CARLOS MARX: “TRABAJO
ASALARIADO Y CAPITAL”. O LA FUERZA DE
TRABAJO COMO MERCANCÍA Y EL TIEMPO NECESARIO PARA PRODUCIR ESTA MERCANCÍA, LA
TEORIA DEL VALOR.
…”el precio del trabajo se hallará
determinado por el coste de producción, por el tiempo de trabajo necesario para
producir esta mercancía, que es la fuerza de trabajo”. Carlos
Marx
“Trabajo
asalariado y capital”.
Al decir de su amigo y
Compañero Federico Engels, “Trabajo asalariado y capital” como texto
corresponde a una serie de artículos editoriales en la "Neue Rheinische
Zeitung", a partir del 4 de abril de 1849[1]. Diez años después vería la luz el primero
fascículo de la "Contribución a la crítica de la Economía Política". A la edición de 1849, el Camarada Engels le
hace una fundamental adición o modificación del texto original del cuate Marx:
“Según el texto original, el
obrero vende al capitalista, a cambio del salario, su trabajo; según el texto actual, vende su fuerza de trabajo. Y acerca de
esta modificación, tengo que dar las necesarias explicaciones. Tengo que darlas
a los obreros, para que vean que no se trata de ninguna sutileza de palabras,
ni mucho menos, sino de uno de los puntos más importantes de toda la Economía Política.
Y a los burgueses, para que se convenzan de cuán por encima están los incultos obreros,
a quienes se pueden explicar con facilidad las cuestiones económicas más
difíciles, de nuestros petulantes hombres «cultos», que jamás, mientras vivan,
llegarán a comprender estos intrincados problemas.”[2] (las negritas son nuestras
en este párrafo y en los que vienen).
Es decir, el trabajador no
vende “su trabajo” al capital, sino que arrienda su “fuerza de trabajo”, por un
tiempo determinado, a través de un acto jurídico denominado contrato de
trabajo.
Pasemos ahora de lleno a las
tesis del Compañero Carlos Marx expuestas en su trabajo.
Lo económico como base
de la lucha de clases.
Marx comienza su texto con la
siguiente afirmación: “De diversas partes se nos ha reprochado el que no
hayamos expuesto las relaciones económicas que forman la base material
de la lucha de clases y de las luchas nacionales de nuestros días. Sólo
hemos examinado intencionadamente estas relaciones allí donde se imponían
directamente en las colisiones políticas”[3]. A través de “Trabajo asalariado y capital”,
Marx busca sentar las bases de la relación entre lo económico y lo político,
además, por supuesto, de lo ideológico, que es donde las personas perciben esa
correlación.
Desde el punto de vista
metodológico, Marx se plantea el siguiente objetivo: “La relación entre el
trabajo asalariado y el capital, la esclavitud del obrero, la dominación del
capitalista”[4]. Además, señala a quién va dirigida su obra: “Nos
esforzaremos por conseguir que nuestra exposición sea lo más sencilla y popular
posible, sin dar por supuestas ni las nociones más elementales de la Economía
Política. Queremos que los obreros nos entiendan”[5].
Luego, Marx pregunta y
responde: “¿Qué es el salario? ¿Cómo se determina? Si preguntamos a los obreros
qué salario perciben, uno nos contestará: «Mi burgués me paga un marco
por la jornada de trabajo»; el otro: «Yo recibo dos marcos», etc. Según las
distintas ramas del trabajo a que pertenezcan, nos indicarán las distintas cantidades
de dinero que los burgueses respectivos les pagan por la ejecución de una
tarea determinada, v.gr., por tejer una vara de lienzo o por componer un pliego
de imprenta. Pero, pese a la diferencia de datos, todos coinciden en un punto:
el salario es la cantidad de dinero que el capitalista paga por un
determinado tiempo de trabajo o por la ejecución de una tarea
determinada”[6].
