Hemos
recibido un interesante análisis político, elaborado por el Círculo de Estudios
Políticos Miguel Cabrera Fernández y que se enfoca en la coyuntura abierta por
el bellaco proyecto presentado por la exNM-FA, que deja sólo en manos de l@s
trabajador@s la salida a la actual crisis, con cargo a sus fondos previsionales
y sin que el empresariado se ponga con ni uno. Por la trascendencia de su
contenido y alcances, damos a conocer públicamente dicho trabajo.
Brigada de Propaganda MIR
Luis Alberto Barra García.
¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS RICOS Y NO LAS PENSIONES DE L@S
TRABAJADOR@S!
Luego que
el miércoles 8 de julio, la Cámara de Diputados aprobara –en general- la
posibilidad que l@s asalariad@s de Chile pudiesen retirar hasta un 10% de sus
fondos previsionales desde las AFP, proyecto presentado por la autodenominada “oposición”
y que –supuestamente- vendrá a paliar la crisis socioeconómica ocasionada por la
pandemia por COVID-19, se ha generado una considerable batahola al interior de la
derecha política y que salpica a los regentes de turno de La Moneda, al mismo
tiempo que abre grandes expectativas entre l@s productor@s de la riqueza del
país. Ante éste cuadro, creemos que resulta perentorio que la izquierda
anticapitalista eche más luz sobre el particular y exhiba a los pueblos y
explotad@s del país cual es el revés de la trama detrás de éste verdadero
salvavidas de plomo que se les lanza, de tanto ‘dime que te diré’ entre los
politicastros, a la vez que aventurarse a develar cómo el Movimiento Popular
(MP) pudiera aprovechar al máximo las implicancias que se abren para él con
éste “veranito de San Juan” que irrumpe en la coyuntura. En suma, es tarea de quienes
tienen más clara la película, desde la vereda popular, contribuir a evitar que los
árboles le impidan ver el bosque a la mayoría nacional.
Parafraseando
a un conocido autor, podríamos decir que la división social del trabajo en las
formaciones capitalistas consiste en que unos se especializan en ganar y otros
en perder. En la nuestra, convengamos que los primeros llevan casi cinco
décadas haciéndolo a manos llenas, aunque sean menos del 1% de la población. Para
los segundos, l@s trabajador@s y sus familias, quienes conforman el 87% de la
población (ANAC-AIM), las condiciones socioeconómicas sólo se han venido
deteriorando en proporción inversa a las ganancias de esos otros. Y para nadie
debiera ser un secreto que una de las principales fuentes de ese desigual y
combinado proceso de engorda de los arriba y miseria para los de abajo es el
sistema de ahorro forzoso de pensiones encarnado por las AFP y que fuera
impuesto a punta de bayonetas en 1980.
Las AFP,
como se sabe, no fueron creadas para otorgar pensiones medianamente adecuadas,
sino que se implantaron para la mayor gloria del capital monopólico-financiero,
fracción de la gran burguesía que ya a mediados de los años “70s hegemonizaba
el Bloque en el poder (BP) y que desde entonces domina sin contrapeso el
quehacer económico (y por transitividad el político) de nuestra formación. Así,
en la actualidad, mientras el promedio de las pensiones autofinanciadas para el
total de pensionados por vejez alcanza la tragicómica cantidad de $192 mil
(Coordinadora Nacional No+AFP –CNNA), las utilidades del conjunto de las AFP en
2019 se incrementaron en un 60%, alcanzando los US$649 millones (CMF). Estos
jugosos beneficios, conseguidos a costillas del esfuerzo de millones de
trabajador@s, se reparten entre un puñado de conspicuos grupos monopólicos,
donde destacan Luksic, Yarur, Saieh, Matte, Solari, Angelini, Paulmann, Ponce
Lerou y el resto no son más de 8 o 9.
Debido a
la injusta división social del trabajo en nuestra formación, a la hegemonía del
capital financiero (amoralmente mezquino y parasitario) y a la imposición de un
patrón acumulativo primario exportador con ventajas comparativas (para el gran
capital, por cierto), no resulta extraño que los empleos sean precarios e
inestables y los salarios miserables. Esto se traduce, por ejemplo, en que la
densidad total promedio para los afiliados entre 18 y 30 años sea sólo de 58%, donde
son las mujeres las que ahorran menos tiempo (55%), dando pie a que estos
jóvenes puedan ver mermadas en un 70% su ulterior pensión (Ciedess). Lo
anterior se agravará en lo futuro y para todos los grupos etarios, puesto que
se prevé un aumento de las lagunas. Existe un alto grado de jornada parcial, la
2ª de la OCDE, así como de subempleo. El ingreso mínimo asciende a sólo $256
mil líquidos, lo que coloca a sus ‘beneficiari@s’ –unos 750 mil- y sus familias
–conformando un total de 3 millones de personas- bajo la línea de la pobreza
($170.851), desmintiéndose de paso que tal estipendio pueda llamarse “mínimo”.
