Chile. Mi relación con
Renato Araneda Loayza, el Vilo: Escribe el ex dirigente del MIR, Hernán Aguiló
Ambos proyectos (guerrilleros)
se venían implementando sin una base social de apoyo que permitiera constituir
redes clandestinas legales para su abastecimiento logístico y la propia
preparación del terreno.
Por Hernán Aguiló Martínez
Publicado el 24 May, 2021
La muerte de un ex militante o
dirigente del MIR siempre provoca recuerdos. Renato Araneda Loayza, el Vilo,
falleció el 20 de mayo recién pasado. Lo conocí muy poco antes del golpe. Sólo
un par de veces en reuniones del Comité Central.
Tuve una relación más estrecha
con él, cuando regresó a Chile a cargo de la preparación del terreno para la
instalación de un frente guerrillero en la cordillera de Nahuelbuta. Hay
testimonios de ex compañeros del MIR que militaron con él en la provincia de
Arauco, que describen su militancia en los años previos al gobierno de la
Unidad Popular. Como también testimonios de compañeros que compartieron
experiencia con él en el proyecto de Nahuelbuta.
Como jefe del partido en
Chile, tenía que coordinar las tareas de apoyo logístico para los proyectos de
Neltume y Nahuelbuta. Como es sabido, personalmente estaba de acuerdo en la
necesidad de desarrollar ambos proyectos, pero estuve en desacuerdo en la forma
que se estaba haciendo la preparación de ambos proyectos. La esencia de mi
diferencia tenía que ver con que ambos proyectos se venían implementando sin
una base social de apoyo que permitiera constituir redes clandestinas legales,
para su abastecimiento logístico y la propia preparación del terreno. El
partido en Chile no estaba en condiciones de proporcionar esas redes naturales
legales y nos obligada a realizar la mayoría de los apoyos con compañeros
ilegales buscados por los servicios de inteligencia de la dictadura. A lo
anterior hay que agregar que los recursos financieros en Chile y los que
provenían desde el exterior no eran suficientes para la cantidad de equipos y
alimentación que necesitaban los compañeros en el monte en Neltume y los que se
encontraban clandestinos ilegales en pueblos alrededor de la cordillera de Nahuelbuta.
Por eso, en varias oportunidades señalé que primero había que generar esas
condiciones de bases de apoyo legales, antes de subir a los compañeros al
monte. Esto lo discutimos con Paine, El Vilo y Andrés Pascal. Finalmente se
llegó a una solución intermedia: bajar sólo a algunos compañeros en Neltume y
dejar otro contingente en el monte. Pero esto no destensionó la gran carga que
significaba abastecer de recursos logísticos y financieros a ambos proyectos.
El reconocimiento del terreno del proyecto de Nahuelbuta estaba mucho menos
desarrollado que el de Neltume, pero igual había una cantidad importante de
compañeros ilegales que requerían documentación y recursos financieros para su
sobrevivencia, en su gran mayoría en el llano. Muchos de ellos vivían en
pensiones o arrendaban piezas, justamente por la falta de base social de apoyo
legal y desconocida por los servicios de inteligencia, que pudieran protegerlos
y ayudarlos a realizar sus tareas de preparación del terreno y la vez, ir
generando una mayor diversificación de redes de apoyo para el futuro frente
guerrillero.
Describo lo anterior porque
esta fueron una de las diferencias que tuve con Vilo pero no sólo con Vilo,
sino también con Paine y con Andrés Pascal.
A pesar de lo anterior, con
mucho esfuerzo con otros compañeros de la dirección y militantes que estaban
comprometidos con ambos proyectos, tratamos por todos los medios posibles de
seguir abasteciendo las necesidades con militantes ilegales, no siempre
disponiendo de la gran cantidad de recursos financieros que se necesitaban.
Como lo he señalado también en otras oportunidades, esto nos obligó a la vez, a
compulsionar a fuerzas operativas urbanas para realizar operaciones financieras
tanto para estos proyectos, como para las propias necesidades del partido en
Chile. En esos años los grupos operativos urbanos, también empezaron a sufrir
el acoso represivo y muy pocos integrantes de esos grupos tenían una adecuada
retaguardia social legal y desconocida por las fuerzas represivas, que les
permitiera sortear la represión.