Se puede llegar a la siguiente
conclusión: “Por tanto, diríase que el capitalista les compra con dinero
el trabajo de los obreros. Estos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no
es más que la apariencia. Lo que en realidad venden los obreros al capitalista
por dinero es su fuerza de trabajo. El capitalista compra esta fuerza
de trabajo por un día, una semana, un mes, etc. Y, una vez comprada, la
consume, haciendo que los obreros trabajen durante el tiempo estipulado. Con el
mismo dinero con que les compra su fuerza de trabajo, por ejemplo, con los dos
marcos, el capitalista podría comprar dos libras de azúcar o una determinada
cantidad de otra mercancía cualquiera. Los dos marcos con los que compra dos
libras de azúcar son el precio de las dos libras de azúcar”[7]. (el subrayado es
nuestro).
Sin embargo, debemos
señalar que el capitalista no compra la fuerza de trabajo, sino que la
arrienda, pues si la comprara, el trabajador se convertiría en un esclavo y
recordemos que lo que más necesita el burgués es la “libertad jurídica del
obrero”.
Luego, Marx define lo que es
el precio del trabajo: “Los obreros cambian su mercancía, la fuerza de
trabajo, por la mercancía del capitalista, por el dinero y este cambio se
realiza guardándose una determinada proporción: tanto dinero por tantas horas
de uso de la fuerza de trabajo. Por tejer durante doce horas, dos
marcos. Y estos dos marcos, ¿no representan todas las demás mercancías que
pueden adquirirse por la misma cantidad de dinero? En realidad, el obrero ha
cambiado su mercancía, la fuerza de trabajo, por otras mercancías de
todo género, y siempre en una determinada proporción. Al entregar dos marcos,
el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad
correspondiente de carne, de ropa, de leña, de luz, etc. Por tanto, los dos
marcos expresan la proporción en que la fuerza de trabajo se cambia por otras
mercancías, o sea el valor de cambio de la fuerza de trabajo. Ahora
bien, el valor de cambio de una mercancía, expresado en dinero, es precisamente
su precio. Por consiguiente, el salario no es más que un nombre especial
con que se designa el precio de la fuerza de trabajo, o lo que suele
llamarse precio del trabajo, el nombre especial de esa peculiar mercancía que
sólo toma cuerpo en la carne y la sangre del hombre”[8].
Y ahora Marx, resume cómo la
fuerza de trabajo se subsume, se introduce en la producción de la mercancía,
generando su VALOR: “Tomemos un obrero cualquiera, un tejedor, por
ejemplo. El capitalista le suministra el telar y el hilo. El tejedor se
pone a trabajar y el hilo se convierte en lienzo. El capitalista se adueña del
lienzo y lo vende en veinte marcos, por ejemplo. ¿Acaso el salario del
tejedor representa una parte del lienzo, de los veinte marcos, del producto de
su trabajo? Nada de eso. El tejedor recibe su salario mucho antes de
venderse el lienzo, tal vez mucho antes de que haya acabado el tejido. Por
tanto, el capitalista no paga este salario con el dinero que ha de obtener
del lienzo, sino de un fondo de dinero que tiene en reserva. Las mercancías
entregadas al tejedor a cambio de la suya, de la fuerza de trabajo, no son
productos de su trabajo, del mismo modo que no lo son el telar y el hilo que el
burgués le ha suministrado. Podría ocurrir que el burgués no encontrase
ningún comprador para su lienzo. Podría ocurrir también que no se reembolsase
con el producto de su venta ni el salario pagado. Y puede ocurrir también que
lo venda muy ventajosamente, en comparación con el salario del tejedor. Al
tejedor todo esto le tiene sin cuidado. El capitalista, con una parte de la
fortuna de que dispone, de su capital, compra la fuerza de trabajo del tejedor,
exactamente lo mismo que con otra parte de la fortuna ha comprado las materias
primas —el hilo— y el instrumento de trabajo —el telar—. Una vez hechas estas
compras, entre las que figura la de la fuerza de trabajo necesaria para
elaborar el lienzo, el capitalista produce ya con materias primas e
instrumentos de trabajo de su exclusiva pertenencia. Entre los instrumentos
de trabajo va incluido también, naturalmente, nuestro buen tejedor, que
participa en el producto o en el precio del producto en la misma medida que el
telar; es decir, absolutamente en nada”[9].
