martes, 4 de mayo de 2021

5 DE MAYO 1818 NACE EL REVOLUCIONARIO CARLOS MARX. ALGUNAS PALABRAS SOBRE "TRABAJO ASALARIADO Y CAPITAL"

CARLOS MARX: “TRABAJO ASALARIADO Y CAPITAL”.  O LA FUERZA DE TRABAJO COMO MERCANCÍA Y EL TIEMPO NECESARIO PARA PRODUCIR ESTA MERCANCÍA, LA TEORIA DEL VALOR.

 

…”el precio del trabajo se hallará determinado por el coste de producción, por el tiempo de trabajo necesario para producir esta mercancía, que es la fuerza de trabajo”.  Carlos Marx

 

“Trabajo asalariado y capital”.

 

Al decir de su amigo y Compañero Federico Engels, “Trabajo asalariado y capital” como texto corresponde a una serie de artículos editoriales en la "Neue Rheinische Zeitung", a partir del 4 de abril de 1849[1].  Diez años después vería la luz el primero fascículo de la "Contribución a la crítica de la Economía Política".  A la edición de 1849, el Camarada Engels le hace una fundamental adición o modificación del texto original del cuate Marx: “Según el texto original, el obrero vende al capitalista, a cambio del salario, su trabajo; según el texto actual, vende su fuerza de trabajo. Y acerca de esta modificación, tengo que dar las necesarias explicaciones. Tengo que darlas a los obreros, para que vean que no se trata de ninguna sutileza de palabras, ni mucho menos, sino de uno de los puntos más importantes de toda la Economía Política. Y a los burgueses, para que se convenzan de cuán por encima están los incultos obreros, a quienes se pueden explicar con facilidad las cuestiones económicas más difíciles, de nuestros petulantes hombres «cultos», que jamás, mientras vivan, llegarán a comprender estos intrincados problemas.”[2] (las negritas son nuestras en este párrafo y en los que vienen).

 

Es decir, el trabajador no vende “su trabajo” al capital, sino que arrienda su “fuerza de trabajo”, por un tiempo determinado, a través de un acto jurídico denominado contrato de trabajo.

 

Pasemos ahora de lleno a las tesis del Compañero Carlos Marx expuestas en su trabajo.

 

Lo económico como base de la lucha de clases.

 

Marx comienza su texto con la siguiente afirmación: “De diversas partes se nos ha reprochado el que no hayamos expuesto las relaciones económicas que forman la base material de la lucha de clases y de las luchas nacionales de nuestros días. Sólo hemos examinado intencionadamente estas relaciones allí donde se imponían directamente en las colisiones políticas”[3].  A través de “Trabajo asalariado y capital”, Marx busca sentar las bases de la relación entre lo económico y lo político, además, por supuesto, de lo ideológico, que es donde las personas perciben esa correlación.

 

Desde el punto de vista metodológico, Marx se plantea el siguiente objetivo: “La relación entre el trabajo asalariado y el capital, la esclavitud del obrero, la dominación del capitalista”[4].  Además, señala a quién va dirigida su obra: “Nos esforzaremos por conseguir que nuestra exposición sea lo más sencilla y popular posible, sin dar por supuestas ni las nociones más elementales de la Economía Política. Queremos que los obreros nos entiendan”[5].

 

Luego, Marx pregunta y responde: “¿Qué es el salario? ¿Cómo se determina? Si preguntamos a los obreros qué salario perciben, uno nos contestará: «Mi burgués me paga un marco por la jornada de trabajo»; el otro: «Yo recibo dos marcos», etc. Según las distintas ramas del trabajo a que pertenezcan, nos indicarán las distintas cantidades de dinero que los burgueses respectivos les pagan por la ejecución de una tarea determinada, v.gr., por tejer una vara de lienzo o por componer un pliego de imprenta. Pero, pese a la diferencia de datos, todos coinciden en un punto: el salario es la cantidad de dinero que el capitalista paga por un determinado tiempo de trabajo o por la ejecución de una tarea determinada”[6].