Además, seis de cada 10 personas que trabajan jornada completa no podrían sacar
a una familia promedio de la pobreza (SOL). Crecen el endeudamiento y la
morosidad. Y como los trabajos son inestables y los ingresos exiguos, ello
explica que 3 millones de trabajador@s ni siquiera cuentan con el monto mínimo en
sus fondos, de 35 UF, que se está proponiendo como piso para sacar parte de
ellos.
En
atención al complejo escenario que viven l@s explotad@s de Chile y al crítico
panorama económico actual y por venir (los efectos de la pandemia podrían
prolongarse hasta en 2 años en Chile –GPM UCH), es obvio que quienes puedan retirar
ahora entre 35 y 150 UF verán con dificultad el poder reintegrarlos a tiempo y
lograr así que las AFP no les castiguen con el monto de sus futuras pensiones. Es
decir, el retiro de fondos de una canasta que es escuálida, cuyo valor final se
desconoce, que se afecta con cada avatar económico-político (real o artificial),
no es la mejor idea para enfrentar la crisis social y económica que se
enseñorea por estas tierras. No podemos ni debemos aceptar que el costo de la
catástrofe se pague con los fondos previsionales de l@s trabajador@s, pues se
encontrarían hipotecando su futuro, y sin dar cuenta antes de una situación
social injusta y desigual que produce pensiones de hambre y hace más ricos a
quienes ni siquiera se les ha molestado con una simple colecta.
Los Grupos
Mantenedores y Reproductores del Sistema (GMRS), encarnados en la
autodenominada “oposición”: la exNM, el FA, y -por la orilla- el PC/US,
presentaron como gran cosa y para efectos de ‘salvarnos’ de la crisis que nos
afecta su propuesta de hacer uso de una parte de los fondos previsionales. Pretendiendo
asestar un gran sablazo a las AFP, se presentan como los salvadores de l@s
explotad@s y sus familias, pero en verdad a lo que aspiran -en su rol de
mantenedores del modelo de dominación/explotación- es a evitar que la actual
debacle pueda gatillar una Rebelión Popular II, pues huelen que ello se
comienza a configurar en los marcos de la crisis social subyacente y que la
pandemia viniera a exacerbar, y que mejor que hacerlo sin quitarle un peso a
los sectores dominantes sino con cargo a l@s mism@s trabajador@s. Además,
aspiran a mejorar su votación y volver al poder político formal en las próximas
elecciones. De lo que se trata esta pantomima del 10% es lograr, de una u otra
manera, que sean l@s propi@s trabajador@s quienes se ayuden a superar las
dificultades económicas del presente a costa de una merma de sus futuras
jubilaciones, las cuales, de no mediar un cambio radical de su condiciones y
formas de financiamiento, administración y distribución, en una dirección de
justicia e igualdad sociales, con seguridad serán bastante miserables. Los
sectores que presentaron el proyecto de marras no persiguen, bajo ninguna
forma, exigir o imponer una contribución significativa a los grandes capitales,
nacionales y extranjeros, para que se pongan con una parte significativa de la
ayuda que con urgencia requieren millones de chilen@s.
Por otro
lado, las directivas de la derecha más ligada al capital financiero, de la UDI
y Evópoli, aparecen negándose públicamente ante cualquier posibilidad de un
retiro anticipado de una parte de los fondos previsionales, pero ello sólo
forma parte de una política de ‘tejo pasado’ a fin de dar cobertura política y
salvaguardar el negociado de los grupos monopólicos que mencionáramos más
arriba. Se requiere que algunos hagan el papel de los ortodoxos del modelo,
pues sería medio feo que luego de años de negarse a toda petición de hacer
efectivo lo que hoy se discute, hasta por causas humanitarias, ahora aceptasen hacerlo
sin más. Pero algunos honorables dentro de las filas de las fuerzas mencionadas,
por razones meramente electorales y oliendo que la derecha no va más en las
próximas elecciones nacionales, regionales y locales, se muestran proclives a
apoyar la iniciativa, argumentando que la población no quiere más
ayudas-deudas, como las ofrecidas antes por el gobierno. La derecha que
aparentemente se muestra flexible frente a tal requerimiento, parte de RN y algun@s
independientes, apuesta también a quedar bien posicionada frente a su potencial
electorado, pero saben que su papel resulta fundamental para lograr ciertas cuestiones
de fondo y que son cruciales para el gran capital: dejar fuera la posibilidad
de acabar con las AFP –la sangre que irriga el sistema financiero vigente- y
hacer que la mayoría nacional sea la que pague su propio salvamento.