Y el genio de Tréveris remata:
“Por tanto, el salario no es la parte del obrero en la mercancía por él
producida. El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la
que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo
productiva”[10].
¿Qué significa el trabajo para
el Trabajador? Marx responde: “El obrero
ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es más bien un
sacrificio de su vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero.
Por eso el producto de su actividad no es tampoco el fin de esta actividad. Lo
que el obrero produce para sí no es la seda que teje ni el oro que extrae
de la mina, ni el palacio que edifica. Lo que produce para sí mismo es el
salario; y la seda, el oro y el palacio se reducen para él a una
determinada cantidad de medios de vida, si acaso a una chaqueta de algodón,
unas monedas de cobre y un cuarto en un sótano. Y para el obrero que teje,
hila, taladra, tornea, construye, cava, machaca piedras, carga, etc., por
espacio de doce horas al día, ¿son estas doce horas de tejer, hilar, taladrar,
tornear, construir, cavar y machacar piedras la manifestación de su vida, su
vida misma? Al contrario. Para él, la vida comienza allí donde terminan
estas actividades, en la mesa de su casa, en el banco de la taberna, en la cama.
Las doce horas de trabajo no tienen para él sentido alguno en cuanto a tejer,
hilar, taladrar, etc., sino solamente como medio para ganar el dinero que le
permite sentarse a la mesa o en el banco de la taberna y meterse en la cama”[11].
Marx plantea que el fin del
feudalismo, de la Edad Media, produce al “obrero libre” jurídicamente, que
vende o arrienda su fuerza de trabajo libremente por horas: “El trabajo no ha
sido siempre trabajo asalariado, es decir, trabajo libre. El esclavo
no vendía su fuerza de trabajo al esclavista, del mismo modo que el buey no
vende su trabajo al labrador. El esclavo es vendido de una vez y para
siempre, con su fuerza de trabajo, a su dueño. Es una mercancía que puede
pasar de manos de un dueño a manos de otro. Él es una mercancía, pero su fuerza
de trabajo no es una mercancía suya. El siervo de la gleba sólo vende una
parte de su fuerza de trabajo. No es él quien obtiene un salario del
propietario del suelo; por el contrario, es éste, el propietario del suelo,
quien percibe de él un tributo. El siervo de la gleba es un atributo del suelo
y rinde frutos al dueño de éste. En cambio, el obrero libre se vende él
mismo y además, se vende en partes. Subasta 8, 10, 12, 15 horas de su vida,
día tras día, entregándolas al mejor postor, al propietario de las materias
primas, instrumentos de trabajo y medios de vida; es decir, al capitalista. El
obrero no pertenece a ningún propietario ni está adscrito al suelo, pero las 8,
10, 12, 15 horas de su vida cotidiana pertenecen a quien se las compra”[12].
¿Y qué significa en los hechos
esa libertad jurídica del Trabajador? “El
obrero, en cuanto quiera, puede dejar al capitalista a quien se ha
alquilado, y el capitalista le despide cuando se le antoja, cuando ya no le
saca provecho alguno o no le saca el provecho que había calculado. Pero el
obrero, cuya única fuente de ingresos es la venta de su fuerza de trabajo, no
puede desprenderse de toda la clase de los compradores, es decir, de la clase
de los capitalistas, sin renunciar a su existencia. No pertenece a tal o
cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto, y es incumbencia
suya encontrar un patrono, es decir, encontrar dentro de esta clase capitalista
un comprador”[13].
No olvidar: “El salario
es, como hemos visto, el precio de una determinada mercancía, de la
fuerza de trabajo. Por tanto, el salario se halla determinado por las
mismas leyes que determinan el precio de cualquier otra mercancía”[14]. Y aquí Marx llega a la determinación de la
existencia del monopolio como forma de abaratar el precio de las mercancías y
como con ello logra quebrar, hacer inexistente la competencia, por lo tanto, el
capitalismo no acepta la competencia, no puede sobrevivir con la competencia: “La
misma mercancía es ofrecida por diversos vendedores. Quien venda
mercancías de igual calidad a precio más barato, puede estar seguro
de que eliminará del campo de batalla a los demás vendedores y se asegurará
mayor venta. Por tanto, los vendedores se disputan mutuamente la venta, el
mercado. Todos quieren vender, vender lo más que puedan, y, si es posible,
vender ellos solos, eliminando a los demás. Por eso unos venden más barato
que otros. Tenemos, pues, una competencia entre vendedores, que abarata el
precio de las mercancías puestas a la venta”.