 

Se puede llegar a la siguiente conclusión: “Por tanto, diríase que el capitalista les compra con dinero el trabajo de los obreros. Estos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no es más que la apariencia. Lo que en realidad venden los obreros al capitalista por dinero es su fuerza de trabajo. El capitalista compra esta fuerza de trabajo por un día, una semana, un mes, etc. Y, una vez comprada, la consume, haciendo que los obreros trabajen durante el tiempo estipulado. Con el mismo dinero con que les compra su fuerza de trabajo, por ejemplo, con los dos marcos, el capitalista podría comprar dos libras de azúcar o una determinada cantidad de otra mercancía cualquiera. Los dos marcos con los que compra dos libras de azúcar son el precio de las dos libras de azúcar”[7]. (el subrayado es nuestro). 

 

Sin embargo, debemos señalar que el capitalista no compra la fuerza de trabajo, sino que la arrienda, pues si la comprara, el trabajador se convertiría en un esclavo y recordemos que lo que más necesita el burgués es la “libertad jurídica del obrero”.

 

Luego, Marx define lo que es el precio del trabajo: “Los obreros cambian su mercancía, la fuerza de trabajo, por la mercancía del capitalista, por el dinero y este cambio se realiza guardándose una determinada proporción: tanto dinero por tantas horas de uso de la fuerza de trabajo. Por tejer durante doce horas, dos marcos. Y estos dos marcos, ¿no representan todas las demás mercancías que pueden adquirirse por la misma cantidad de dinero? En realidad, el obrero ha cambiado su mercancía, la fuerza de trabajo, por otras mercancías de todo género, y siempre en una determinada proporción. Al entregar dos marcos, el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad correspondiente de carne, de ropa, de leña, de luz, etc. Por tanto, los dos marcos expresan la proporción en que la fuerza de trabajo se cambia por otras mercancías, o sea el valor de cambio de la fuerza de trabajo. Ahora bien, el valor de cambio de una mercancía, expresado en dinero, es precisamente su precio. Por consiguiente, el salario no es más que un nombre especial con que se designa el precio de la fuerza de trabajo, o lo que suele llamarse precio del trabajo, el nombre especial de esa peculiar mercancía que sólo toma cuerpo en la carne y la sangre del hombre[8].

Y ahora Marx, resume cómo la fuerza de trabajo se subsume, se introduce en la producción de la mercancía, generando su VALOR: “Tomemos un obrero cualquiera, un tejedor, por ejemplo. El capitalista le suministra el telar y el hilo. El tejedor se pone a trabajar y el hilo se convierte en lienzo. El capitalista se adueña del lienzo y lo vende en veinte marcos, por ejemplo. ¿Acaso el salario del tejedor representa una parte del lienzo, de los veinte marcos, del producto de su trabajo? Nada de eso. El tejedor recibe su salario mucho antes de venderse el lienzo, tal vez mucho antes de que haya acabado el tejido. Por tanto, el capitalista no paga este salario con el dinero que ha de obtener del lienzo, sino de un fondo de dinero que tiene en reserva. Las mercancías entregadas al tejedor a cambio de la suya, de la fuerza de trabajo, no son productos de su trabajo, del mismo modo que no lo son el telar y el hilo que el burgués le ha suministrado. Podría ocurrir que el burgués no encontrase ningún comprador para su lienzo. Podría ocurrir también que no se reembolsase con el producto de su venta ni el salario pagado. Y puede ocurrir también que lo venda muy ventajosamente, en comparación con el salario del tejedor. Al tejedor todo esto le tiene sin cuidado. El capitalista, con una parte de la fortuna de que dispone, de su capital, compra la fuerza de trabajo del tejedor, exactamente lo mismo que con otra parte de la fortuna ha comprado las materias primas —el hilo— y el instrumento de trabajo —el telar—. Una vez hechas estas compras, entre las que figura la de la fuerza de trabajo necesaria para elaborar el lienzo, el capitalista produce ya con materias primas e instrumentos de trabajo de su exclusiva pertenencia. Entre los instrumentos de trabajo va incluido también, naturalmente, nuestro buen tejedor, que participa en el producto o en el precio del producto en la misma medida que el telar; es decir, absolutamente en nada[9].

