viernes, 25 de enero de 2019

¿CRISIS DEL CAPITALISMO O LAS CRISIS QUE EL CAPITALISMO PRODUCE?


Diversos autores, ya sean de la izquierda domesticada o de la inquieta, afirman, con absoluta y estertórea convicción, que el “capitalismo está en crisis”, en su “crisis más profunda” y que esta sí que es La “crisis final”, y otras cosas por el estilo. Veamos que nos dice, que nos espeta, la cruda realidad de nuestros tiempos

Hace rato que la fortuna de los más ricos no hace sino aumentar y en 2018, para los más ricos, lo hizo a un ritmo de US$2.500 millones diarios, lo que descarta una muy supuesta “reducción de sus tasas de ganancia”. Al mismo tiempo y en lo que constituye la otra cara de ese enriquecimiento, cerca de la mitad de la humanidad vive con menos de 5,50 dólares al día (unos $3.600); es decir, una de cada tres personas en éste planeta vive en la pobreza.

En un reciente informe de Oxfam, se puede constatar un hecho dialéctico, que evidencia el carácter desigual y combinado del capitalismo: que la fortuna de los milmillonarios aumentó en un 12% en el pasado año, en tanto que los ingresos de la mitad más pobre de la población mundial, que equivale a 3.800 millones de personas, se redujo en un 11%.

Y contradictoriamente, lo anterior no va de la mano con lo que se espera sea el crecimiento económico para éste y el próximo año. Bueno, en el reino del capital, así como en el mundo de Alicia, nada es lo que parece (y eso es lo que confunde a tirios y troyanos). Así, mientras en 2019-2020 la mejora del producto será, en promedio, de 1,85% para las potencias del centro del Sistema Capitalista Mundial (SCM), ella alcanzará en dicho período un 4,7% en las formaciones de las zonas intermedia y periférica del mismo. Creemos que lo anterior viene a demostrar que el crecimiento en estos últimos componentes del sistema, músculos y pulmones de tal entramado, es absorbido por el centro imperialista. Por supuesto y como se hace necesario ‘engrasar’ los goznes del sistema, el capital monopólico transnacional deja una parte al capital monopólico-financiero local (que se le alía subordinadamente), el cual sigue fungiendo, como en sus mejores tiempos, como una lacra rentista y no interesada para nada en un pretendido desarrollo igualitario. Para los de abajo, lo que sobra.    

Si bien en algunas áreas de desarrollo más acelerado del modelo capitalista actual, el monopólico-financiero, como son las de la telefonía móvil, puede haber una ralentización –que no pérdidas- de sus ganancias, comparadas con las ingentes sumas obtenidas años atrás, es precisamente el monstruoso grado de lo que ingresaran lo que dificulta que puedan mantener tales cifras siempre al alza geométrica. 

Y el colosal proceso de concentración y centralización de capitales, la esencia del modelo, prosigue impertérrita, tanto a nivel del SCM como en cada una de las formaciones económico-sociales (FES) que la integran. De ahí que no resulte extraño (aunque algunos no tomen nota de ello) que recientemente se nos notificara que los 10 multimillonarios más poderosos del mundo sumaran una riqueza que alcanza los US$744,6 mil millones, equivalente a 38 y media veces el PIB de EE.UU. Si se hila más fino, podemos advertir que tan sólo 8 de esas personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. En verdad, el crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más tienen, y que cada vez son menos. El resto, la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente las áreas más pobres, se están quedando al margen del mayor salto económico jamás visto.

