sábado, 24 de octubre de 2020

MIR: 55 AÑOS JUNTO AL PUEBLO, HACIENDO CONCIENCIA Y LUCHANDO POR LA REVOLUCION – Parte XI


 

"A crear y fortalecer el Poder Popular, creando los Comandos Comunales de Trabajadores en todas las comunas del país, asumiendo el control y la vigilancia de la comuna y la dirección de las luchas de la clase obrera y el pueblo; a luchar por la democratización de las FFAA y Carabineros y por la vigilancia y encarcelamiento de la oficialidad reaccionaria y golpista; a impulsar de esta forma con más fuerza que nunca la lucha por sustituir el Parlamento burgués por la Asamblea del Pueblo y por imponer el establecimiento de un verdadero Gobierno de los Trabajadores”

–El MIR frente al ‘Tanquetazo’ del 29 de junio 1973

 

 

El período prerrevolucionario; de la esperanza popular a la hecatombe golpista: marzo – junio 1973

 

En las elecciones parlamentarias de 4 de marzo de 1973, la UP logró una importante votación, un 44%, la que superaba el 36,6% con el que se había hecho del gobierno en 1970, aunque ello no le permitía controlar el Parlamento. La CODE, con un 55%, si bien obtenía la mayoría, veía mermada la votación que en conjunto alcanzaran sus componentes el 70, 63,4%, y quedaba lejos de los 2/3 que anhelaba para destituir a Allende. A pesar de esta tendencia a la izquierda exhibida por el referendo, de apoyo al proceso popular de cambios, los sectores hegemónicos dentro de la UP prosiguieron su intento de establecer una alianza con la DC, buscando la conformación de un gobierno de centro que resolviera institucionalmente la crisis política y combatiendo y aislando, tanto a los sectores extremistas de derecha como de izquierda. Para esto, durante el verano, el gobierno había presentado un proyecto para limitar el Área de Propiedad Social (APS), devolviendo gran cantidad de empresas tomadas luego de octubre; otorgaba un bono y no un reajuste a los trabajador@s; y limitaba el control popular del abastecimiento (Pérez 3b). No obstante, una poderosa movilización de la clase trabajadora, atrincherada en los Cordones Industriales y los Comandos o Coordinadores Comunales (Com-Cs), impulsada por el MIR y también la izquierda de la UP, logró impedir la consumación del proyecto ‘Millas’, que limitaba el APS (“El fracaso de las medias tintas”).

 

La reacción, visto el fracaso de su ofensiva institucional con rasgos sediciosos, confluyó en una estrategia de aliento a la guerra civil y al golpismo. No obstante, Miguel Enríquez hace notar ciertas diferencias entre los conjurados, puesto que si bien los más decididos a desatar el enfrentamiento civil eran los del ‘jarpismo’:

 

Alertar al pueblo sólo frente a esta táctica patronal puede desarmarlo, pues existe otro sector reaccionario, al que llamamos "freísta", que estando de acuerdo en desalojar a la UP del gobierno, se propone una táctica, que por sofisticada no es menos reaccionaria, que le permita evitar la guerra civil como tal y desplomar al gobierno a través de paros, ojalá de origen "laboral", que dividan a la clase obrera, "escalonados", que impidan la toma de conciencia del pueblo de la agresión patronal; la creación de conflictos institucionales entre el Parlamento y el Ejecutivo, que origine una dualidad institucional y desde allí emplazar y después desalojar al Gobierno; así intentan evitarse el quiebre de las FF.AA., ganándose a la oficialidad constitucionalista. (Miguel, Para enfrentar la guerra civil)

 

Y agregaba el líder del MIR, “Sostenemos que la tarea fundamental es acumular la fuerza de masas necesaria, sea para impedir la guerra civil, o para ganarla si ella se desata por decisión reaccionaria”.

 

En el marco del rearme de la entente CODE-empresariado-intereses imperialistas, no resulta raro que la DC pase a ser liderada por Patricio Aylwin, cabecilla de su sector más duro, el ‘freísmo’; es decir, aquellos decididos a detener el "avance del marxismo" a través de todas las vías, incluidas la subversión civil y la intervención militar. Desde abril, la reacción desata una nueva ofensiva, alentando la huelga de los mineros de El Teniente, su marcha a Santiago e intensificando la sedición abierta y los llamados a la insubordinación militar. Entre sus éxitos tácticos figuraban el haber logrado sumar a su ofensiva publicitaria a ciertos sectores de la alta jerarquía eclesiástica y altos oficiales reaccionarios de las FFAA en servicio activo (Pérez, 3c).

 

Frente a ello, el MIR convoca a la izquierda y al Movimiento Popular (MP) a enfrentar la ofensiva reaccionaria desplegando una contraofensiva revolucionaria, apoyada en la movilización directa de los sectores populares para debilitar las bases del poder burgués, organizar y defender el Poder Popular (PP) y ganar a los sectores democráticos de las FFAA. En palabras de Víctor Toro o Melinka, un histórico dirigente del MIR, “La tarea de la clase obrera es destruir el Estado capitalista y para ello debe desarrollar el poder popular, que progresivamente deberá enfrentar al poder de los patrones. Estos organismos del pueblo deben ser independientes del gobierno” (“Poder Popular: Unión y lucha del Pueblo”). En esos meses se intensifican las alianzas y el trabajo conjunto con los sectores izquierdistas de la UP en los diversos frentes y regiones. 