 

Y el genio de Tréveris remata: “Por tanto, el salario no es la parte del obrero en la mercancía por él producida. El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo productiva”[10].

 

¿Qué significa el trabajo para el Trabajador?  Marx responde: “El obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es más bien un sacrificio de su vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero. Por eso el producto de su actividad no es tampoco el fin de esta actividad. Lo que el obrero produce para sí no es la seda que teje ni el oro que extrae de la mina, ni el palacio que edifica. Lo que produce para sí mismo es el salario; y la seda, el oro y el palacio se reducen para él a una determinada cantidad de medios de vida, si acaso a una chaqueta de algodón, unas monedas de cobre y un cuarto en un sótano. Y para el obrero que teje, hila, taladra, tornea, construye, cava, machaca piedras, carga, etc., por espacio de doce horas al día, ¿son estas doce horas de tejer, hilar, taladrar, tornear, construir, cavar y machacar piedras la manifestación de su vida, su vida misma? Al contrario. Para él, la vida comienza allí donde terminan estas actividades, en la mesa de su casa, en el banco de la taberna, en la cama. Las doce horas de trabajo no tienen para él sentido alguno en cuanto a tejer, hilar, taladrar, etc., sino solamente como medio para ganar el dinero que le permite sentarse a la mesa o en el banco de la taberna y meterse en la cama”[11].

 

Marx plantea que el fin del feudalismo, de la Edad Media, produce al “obrero libre” jurídicamente, que vende o arrienda su fuerza de trabajo libremente por horas: “El trabajo no ha sido siempre trabajo asalariado, es decir, trabajo libre. El esclavo no vendía su fuerza de trabajo al esclavista, del mismo modo que el buey no vende su trabajo al labrador. El esclavo es vendido de una vez y para siempre, con su fuerza de trabajo, a su dueño. Es una mercancía que puede pasar de manos de un dueño a manos de otro. Él es una mercancía, pero su fuerza de trabajo no es una mercancía suya. El siervo de la gleba sólo vende una parte de su fuerza de trabajo. No es él quien obtiene un salario del propietario del suelo; por el contrario, es éste, el propietario del suelo, quien percibe de él un tributo. El siervo de la gleba es un atributo del suelo y rinde frutos al dueño de éste. En cambio, el obrero libre se vende él mismo y además, se vende en partes. Subasta 8, 10, 12, 15 horas de su vida, día tras día, entregándolas al mejor postor, al propietario de las materias primas, instrumentos de trabajo y medios de vida; es decir, al capitalista. El obrero no pertenece a ningún propietario ni está adscrito al suelo, pero las 8, 10, 12, 15 horas de su vida cotidiana pertenecen a quien se las compra[12].

 

¿Y qué significa en los hechos esa libertad jurídica del Trabajador?  “El obrero, en cuanto quiera, puede dejar al capitalista a quien se ha alquilado, y el capitalista le despide cuando se le antoja, cuando ya no le saca provecho alguno o no le saca el provecho que había calculado. Pero el obrero, cuya única fuente de ingresos es la venta de su fuerza de trabajo, no puede desprenderse de toda la clase de los compradores, es decir, de la clase de los capitalistas, sin renunciar a su existencia. No pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto, y es incumbencia suya encontrar un patrono, es decir, encontrar dentro de esta clase capitalista un comprador[13].

 

No olvidar: “El salario es, como hemos visto, el precio de una determinada mercancía, de la fuerza de trabajo. Por tanto, el salario se halla determinado por las mismas leyes que determinan el precio de cualquier otra mercancía”[14].  Y aquí Marx llega a la determinación de la existencia del monopolio como forma de abaratar el precio de las mercancías y como con ello logra quebrar, hacer inexistente la competencia, por lo tanto, el capitalismo no acepta la competencia, no puede sobrevivir con la competencia: “La misma mercancía es ofrecida por diversos vendedores. Quien venda mercancías de igual calidad a precio más barato, puede estar seguro de que eliminará del campo de batalla a los demás vendedores y se asegurará mayor venta. Por tanto, los vendedores se disputan mutuamente la venta, el mercado. Todos quieren vender, vender lo más que puedan, y, si es posible, vender ellos solos, eliminando a los demás. Por eso unos venden más barato que otros. Tenemos, pues, una competencia entre vendedores, que abarata el precio de las mercancías puestas a la venta”.