Las diferencias también se
empezaron a manifestar en los análisis de la situación política y en la
política de alianzas del partido. Estas diferencias se agudizaron después del
golpe represivo a Neltume y con las protestas nacionales que se desarrollaron a
partir de crisis del 82. Resumidamente estas diferencias se manifestaron en lo
siguiente:
Un sector de la Dirección y de
militantes del partido levantaron la Política de Salvación Nacional que buscaba
una alianza con sectores de la oposición burguesa, que iniciaba una negociación
con la dictadura para un recambio dentro de institucionalidad generada por la
propia dictadura: la Constitución Política de los 80. La Política de Salvación
Nacional dejaba de lado el objetivo táctico- estratégico de derrocar a la
dictadura e instaurar un gobierno democrático, popular y revolucionario, que
era el objetivo táctico estratégico para el período.
La segunda gran diferencia
decía relación con la sobrevaloración de las protestas nacionales y del movimiento
de masas, que sectores de la dirección caracterizaban como una situación
revolucionaria y por lo mismo, apelaban a la necesidad de impulsar los
levantamientos locales, política que terminó por exponer más a la represión, a
las débiles fuerzas partidarias, provocando nuevos golpes represivos.
La tercera gran diferencia, y
muy relacionada con la anterior, dice relación con el coyunturalismo en la
elaboración de los objetivos tácticos, sin una direccionalidad estratégica,
dejándose llevar por el espontaneísmo de las protestas, sin tener en cuenta la
política contrainsurgente de la dictadura. En los años siguientes, esto se
refleja en la consigna del año decisivo y en la implementación de políticas
ultraizquierdistas, mientras los representantes políticos de la oposición
burguesa y de la dictadura, elaboraban el plan de recambio, manteniendo intacto
el modelo económico neoliberal y la constitución del 80.
Entonces se produce el
derrumbe del campo socialista, las diferencias políticas se agudizan al interior
de la dirección y del partido, se produce la división y el quiebre definitivo.
Las diferencias políticas y las dos grandes derrotas táctico-estratégicas del
partido, hacen irreconciliables las diferencias políticas.
Con el Vilo y con todos los
dirigentes que formaron el MIR político, muchos de los cuales se integraron a
los gobiernos de la Concertación tuve y mantengo grandes diferencias políticas.
Esas diferencias han sido públicas.
Sin embargo, con Vilo hay un
hecho que me parece grave, más allá de las diferencias políticas y las
diferencias respecto a la implementación de los proyectos guerrilleros que no
alcanzaron a materializarse. Vilo fue partícipe de las acusaciones de
infiltración que fuimos acusados varios miembros de la dirección. Incluso declaró
en los tribunales en mi contra por el asesinato de su hermano.
La tesis de la infiltración
tiene su origen en el equipo de informaciones que dirigía Nelson Gutiérrez en
La Habana. Con Nelson tuve largas discusiones por escrito al respecto. Siempre
señalé que si no había evidencias objetivas sobre la infiltración de algún
militante, era una irresponsabilidad política muy grande echar a correr rumores
sobre ello. La tesis de la infiltración no sólo ha afectado a dirigentes
específicos, sino que ha afectado la imagen del conjunto del MIR y a los
propios generadores de la tesis. Incluso ha afectado la imagen de dirigentes
históricos del MIR, pues demostraría que fueron incapaces de detectar a tiempo
tales infiltraciones.
Personalmente me hubiese
gustado no dar a conocer estos hechos sobre el Vilo.
En los procesos de Balance y
en mis procesos autocríticos he señalado cuáles son las causas que llevaron al
MIR a las dos grandes derrotas táctico-estratégicas.
En el último tiempo, y a la
luz de los resultados de las revoluciones socialistas que han derivado a
capitalismo e imperialismos, hemos señalado junto a otros ex miristas, que se
hace necesario superar la teoría y la práctica de la revolución y desarrollar
la teoría y la práctica de la liberación de los trabajadores y pueblos a partir
de la generación de clase para sí y una base material de un nuevo modo de
producción donde la producción sea social y la apropiación sea social. Proceso
que ya viene generándose desde algunas comunidades urbanas y rurales.
He señalado también que
fomentar mistificaciones de nuestro pasado militante, en nada ayuda a superar
los errores del pasado. Cuando se mistifica el pasado de militantes y
dirigentes, se llama a repetir lo que se hizo en el pasado. Se llama a repetir
lo que se hizo en las dos grandes derrotas táctico-estratégicas. El error se
transforma en virtud.
Lo anterior me hubiese gustado
discutir con el Vilo antes de su muerte y no verme envuelto en acusaciones
infundadas en los tribunales de justicia.
Hernán Aguiló Martínez
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