Diversos
autores, ya sean de la izquierda domesticada o de la inquieta, afirman, con
absoluta y estertórea convicción, que el “capitalismo está en crisis”, en su
“crisis más profunda” y que esta sí que es La “crisis final”, y otras cosas por
el estilo. Veamos que nos dice, que nos espeta, la cruda realidad de nuestros
tiempos
Hace
rato que la fortuna de los más ricos no hace sino aumentar y en 2018, para los
más ricos, lo
hizo a un ritmo de US$2.500 millones diarios, lo que descarta una muy
supuesta “reducción de sus tasas de ganancia”. Al mismo tiempo y en lo que
constituye la otra cara de ese enriquecimiento, cerca de la mitad de la
humanidad vive con menos de 5,50 dólares al día (unos $3.600); es decir, una de
cada tres personas en éste planeta vive en la pobreza.
En
un reciente informe de Oxfam, se puede
constatar un hecho dialéctico, que evidencia el carácter desigual y combinado
del capitalismo: que la fortuna de los milmillonarios aumentó en un 12% en el pasado
año, en tanto que los ingresos de la mitad más pobre de la población mundial,
que equivale a 3.800 millones de personas, se redujo en un 11%.
Y
contradictoriamente, lo anterior no va de la mano con lo que se
espera sea el crecimiento económico para éste y el próximo año. Bueno, en
el reino del capital, así como en el mundo de Alicia, nada es lo que parece (y
eso es lo que confunde a tirios y troyanos). Así, mientras en 2019-2020 la mejora
del producto será, en promedio, de 1,85% para las potencias del centro del
Sistema Capitalista Mundial (SCM), ella alcanzará en dicho período un 4,7% en
las formaciones de las zonas intermedia y periférica del mismo. Creemos que lo
anterior viene a demostrar que el crecimiento en estos últimos componentes del
sistema, músculos y pulmones de tal entramado, es absorbido por el centro
imperialista. Por supuesto y como se hace necesario ‘engrasar’ los goznes del
sistema, el capital monopólico transnacional deja una parte al capital monopólico-financiero
local (que se le alía subordinadamente), el cual sigue fungiendo, como en sus
mejores tiempos, como una lacra rentista y no interesada para nada en un
pretendido desarrollo igualitario. Para los de abajo, lo que sobra.
Si
bien en algunas áreas de desarrollo más acelerado del modelo capitalista
actual, el monopólico-financiero, como son las de la telefonía
móvil, puede haber una ralentización –que no pérdidas- de sus ganancias, comparadas
con las ingentes sumas obtenidas años atrás, es precisamente el monstruoso
grado de lo que ingresaran lo que dificulta que puedan mantener tales cifras
siempre al alza geométrica.
Y
el colosal proceso de concentración y centralización de capitales, la esencia
del modelo, prosigue impertérrita, tanto a nivel del SCM como en cada una de
las formaciones económico-sociales (FES) que la integran. De ahí que no resulte
extraño (aunque algunos no tomen nota de ello) que recientemente se nos
notificara que
los 10 multimillonarios más poderosos del mundo sumaran una riqueza que
alcanza los US$744,6 mil millones, equivalente a 38 y media veces el PIB de
EE.UU. Si se hila más fino, podemos
advertir que tan sólo 8 de esas personas (8 hombres en realidad) poseen ya
la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la
humanidad. En verdad, el crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los
que más tienen, y que cada vez son menos. El resto, la gran mayoría de
ciudadanos de todo el mundo y especialmente las áreas más pobres, se están
quedando al margen del mayor salto económico jamás visto.
Y
hablamos de salto productivo por cuanto las
más grandes empresas del SCM, la mayor parte de capitales transnacionales del
centro del mismo, no se pudieron quejar en 2018 de pobreza o de hallarse ad portas de una “severa crisis”. Esas
2000 megacorporaciones, que ven cotizadas sus acciones en las bolsas de 60
países, colectivamente representan 39.1 billones de dólares en ventas, 3.2
billones de dólares en ganancias, 189 billones de dólares en activos y 56.8
billones de dólares en valor de mercado. Todas las métricas han subido dos
dígitos año tras año, con ganancias de hasta un impresionante ¡28%! Sin
embargo, al otro lado de la brecha, podemos
constatar que el crecimiento mundial del salario ha sido débil, mientras
que las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, de alrededor 20% a
escala mundial, siguen siendo inaceptablemente altas. La
OIT concluye que el crecimiento mundial de los salarios en 2017 no solo fue
menor que en 2016, sino que registró la tasa de crecimiento más baja desde
2008, situándose muy por detrás de los niveles alcanzados antes de la crisis
financiera mundial de 2007-2008. El “crecimiento” mundial de los salarios en
términos reales (es decir, ajustado por la inflación) disminuyó del 2,4% en
2016 a un mero 1,8% en 2017. Si no se incluye a China, cuya gran población y
rápido crecimiento salarial inciden considerablemente en la media mundial, el
crecimiento mundial de los salarios en términos reales cayó del 1,8% en 2016 al
1,1% en 2017. Los trabajadores de las FES de Asia y el Pacífico han visto algo de mejora
en sus salarios reales entre 2006 y 2017, pero inclusive aquí el crecimiento de
los salarios en 2017 fue menor que en 2016. En tanto el “crecimiento” de los salarios
también disminuyó en Asia Central y Occidental, pasando del 3,0% en 2016 al 0,5%
en 2017. En América Latina y el Caribe, el crecimiento de los salarios reales
en 2017 se incrementó casi nada en comparación con 2016, pues se situó por
debajo del 1% (compárese esto con el 28% de ganancias que obtienen algunas
transnacionales).
Pero
este crecimiento económico del gran capital y los sectores dominantes
mundiales, a costa de los sacrificios de la mayor parte de la humanidad, no
sólo afectan a la periferia del SCM. En las potencias capitalistas que
constituyen el G-20, el crecimiento de los salarios reales disminuyó del 1,7%
en 2015 al 0,9% en 2016, y siguió disminuyendo al 0,4% en 2017. En Europa
Occidental, el crecimiento de los salarios reales disminuyó del 1,6% en 2015 al
1,3% en 2016, para seguir disminuyendo hasta alcanzar un crecimiento cercano a
cero en 2017, debido al crecimiento menor de los salarios en países como
Alemania y Francia, y de la disminución de los salarios reales en España e
Italia. El crecimiento de los salarios reales en EE.UU. disminuyó del 2,2% en
2015 al 0,7% en 2016, valor que se mantuvo en 2017.
Algun@s
catastrofistas nos aseguran que las guerras civiles y de intervención imperial
que asolan al mundo actual no hacen más que evidenciar otra faz de la profunda “crisis
del capitalismo”. Con todo, debiéramos responderles que si bien tales
conflagraciones tienen causas de carácter
estructural: la compulsión de la competencia que mueve a los
capitalistas a aumentar sus tasas de ganancia, ampliar áreas de explotación
laboral y de insumos industriales, a expandir sus áreas de mercantilización y a
someterse a las dinámicas especulativas, la mayor parte de las veces las
expediciones punitivas de las potencias centrales, así como las asonadas que
logran instigar por doquier, conducen a que los modernos cruzados se hagan de importantes
fuentes de recursos y materias primas; logren quitar de en medio a molestos gobiernos
y/o movimientos populares, a la par que incrementan las ganancias
del complejo militar-industrial de EE.UU. y de las demás
potencias imperiales. En ese contexto, también
se benefician las corporaciones transnacionales de seguridad, como Whackenhut
y Group Security G4S. Es decir, la guerra es buen negocio para el gran capital
y va generando peores condiciones de vida para amplias áreas de población
alrededor del mundo.
En
suma, en el reino mundial del capital monopólico transnacional y las potencias
imperialistas del centro del SCM, de supremacía del modelo capitalista monopólico
financiero, no se observan más que ganancias y buenas perspectivas, al menos en
el mediano plazo. En la otra vereda, para más de las tres cuartas partes de la
humanidad, la imposición de tal patrón de acumulación de riqueza y de forma de
vida representa una crisis constante. De allí que se haga necesario, con base
en esas siempre objetivas condiciones de explotación y desigualdad, plantearse
la construcción de las fuerzas político-sociales de los explotados y dominados
con el fin de abrir la crisis de gobernabilidad ‘desde abajo’. Y si viene una
crisis económica ‘desde arriba’, pues bienvenida será a fin de apurar el tranco
hacia la revolución.
MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA MIR
Enero 25 de 2019
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