 

VALOR Y PRECIO, DOS ASPECTOS BIEN DISTINTOS, POR CIERTO.

 

Marx propone dos factores al interior del aparato productivo.  Uno es el valor de una mercancía, la otra es el precio de esta.  El valor surge al interior del proceso productivo, el segundo en la circulación de la mercancía: “Preguntemos al primer burgués que nos salga al paso. No separará a meditar ni un instante, sino que, cual nuevo Alejandro Magno, cortará este nudo metafísico [10] con la tabla de multiplicar. Nos dirá: si el fabricar la mercancía que vendo me ha costado cien marcos y la vendo por 110 —pasado un año, se entiende—, esta ganancia es una ganancia moderada, honesta y decente. Si obtengo, a cambio de esta mercancía, 120, 130 marcos, será ya una ganancia alta; y si consigo hasta 200 marcos, la ganancia será extraordinaria, enorme. ¿Qué es lo que le sirve a nuestro burgués de criterio para medir la ganancia? El coste de producción de su mercancía. Si a cambio de esta mercancía obtiene una cantidad de otras mercancías cuya producción ha costado menos, pierde. Si a cambio de su mercancía obtiene una cantidad de otras mercancías cuya producción ha costado más, gana. Y calcula la baja o el alza de su ganancia por los grados que el valor de cambio de su mercancía acusa por debajo o por encima de cero, por debajo o por encima del coste de producción[15].

 

Veamos lo que pensaba la economía antes de que Marx viniese a poner orden: “Los economistas dicen que el precio medio de las mercancías equivale al coste de producción; que esto es la ley. Ellos consideran como obra del azar el movimiento anárquico en que el alza se nivela con la baja y ésta con el alza. Con el mismo derecho podría considerarse, como lo hacen en efecto otros economistas, que estas oscilaciones son la ley, y la determinación del precio por el coste de producción, fruto del azar. En realidad, si se las examina de cerca. se ve que estas oscilaciones acarrean las más espantosas desolaciones y son como terremotos que hacen estremecerse los fundamentos de la sociedad burguesa. son las únicas que en su curso determinan el precio por el coste de producción. El movimiento conjunto de este desorden es su orden. En el transcurso de esta anarquía industrial, en este movimiento cíclico, la concurrencia se encarga de compensar, como si dijésemos, una extravagancia con otra”.  Y hay quienes que todavía creen que el capitalismo es anarquía, desorden, en cuanto a la producción y su realización, cuando en lo concreto el capitalismo es planificación permanente y una planificación de largo alcance, que no deja nada al azar.

 

El tiempo socialmente necesario para producir una mercancía será la determinación del valor de la misma.  Con esto Marx arriba a su Teoría del Valor: “La determinación del precio por el coste de producción equivale a la determinación del precio por el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, pues el coste de producción está formado: 1) por las materias primas y el desgaste de los instrumentos, es decir, por productos industriales cuya fabricación ha costado una determinada cantidad de jornadas de trabajo y que representan, por tanto, una determinada cantidad de tiempo de trabajo. y 2) por el trabajo directo; cuya medida es también el tiempo. Las mismas leyes generales que regulan el precio de las mercancías en general regulan también, naturalmente, el salario, el precio del trabajo”[16].