VALOR Y PRECIO, DOS
ASPECTOS BIEN DISTINTOS, POR CIERTO.
Marx propone dos factores al
interior del aparato productivo. Uno es
el valor de una mercancía, la otra es el precio de esta. El valor surge al interior del proceso
productivo, el segundo en la circulación de la mercancía: “Preguntemos al
primer burgués que nos salga al paso. No separará a meditar ni un
instante, sino que, cual nuevo Alejandro Magno, cortará este nudo metafísico
[10] con la tabla de multiplicar. Nos dirá: si el fabricar la mercancía que
vendo me ha costado cien marcos y la vendo por 110 —pasado un año,
se entiende—, esta ganancia es una ganancia moderada, honesta y decente. Si
obtengo, a cambio de esta mercancía, 120, 130 marcos, será ya una ganancia
alta; y si consigo hasta 200 marcos, la ganancia será extraordinaria, enorme. ¿Qué
es lo que le sirve a nuestro burgués de criterio para medir la ganancia? El
coste de producción de su mercancía. Si a cambio de esta mercancía obtiene una
cantidad de otras mercancías cuya producción ha costado menos, pierde. Si a
cambio de su mercancía obtiene una cantidad de otras mercancías cuya producción
ha costado más, gana. Y calcula la baja o el alza de su ganancia por los
grados que el valor de cambio de su mercancía acusa por debajo o por encima de
cero, por debajo o por encima del coste de producción”[15].
Veamos lo que pensaba la
economía antes de que Marx viniese a poner orden: “Los economistas dicen
que el precio medio de las mercancías equivale al coste de producción; que
esto es la ley. Ellos consideran como obra del azar el movimiento anárquico
en que el alza se nivela con la baja y ésta con el alza. Con el mismo derecho
podría considerarse, como lo hacen en efecto otros economistas, que estas
oscilaciones son la ley, y la determinación del precio por el coste de
producción, fruto del azar. En realidad, si se las examina de cerca. se ve que
estas oscilaciones acarrean las más espantosas desolaciones y son como
terremotos que hacen estremecerse los fundamentos de la sociedad burguesa. son
las únicas que en su curso determinan el precio por el coste de producción. El
movimiento conjunto de este desorden es su orden. En el transcurso de esta
anarquía industrial, en este movimiento cíclico, la concurrencia se encarga de
compensar, como si dijésemos, una extravagancia con otra”. Y hay quienes que todavía creen que el
capitalismo es anarquía, desorden, en cuanto a la producción y su realización,
cuando en lo concreto el capitalismo es planificación permanente y una
planificación de largo alcance, que no deja nada al azar.
El tiempo socialmente
necesario para producir una mercancía será la determinación del valor de la
misma. Con esto Marx arriba a su Teoría
del Valor: “La determinación del precio por el coste de producción
equivale a la determinación del precio por el tiempo de trabajo necesario
para la producción de una mercancía, pues el coste de producción está
formado: 1) por las materias primas y el desgaste de los instrumentos, es
decir, por productos industriales cuya fabricación ha costado una
determinada cantidad de jornadas de trabajo y que representan, por tanto, una
determinada cantidad de tiempo de trabajo. y 2) por el trabajo directo; cuya
medida es también el tiempo. Las mismas leyes generales que regulan el precio
de las mercancías en general regulan también, naturalmente, el salario, el
precio del trabajo”[16].
