miércoles, 26 de mayo de 2021

HERNÁN AGUILÓ: Mi relación con Renato Araneda Loayza, el Vilo

Chile. Mi relación con Renato Araneda Loayza, el Vilo: Escribe el ex dirigente del MIR, Hernán Aguiló

 

Ambos proyectos (guerrilleros) se venían implementando sin una base social de apoyo que permitiera constituir redes clandestinas legales para su abastecimiento logístico y la propia preparación del terreno.

 

Por Hernán Aguiló Martínez Publicado el 24 May, 2021

 

La muerte de un ex militante o dirigente del MIR siempre provoca recuerdos. Renato Araneda Loayza, el Vilo, falleció el 20 de mayo recién pasado. Lo conocí muy poco antes del golpe. Sólo un par de veces en reuniones del Comité Central.

 

Tuve una relación más estrecha con él, cuando regresó a Chile a cargo de la preparación del terreno para la instalación de un frente guerrillero en la cordillera de Nahuelbuta. Hay testimonios de ex compañeros del MIR que militaron con él en la provincia de Arauco, que describen su militancia en los años previos al gobierno de la Unidad Popular. Como también testimonios de compañeros que compartieron experiencia con él en el proyecto de Nahuelbuta.

 

Como jefe del partido en Chile, tenía que coordinar las tareas de apoyo logístico para los proyectos de Neltume y Nahuelbuta. Como es sabido, personalmente estaba de acuerdo en la necesidad de desarrollar ambos proyectos, pero estuve en desacuerdo en la forma que se estaba haciendo la preparación de ambos proyectos. La esencia de mi diferencia tenía que ver con que ambos proyectos se venían implementando sin una base social de apoyo que permitiera constituir redes clandestinas legales, para su abastecimiento logístico y la propia preparación del terreno. El partido en Chile no estaba en condiciones de proporcionar esas redes naturales legales y nos obligada a realizar la mayoría de los apoyos con compañeros ilegales buscados por los servicios de inteligencia de la dictadura. A lo anterior hay que agregar que los recursos financieros en Chile y los que provenían desde el exterior no eran suficientes para la cantidad de equipos y alimentación que necesitaban los compañeros en el monte en Neltume y los que se encontraban clandestinos ilegales en pueblos alrededor de la cordillera de Nahuelbuta. Por eso, en varias oportunidades señalé que primero había que generar esas condiciones de bases de apoyo legales, antes de subir a los compañeros al monte. Esto lo discutimos con Paine, El Vilo y Andrés Pascal. Finalmente se llegó a una solución intermedia: bajar sólo a algunos compañeros en Neltume y dejar otro contingente en el monte. Pero esto no destensionó la gran carga que significaba abastecer de recursos logísticos y financieros a ambos proyectos. El reconocimiento del terreno del proyecto de Nahuelbuta estaba mucho menos desarrollado que el de Neltume, pero igual había una cantidad importante de compañeros ilegales que requerían documentación y recursos financieros para su sobrevivencia, en su gran mayoría en el llano. Muchos de ellos vivían en pensiones o arrendaban piezas, justamente por la falta de base social de apoyo legal y desconocida por los servicios de inteligencia, que pudieran protegerlos y ayudarlos a realizar sus tareas de preparación del terreno y la vez, ir generando una mayor diversificación de redes de apoyo para el futuro frente guerrillero.

 

Describo lo anterior porque esta fueron una de las diferencias que tuve con Vilo pero no sólo con Vilo, sino también con Paine y con Andrés Pascal.

 

A pesar de lo anterior, con mucho esfuerzo con otros compañeros de la dirección y militantes que estaban comprometidos con ambos proyectos, tratamos por todos los medios posibles de seguir abasteciendo las necesidades con militantes ilegales, no siempre disponiendo de la gran cantidad de recursos financieros que se necesitaban. Como lo he señalado también en otras oportunidades, esto nos obligó a la vez, a compulsionar a fuerzas operativas urbanas para realizar operaciones financieras tanto para estos proyectos, como para las propias necesidades del partido en Chile. En esos años los grupos operativos urbanos, también empezaron a sufrir el acoso represivo y muy pocos integrantes de esos grupos tenían una adecuada retaguardia social legal y desconocida por las fuerzas represivas, que les permitiera sortear la represión.

 

Las diferencias también se empezaron a manifestar en los análisis de la situación política y en la política de alianzas del partido. Estas diferencias se agudizaron después del golpe represivo a Neltume y con las protestas nacionales que se desarrollaron a partir de crisis del 82. Resumidamente estas diferencias se manifestaron en lo siguiente:

Un sector de la Dirección y de militantes del partido levantaron la Política de Salvación Nacional que buscaba una alianza con sectores de la oposición burguesa, que iniciaba una negociación con la dictadura para un recambio dentro de institucionalidad generada por la propia dictadura: la Constitución Política de los 80. La Política de Salvación Nacional dejaba de lado el objetivo táctico- estratégico de derrocar a la dictadura e instaurar un gobierno democrático, popular y revolucionario, que era el objetivo táctico estratégico para el período.

 

La segunda gran diferencia decía relación con la sobrevaloración de las protestas nacionales y del movimiento de masas, que sectores de la dirección caracterizaban como una situación revolucionaria y por lo mismo, apelaban a la necesidad de impulsar los levantamientos locales, política que terminó por exponer más a la represión, a las débiles fuerzas partidarias, provocando nuevos golpes represivos.

 

La tercera gran diferencia, y muy relacionada con la anterior, dice relación con el coyunturalismo en la elaboración de los objetivos tácticos, sin una direccionalidad estratégica, dejándose llevar por el espontaneísmo de las protestas, sin tener en cuenta la política contrainsurgente de la dictadura. En los años siguientes, esto se refleja en la consigna del año decisivo y en la implementación de políticas ultraizquierdistas, mientras los representantes políticos de la oposición burguesa y de la dictadura, elaboraban el plan de recambio, manteniendo intacto el modelo económico neoliberal y la constitución del 80.

 

Entonces se produce el derrumbe del campo socialista, las diferencias políticas se agudizan al interior de la dirección y del partido, se produce la división y el quiebre definitivo. Las diferencias políticas y las dos grandes derrotas táctico-estratégicas del partido, hacen irreconciliables las diferencias políticas.

 

Con el Vilo y con todos los dirigentes que formaron el MIR político, muchos de los cuales se integraron a los gobiernos de la Concertación tuve y mantengo grandes diferencias políticas. Esas diferencias han sido públicas.

 

Sin embargo, con Vilo hay un hecho que me parece grave, más allá de las diferencias políticas y las diferencias respecto a la implementación de los proyectos guerrilleros que no alcanzaron a materializarse. Vilo fue partícipe de las acusaciones de infiltración que fuimos acusados varios miembros de la dirección. Incluso declaró en los tribunales en mi contra por el asesinato de su hermano.

 

La tesis de la infiltración tiene su origen en el equipo de informaciones que dirigía Nelson Gutiérrez en La Habana. Con Nelson tuve largas discusiones por escrito al respecto. Siempre señalé que si no había evidencias objetivas sobre la infiltración de algún militante, era una irresponsabilidad política muy grande echar a correr rumores sobre ello. La tesis de la infiltración no sólo ha afectado a dirigentes específicos, sino que ha afectado la imagen del conjunto del MIR y a los propios generadores de la tesis. Incluso ha afectado la imagen de dirigentes históricos del MIR, pues demostraría que fueron incapaces de detectar a tiempo tales infiltraciones.

 

Personalmente me hubiese gustado no dar a conocer estos hechos sobre el Vilo.

 

En los procesos de Balance y en mis procesos autocríticos he señalado cuáles son las causas que llevaron al MIR a las dos grandes derrotas táctico-estratégicas.

En el último tiempo, y a la luz de los resultados de las revoluciones socialistas que han derivado a capitalismo e imperialismos, hemos señalado junto a otros ex miristas, que se hace necesario superar la teoría y la práctica de la revolución y desarrollar la teoría y la práctica de la liberación de los trabajadores y pueblos a partir de la generación de clase para sí y una base material de un nuevo modo de producción donde la producción sea social y la apropiación sea social. Proceso que ya viene generándose desde algunas comunidades urbanas y rurales.

 

He señalado también que fomentar mistificaciones de nuestro pasado militante, en nada ayuda a superar los errores del pasado. Cuando se mistifica el pasado de militantes y dirigentes, se llama a repetir lo que se hizo en el pasado. Se llama a repetir lo que se hizo en las dos grandes derrotas táctico-estratégicas. El error se transforma en virtud.

 

Lo anterior me hubiese gustado discutir con el Vilo antes de su muerte y no verme envuelto en acusaciones infundadas en los tribunales de justicia.

 

Hernán Aguiló Martínez

 

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