 

Marx se pregunta “¿cuál es el coste de producción de la fuerza de trabajo? Es lo que cuesta sostener al obrero como tal obrero y educarlo para este oficio…Por tanto, cuanto menos tiempo de aprendizaje exija un trabajo, menor será el coste de producción del obrero, más bajo el precio de su trabajo, su salario. En las ramas industriales que no exigen apenas tiempo de aprendizaje, bastando con la mera existencia corpórea del obrero, el coste de producción de éste se reduce casi exclusivamente a las mercancías necesarias para que aquél pueda vivir en condiciones de trabajar. Por tanto, aquí el precio de su trabajo estará determinado por el precio de los medios de vida indispensables”[17].

 

EL CAPITAL

 

Marx pasa revista a lo que considera capital, a su esencia.  Esta conceptualización es fundamental a la hora de apreciar el despliegue histórico del capital, del capitalismo, ya sea en sus inicios o en su fase superior que fuera conceptualizada por Lenin.  Recordemos que la primera fase del imperialismo se extiende cronológicamente entre 1880-1980, más o menos, y que luego de 1980-1990 se inicia la transición a la segunda fase del imperialismo con un capitalismo monopólico transnacionalizado que impera hasta hoy.  Es decir, lo iniciado entre 1980-1990 no es un nuevo modo de producción, sino que un nuevo patrón de acumulación a nivel planetario, el cual detuvo procesos industrializadores en la periferia y detuvo los estados de bienestar, poniendo énfasis en las ventajas comparativas, pero manteniendo la esencia del capital, es decir, su carácter monopólico y el aparato económico centralizado y concentrado.

 

Las relaciones sociales en las que los individuos producen, las relaciones sociales de producción, cambian, por tanto, se transforman, al cambiar y desarrollarse los medios materiales de producción, las fuerzas productivas. Las relaciones de producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones sociales, la sociedad, y concretamente, una sociedad con un determinado grado de desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo. La sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son otros tantos conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales representa, a la vez, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad”.

 

Aquí un aspecto fundamental a la hora de promover una estrategia política de liberación humana y social; el capital es una relación social, no son cosas.  Confundir el capital, el capitalismo, con las cosas, es volver a creer que son las máquinas las culpables de la explotación humana.  Claro que no podemos obviar que el capitalismo glorifica las cosas, nos hace creer que vivimos en el mundo de las cosas, pero insistimos que el capital no es una cosa, es una relación social: “También el capital es una relación social de producción. Es una relación burguesa de producción, una relación de producción de la sociedad burguesa. Los medios de vida, los instrumentos de trabajo, las materias primas que componen el capital, ¿no han sido producidos y acumulados bajo condiciones sociales dadas, en determinadas relaciones sociales? ¿No se emplean para un nuevo proceso de producción bajo condiciones sociales dadas, en determinadas relaciones sociales? ¿Y no es precisamente este carácter social determinado el que convierte en capital los productos destinados a la nueva producción? El capital no se compone solamente de medios de vida, instrumentos de trabajo y materias primas, no se compone solamente de productos materiales; se compone igualmente de valores de cambio. Todos los productos que lo integran son mercancías. El capital no es, pues, solamente una suma de productos materiales; es una suma de mercancías, de valores de cambio, de magnitudes sociales. El capital sigue siendo el mismo, aunque sustituyamos la lana por algodón, el trigo por arroz, los ferrocarriles por vapores, a condición de que el algodón, el arroz y los vapores —el cuerpo del capital— tengan el mismo valor de cambio, el mismo precio que la lana, el trigo y los ferrocarriles en que antes se encarnaba. El cuerpo del capital es susceptible de cambiar constantemente, sin que por eso sufra el capital la menor alteración. Pero, si todo capital es una suma de mercancías, es decir, de valores de cambio, no toda suma de mercancías, de valores de cambio, es capital”[18].

 

BRIGADA DE PROPAGANDA MIR LUIS ALBERTO BARRA GARCÍA.

MAYO 05 DE 2021.



[2] Idem

 

[3] Idem

[4] Idem

[5] Idem

[6] Idem

[7] Idem.

[8] Idem

[9] Idem

[10] Idem

[11] Idem

[12] Idem.

[13] Idem

[14] Idem

[15] Idem

[16] Idem

[17]Idem

[18] Idem

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario