miembro histórico fundador, dirigente mirista desde 1967, miembro de su CC, SN y la CP. Fue una inmensa pérdida: “era nuestro líder de masas, nuestra mejor expresión popular, el pueblo lo quería, seguía y respetaba… Los trabajadores han perdido un líder y nosotros un militante, amigo y hermano de lucha” (Luciano: ¡Hasta la Victoria Siempre!). Dos meses después, el 22 de octubre, el partido sufre la muerte de Moisés Huentelaf, dirigente del MCR, asesinado a tiros por latifundistas de la Araucanía que desalojaban un fundo tomado. Un líder mapuche era acribillado por terratenientes y lamentablemente el Ministro del Interior UP, poco después, se dedicaba a condenar la toma de fundos por los campesinos dando pábulo a la prensa reaccionaria para informar al país que estos no eran más que ‘guerrilleros armados’.
Durante gran parte de 1971 se desplegó una extraordinaria ofensiva del movimiento popular y de trabajador@s, multiplicándose su iniciativa y capacidad de lucha en pos de sus intereses y aprovechando para ello las favorables condiciones que les brindaba un gobierno de izquierda, el cual había tomado algunas efectivas medidas para cumplir su programa de reformas de tipo económico y social. No obstante, a fines de ese año se comienzan a evidenciar las primeras limitaciones de la vía reformista de desarrollo del proceso llevada a cabo por la UP, que -en lo fundamental- utilizaba restringidamente la porción de poder expresada en el Ejecutivo y con un escrupuloso respeto por la legalidad burguesa, sin apoyarse para nada en la vigorosa iniciativa popular para dar un salto cualitativo. El MIR planteó públicamente y muchas veces a través de su Secretario General, en conferencias de prensa y discursos, su posición contraria a aquella estrategia que no acompañaba el proceso de cambios revolucionarios al que los sectores populares aspiraban. Progresivamente y en la medida que fue profundizando y madurando una propuesta alternativa de sociedad, las diferencias fueron más estructuradas y públicas. En el discurso de Cautín en homenaje al asesinado Huentelaf, el 1 de noviembre 1971, Miguel, junto con reconocer las medidas positivas, denuncia las limitaciones y contradicciones de la UP y el Gobierno, y llama a la realización de las tareas por el Socialismo, a construir el poder popular, y asegura que en, “el combate de los trabajadores, en la fuerza de sus movilizaciones, se desarrolla una potencia incontenible que nada ni nadie podrá detener, que es la única garantía de un camino revolucionario y socialista”.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR
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