Y hablamos de salto productivo por cuanto las más grandes empresas del SCM, la mayor parte de capitales transnacionales del centro del mismo, no se pudieron quejar en 2018 de pobreza o de hallarse ad portas de una “severa crisis”. Esas 2000 megacorporaciones, que ven cotizadas sus acciones en las bolsas de 60 países, colectivamente representan 39.1 billones de dólares en ventas, 3.2 billones de dólares en ganancias, 189 billones de dólares en activos y 56.8 billones de dólares en valor de mercado. Todas las métricas han subido dos dígitos año tras año, con ganancias de hasta un impresionante ¡28%! Sin embargo, al otro lado de la brecha, podemos constatar que el crecimiento mundial del salario ha sido débil, mientras que las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, de alrededor 20% a escala mundial, siguen siendo inaceptablemente altas. La OIT concluye que el crecimiento mundial de los salarios en 2017 no solo fue menor que en 2016, sino que registró la tasa de crecimiento más baja desde 2008, situándose muy por detrás de los niveles alcanzados antes de la crisis financiera mundial de 2007-2008. El “crecimiento” mundial de los salarios en términos reales (es decir, ajustado por la inflación) disminuyó del 2,4% en 2016 a un mero 1,8% en 2017. Si no se incluye a China, cuya gran población y rápido crecimiento salarial inciden considerablemente en la media mundial, el crecimiento mundial de los salarios en términos reales cayó del 1,8% en 2016 al 1,1% en 2017. Los trabajadores de las FES de Asia y el Pacífico han visto algo de mejora en sus salarios reales entre 2006 y 2017, pero inclusive aquí el crecimiento de los salarios en 2017 fue menor que en 2016. En tanto el “crecimiento” de los salarios también disminuyó en Asia Central y Occidental, pasando del 3,0% en 2016 al 0,5% en 2017. En América Latina y el Caribe, el crecimiento de los salarios reales en 2017 se incrementó casi nada en comparación con 2016, pues se situó por debajo del 1% (compárese esto con el 28% de ganancias que obtienen algunas transnacionales).

Pero este crecimiento económico del gran capital y los sectores dominantes mundiales, a costa de los sacrificios de la mayor parte de la humanidad, no sólo afectan a la periferia del SCM. En las potencias capitalistas que constituyen el G-20, el crecimiento de los salarios reales disminuyó del 1,7% en 2015 al 0,9% en 2016, y siguió disminuyendo al 0,4% en 2017. En Europa Occidental, el crecimiento de los salarios reales disminuyó del 1,6% en 2015 al 1,3% en 2016, para seguir disminuyendo hasta alcanzar un crecimiento cercano a cero en 2017, debido al crecimiento menor de los salarios en países como Alemania y Francia, y de la disminución de los salarios reales en España e Italia. El crecimiento de los salarios reales en EE.UU. disminuyó del 2,2% en 2015 al 0,7% en 2016, valor que se mantuvo en 2017.

Algun@s catastrofistas nos aseguran que las guerras civiles y de intervención imperial que asolan al mundo actual no hacen más que evidenciar otra faz de la profunda “crisis del capitalismo”. Con todo, debiéramos responderles que si bien tales conflagraciones tienen causas de carácter estructural: la compulsión de la competencia que mueve a los capitalistas a aumentar sus tasas de ganancia, ampliar áreas de explotación laboral y de insumos industriales, a expandir sus áreas de mercantilización y a someterse a las dinámicas especulativas, la mayor parte de las veces las expediciones punitivas de las potencias centrales, así como las asonadas que logran instigar por doquier, conducen a que los modernos cruzados se hagan de importantes fuentes de recursos y materias primas; logren quitar de en medio a molestos gobiernos y/o movimientos populares, a la par que incrementan las ganancias del complejo militar-industrial de EE.UU. y de las demás potencias imperiales. En ese contexto, también se benefician las corporaciones transnacionales de seguridad, como Whackenhut y Group Security G4S. Es decir, la guerra es buen negocio para el gran capital y va generando peores condiciones de vida para amplias áreas de población alrededor del mundo.    

En suma, en el reino mundial del capital monopólico transnacional y las potencias imperialistas del centro del SCM, de supremacía del modelo capitalista monopólico financiero, no se observan más que ganancias y buenas perspectivas, al menos en el mediano plazo. En la otra vereda, para más de las tres cuartas partes de la humanidad, la imposición de tal patrón de acumulación de riqueza y de forma de vida representa una crisis constante. De allí que se haga necesario, con base en esas siempre objetivas condiciones de explotación y desigualdad, plantearse la construcción de las fuerzas político-sociales de los explotados y dominados con el fin de abrir la crisis de gobernabilidad ‘desde abajo’. Y si viene una crisis económica ‘desde arriba’, pues bienvenida será a fin de apurar el tranco hacia la revolución.


MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA   MIR

Enero 25 de 2019

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