LA
NORMALIDAD: UN CONCEPTO PELIGROSO PARA EL CAMPO POPULAR QUE TENEMOS
QUE COMBATIR.
"Los
filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de
lo que se trata es de transformarlo" (en el original alemán: "Die Philosophen haben die Welt nur verschieden
interpretiert; es kömmt drauf an, sie zu verändern").
"Es cierto que el arma de la crítica no
puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que
derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en
poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de
apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y
demuestra ad hominem
cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la
raíz, para el hombre, es el hombre mismo.” Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.
O
simplemente: “Yo prefiero el caos a esta realidad tan charcha” Mauricio
Redolés.
HASTA
EL 18 DE OCTUBRE DE 2019
Como
una simple o genérica definición de normalidad es la cualidad o condición de
normal o sea que se ajusta a las normas o que se halla en su estado natural. En un sentido general, la normalidad hace
referencia a aquel o aquello que se ajusta a valores medios.
Hasta
el 17 de octubre de 2019 para millones había “democracia” en Chile, eso era lo
normal. Incluso dentro del mismo Campo
Popular se escucha decir que “si se puede votar es porque existe democracia”
(no nos detendremos en este punto, pues poner el acento en lo formal nos
llevaría a tener que aceptar como normal muchas cosas). Hasta
esa fecha lo normal era llegar al día viernes para juntarse a beber y comer;
ver las comedias; ver todas las series ofrecidas por netflix u otros servidores
de ese servicio; esperar ver el partido de fútbol del fin de semana; lo normal
era levantarse y acostarse pagando por Derechos Humanos fundamentales,
inherentes al Ser Humano por el solo hecho de Ser Humanos; era normal aceptar
la existencia de las Administradoras de Fondos de Pensiones, las ISAPRES;
normal era tener una Educación con contenidos emanados desde un ministerio que
sólo asegura la dominación de clase; normal era tener Educación y Salud como
mercancías; normal era que todos los recursos naturales estén en manos de
empresas trasnacionales; normal era contar con una democracia sustentada en una
constitución política emanada de un bando militar; normal era la depredación de
la Naturaleza; normal era los sueldos mínimos miserables, negociados por una
central sindical al servicio de la patronal; normal era la impunidad; normal
era…miles y miles de cosas, procesos, acontecimientos, factores…
Incluso
ha sido tanta la normalidad, que ciertos procesos sociales dan cuenta, como
ejemplo, de lo que queremos expresar: el surgimiento de la llamada Marcha desde
la Memoria hacia la Victoria desde 2015, la que planteó hacer la marcha de
recuerdo a los Compañeros y Compañeras caídos desde el 11 de septiembre de 1973
desde el cementerio general hacia la alameda contó con poco apoyo de asistentes
y la otra, la marcha oficial, la normal, sigue siendo la más concurrida; o sea,
la normalidad afecta también al Campo Popular.
Otro ejemplo, lo encontramos en las marchas del primero de mayo: en 2011
el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores comenzó a realizar la marcha
alternativa, que en sus comienzos contaron con un puñado de asistentes y años
más tarde logró arrebatarle la hegemonía a la CUT; sin embargo, después se
volvió a la normalidad.
Al
atardecer del 18 de octubre, y los días posteriores, se rompió la normalidad y
se hizo añicos el quehacer cotidiano.
Cundió el pavor, el terror, no sólo entre la clase dominante, sino que
entre la pequeña burguesía tan apegada a la normalidad. Millones eran los que miraban con espanto,
tal vez con un dejo de apoyo, a lo que estaba sucediendo: evadir el pago del
metro y las micros; la expropiación, era romper la lógica de la dominación, era
destrozar la normalidad.
El
gobierno, el congreso nacional, reaccionaron de inmediato con la aplicación de
la fuerza, la represión y con el viejo argumento de otorgar un espacio para
resolver la crisis; el ya famoso chamullo constituyente, que busca que la
normalidad vuelva. A través de los
medios de comunicación oficiales, entrevistando a cada momento a diputados,
senadores, alcaldes, de todos los partidos políticos que en estos 30 años han
sido cómplices y culpables de la injusticia y la impunidad, clamaban que era
necesario volver a la normalidad y repitiendo como papagayos “que entendían las
causas” de lo que estaba ocurriendo.
La
frase y el juego era volver a la normalidad.
A su normalidad. A la normalidad
que nos somete a la explotación, la humillación y la exclusión.
Con
la llegada del corona virus ha sucedido algo similar. Incluso el gobierno y el congreso nacional se
la jugaron a mediados de abril para generar el “retorno seguro”, o a la normalidad. Se debía volver a consumir para que los
grupos económicos no pierdan sus tasas de ganancia.
¿VOLVER
A LA NORMALIDAD ENTONCES?
El
18 de octubre de 2019 se realizó una elección con todos los alcances e
implicancias que ello posee. Es decir,
se manifestó, en forma concreta, la voluntad de millones que ya no queremos más
la normalidad, la realidad, que el capitalismo, la burguesía y los peleles que
en el escenario político le resguardan el poto (o sea, los partidos políticos
de la derecha, la ex concertación hoy nueva mayoría, el frente amplio, unidad
social y quienes en el Campo Popular languidecen con lo electoral, que lo único
que hace es fortalecer al enemigo de clase).
No
podemos volver a la normalidad, a la realidad, que se nos impuso a sangre y
fuego desde el 11 de septiembre de 1973.
Tenemos
que volver a las calles y no descansar hasta hacer trizas el Estado que nos
somete. Tenemos que volver a las calles
y no aceptar como normal lo que veníamos aceptando como normal. Tenemos un mundo nuevo en nuestros corazones
como dice José Buenaventura Durruti Dumange.
Tenemos que volver a las calles, instalar la Primera Línea en cada una
de las Poblaciones, construyendo organización popular y tener como Sur
constituir un Gobierno genuinamente Popular, capaz de asegurar una Asamblea
Popular Constituyente Plurinacional Paritaria Autoconvocada.
De
lo contrario seguiremos viviendo una normalidad que sólo nos convierte en
inhumanos.
Andrés
Morales.
Mayo
16 de 2020
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