Marx se pregunta “¿cuál es
el coste de producción de la fuerza de trabajo? Es lo que cuesta sostener
al obrero como tal obrero y educarlo para este oficio…Por tanto, cuanto
menos tiempo de aprendizaje exija un trabajo, menor será el coste de
producción del obrero, más bajo el precio de su trabajo, su salario. En las
ramas industriales que no exigen apenas tiempo de aprendizaje, bastando con la
mera existencia corpórea del obrero, el coste de producción de éste se reduce
casi exclusivamente a las mercancías necesarias para que aquél pueda vivir en
condiciones de trabajar. Por tanto, aquí el precio de su trabajo estará
determinado por el precio de los medios de vida indispensables”[17].
EL CAPITAL
Marx pasa revista a lo que
considera capital, a su esencia. Esta
conceptualización es fundamental a la hora de apreciar el despliegue histórico
del capital, del capitalismo, ya sea en sus inicios o en su fase superior que
fuera conceptualizada por Lenin.
Recordemos que la primera fase del imperialismo se extiende cronológicamente
entre 1880-1980, más o menos, y que luego de 1980-1990 se inicia la transición
a la segunda fase del imperialismo con un capitalismo monopólico transnacionalizado
que impera hasta hoy. Es decir, lo
iniciado entre 1980-1990 no es un nuevo modo de producción, sino que un nuevo patrón
de acumulación a nivel planetario, el cual detuvo procesos industrializadores
en la periferia y detuvo los estados de bienestar, poniendo énfasis en las
ventajas comparativas, pero manteniendo la esencia del capital, es decir, su
carácter monopólico y el aparato económico centralizado y concentrado.
“Las relaciones sociales
en las que los individuos producen, las relaciones sociales de producción,
cambian, por tanto, se transforman, al cambiar y desarrollarse los
medios materiales de producción, las fuerzas productivas. Las relaciones de
producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones sociales,
la sociedad, y concretamente, una sociedad con un determinado grado de
desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo. La
sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son otros tantos
conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales representa, a la
vez, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad”.
Aquí un aspecto fundamental a
la hora de promover una estrategia política de liberación humana y social; el
capital es una relación social, no son cosas.
Confundir el capital, el capitalismo, con las cosas, es volver a creer
que son las máquinas las culpables de la explotación humana. Claro que no podemos obviar que el
capitalismo glorifica las cosas, nos hace creer que vivimos en el mundo de las
cosas, pero insistimos que el capital no es una cosa, es una relación social: “También
el capital es una relación social de producción. Es una relación burguesa de
producción, una relación de producción de la sociedad burguesa. Los medios de
vida, los instrumentos de trabajo, las materias primas que componen el capital,
¿no han sido producidos y acumulados bajo condiciones sociales dadas, en
determinadas relaciones sociales? ¿No se emplean para un nuevo proceso de
producción bajo condiciones sociales dadas, en determinadas relaciones
sociales? ¿Y no es precisamente este carácter social determinado el que
convierte en capital los productos destinados a la nueva producción? El
capital no se compone solamente de medios de vida, instrumentos de trabajo y
materias primas, no se compone solamente de productos materiales; se compone
igualmente de valores de cambio. Todos los productos que lo integran son
mercancías. El capital no es, pues, solamente una suma de productos
materiales; es una suma de mercancías, de valores de cambio, de magnitudes
sociales. El capital sigue siendo el mismo, aunque sustituyamos la lana por
algodón, el trigo por arroz, los ferrocarriles por vapores, a condición de que
el algodón, el arroz y los vapores —el cuerpo del capital— tengan el mismo
valor de cambio, el mismo precio que la lana, el trigo y los ferrocarriles en
que antes se encarnaba. El cuerpo del capital es susceptible de cambiar
constantemente, sin que por eso sufra el capital la menor alteración. Pero,
si todo capital es una suma de mercancías, es decir, de valores de cambio, no
toda suma de mercancías, de valores de cambio, es capital”[18].
BRIGADA DE PROPAGANDA
MIR LUIS ALBERTO BARRA GARCÍA.
MAYO 05 DE 2021.
[2]
Idem
[3]
Idem
[4]
Idem
[5]
Idem
[6]
Idem
[7]
Idem.
[8]
Idem
[9]
Idem
[10]
Idem
[11]
Idem
[12]
Idem.
[13]
Idem
[14]
Idem
[15]
Idem
[16]
Idem
[17]Idem
[18]
Idem
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