No debemos
olvidar que las fuerzas que dan vida al bloque político de Estado: las derechas
política y económica, la exNueva Mayoría y los neorreformistas del FA, se encuentran
ávidas por desalentar la extensa activación social popular y por seguir
adelante con su acuerdo de dominación ‘por arriba’ o pacto de gobernabilidad. Siendo
sinceros, dicho bloque observa con espanto que el masivo y rupturista movimiento
político-social popular de octubre se mantiene dispuesto a retomar su lucha en
contra del expoliador y excluyente sistema de dominación y explotación chileno,
más aún en las condiciones de la crisis social y económica que comienza a
consumir a la mayoría nacional.
Pero hay
algunos en la izquierda que se dejan seducir por la idea que la pelea que se
levanta al interior de la derecha política y que salpica a la económica, sea
–de algún modo- una verdadera fisura que se abre en el BP. Sin embargo, tal
contienda debe ser entendida a nivel de la lógica simbólica antes que
ideológica: ninguno de los enfrentados critican el modelo de pensiones actual y
su mantención; tampoco les parece tan mal que, sin poner ellos ni uno, l@s
explotad@s se puedan servir de sus propios fondos previsionales para capear las
vacas flacas; nadie ha puesto en entredicho el sagrado derecho de la propiedad
privada; el uso de esos recursos servirá –con seguridad- a mejorar las entradas
de los capitales comercial y financiero (mal que mal, el 10% de los fondos
acaparados por las AFP corresponden a US$16 billones), etc.
Si de
verdad existiese una cisura política entre los componentes del BP, en razón de
su mayor o menor grado de defensa del pervertido negociado que significan las
AFP, será la lucha frontal y decidida de los pueblos y explotad@s lo que la
hará convertirse en una grieta de proporciones, dejando también en la estacada
a los GMRS, que con sus trucos populistas (más bien antipopulares) y
electoreros ansían hacerse nuevamente del poder político formal, lo que les
permitirá –por un lado- negociar en mejor forma con las fuerzas del BP y –por
el otro- meter a toda su parentela y amistades en cuanto cargo público sea
posible.
Creemos
que éste es el momento en que los sectores populares y la izquierda
anticapitalista deben apretar a fondo el acelerador en su lucha por lograr mejores
condiciones de vida para l@s millones de explotad@s y sus núcleos familiares;
de resolver las penurias de tod@s aquell@s que han quedado sin trabajo o sus
remuneraciones han sido reducidas en pos de salvar a sus empleadores. Es el
tiempo de luchar con mayor ahínco por un salario mínimo asegurado de $580 mil; de
combatir por el fin del ominoso sistema de pensiones que supone la existencia
de las AFP, y de impulsar y fortalecer el levantamiento popular junto a los
pueblos y trabajadores de Chile.
Con más
razón ahora, es tiempo de levantar –desde las bases y sectores más de avanzada
de l@s trabajador@s- la organización de un sindicalismo de clase y rupturista,
que impulse junto a los pueblos la demanda: “Que la crisis la paguen los ricos”;
que reclame con firmeza que el Estado se haga cargo de un proceso de
industrialización y acometimiento de las OO.PP. a fin de salir de la postración
pospandemia; y porque el desarrollo económico esté al servicio de la mayoría
nacional.
Resulta
perentoria la exigencia (frente a la cual nada harán ni los GMRS ni los
‘flexibles’ de la derecha) que las millonarias utilidades de las AFP y las de
todas y cada una de las grandes empresas les sean devueltas a l@s trabajadores,
que son sus generador@s y verdader@s dueñ@s, en la forma de una asignación o
bono que, por un plazo de 6 meses, asegure que tod@s l@s trabajador@s del país perciban
un sueldo mensual de al menos $580 mil, a fin que puedan est@s paliar los
efectos negativos que la pandemia por COVID-19 les está ocasionando.
Si la
cólera social debe reventar, que lo haga de una vez y que la mayoría nacional
salga a las calles a exigir lo suyo. Para ello se requiere que los movilizados
impulsen mayores grados de unificación de las demandas y luchas en cuestión, de
ir desarrollando instancias concretas de organización y de avanzar a la
construcción de gérmenes de poder popular, entre los cuales resulta fundamental
la conformación y fortalecimiento de Asambleas Comunales y Provinciales
Populares en todo el territorio nacional. A la par de dichos esfuerzos, se debe
impulsar con toda la fuerza posible la realización de un gran Paro Nacional
Productivo, de carácter indefinido, que haga reventar las bases de sustentación
económica del modelo antipopular vigente y permita el despliegue de la crisis del
sistema ‘por abajo’.
¡Que la
crisis la paguen los ricos!
¡Ni 10 ni
50%, a suprimir las AFP y crear un sistema previsional solidario, tripartito, de reparto y administrado por los Trabajador@s y a entregar pensiones decentes de una vez!
¡A
responder a los Acuerdos Gobierno-Falsa Oposición con la Gran Insurrección de
los Pueblos y l@s Explotad@s!
Círculo de Estudios Políticos Miguel Cabrera
Fernández
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