 

En ese escenario, el encargado del partido para el trabajo hacia las FFAA-Orden, Andrés Pascal, Pituto, organizó una reunión de Miguel, Carlos Altamirano (secretario general del PS) y Oscar Guillermo Garretón (SG del MAPU) con una delegación de suboficiales y marineros democráticos (A. Pascal, Apuntes para una historia del MIR…). Estos se habían organizado en oposición a los oficiales golpistas de la Armada. Confirmaron lo que el MIR y sectores de la UP ya sabían: “la activación sediciosa de la oficialidad golpista era creciente en todas las instituciones armadas, pero también había oficiales y, sobre todo, suboficiales, clases y soldados que se oponían al golpismo y simpatizaban con el gobierno popular”. Esto último le era cercano al partido, pues desde el año 69 se venía produciendo una creciente vinculación con uniformados progresistas. Muchos se incorporaron como militantes al MIR y lucharon luego contra la dictadura, algunos entregando generosamente sus vidas, como el teniente de Ejército Mario Melo Pradenas (de cuya ejemplar consecuencia habláramos anteriormente); Carlos Díaz Cáceres, suboficial de la Marina; Enrique Reyes Manríquez, cabo 1º FACH, etc. La mayoría de los uniformados antigolpistas con los cuales hubo vinculación no eran miristas. Pituto recuerda al coronel Ominami, de la FACH, a cargo del arsenal en la Base Aérea de El Bosque, quien quería alertar de cómo estaban operando altos oficiales golpistas en su arma, reemplazando a oficiales democráticos del mando de unidades claves, extendiendo la sedición, mientras aquellos que se oponían al golpe no recibían apoyo gubernamental; también a un gran socialista, el general Alberto Bachelet, que -junto con otros oficiales de la FACH que simpatizaban con Allende- reclamaba una política más ofensiva de éste contra la oficialidad sediciosa y coordinar a los uniformados democráticos con las organizaciones populares para que, ante un peligro de golpe, ellos pudieran dotarlas de armas de las FFAA. Varios de aquellos mandos, dispuestos a defender al gobierno constitucional, insistentemente solicitaron al presidente una entrevista. Allende nunca les concedió esta posibilidad, pues su política siempre fue no pasar por sobre los altos mandos y no intervenir dentro de las instituciones armadas. 

 

A pesar del pesimismo histórico, avivado sobre todo por sectores reformistas, acerca que no cabía otra posibilidad que esa prescindencia respecto de lo que acaecía dentro de las FFAA-Orden, lo cierto es que diferente hubiera sido para el curso de la historia el que Allende y la UP hubiesen apoyado a sus mandos y sectores constitucionalistas, brindándoles herramientas para lograr detener el golpismo o siquiera generar una brecha en sus impulsores. Prats, Bachelet y los demás uniformados democráticos hubieran contado así con un firme respaldo oficial, lo que igualmente hubiera concitado la participación activa de vastos sectores populares (lo que incluso se avenía con la Ley de Defensa Civil, de 1945). Era ésta la disposición que habría contribuido a crear un potente dique contra el golpismo y no una fútil neutralidad.

 

Por su parte, el MIR, consciente de la inevitabilidad del enfrentamiento armado como forma de resolver la aguda confrontación clasista y la crisis de poder abierta por el período prerrevolucionario, se planteó desde temprano dos objetivos dialécticamente relacionados: 1) la construcción de la FSR, capaz de crear una nueva situación política y -a partir de ello- instituir una nueva legalidad, como único camino para resolver el problema del poder. De esta manera, la consigna de “Crear Poder Popular” adquirió una dimensión estratégica, en cuanto cristalizaba una manifestación política paralela al Estado burgués, asentada en las organizaciones y sectores autonomizados de las fuerzas sociales motrices (Goicovich, I.; El desarrollo del movimiento popular y…); y 2) para enfrentar con éxito el ineludible enfrentamiento armado, el partido –como dijésemos anteriormente- planteaba el despliegue de la estrategia de “Guerra Revolucionaria Irregular y Prolongada” y para lograrlo requería de la pronta conformación del sujeto capaz de llevarla a cabo; la FSR, desarrollando a la par los esfuerzos para conformar la fuerza militar propia, sobre la base de núcleos orgánicos especializados; plasmando la política de “masa armada” (en el seno de los frentes y embriones de PP); y penetrando en el aparato militar del Estado. Y el MIR no las tenía todas consigo, pues para la consecución de ambos aspectos debía ganar la conducción del MP, siendo indispensable para ello acrecentarse en los frentes sociales e incentivar las formas rupturistas de lucha; contribuir a levantar una institucionalidad paralela, en base a la construcción de embriones de PP; “imponerle a los sectores más vacilantes y reformistas del Gobierno una contraofensiva popular y revolucionaria”, aunque aprovechando sus iniciativas, sacándolas de su marco burocrático e institucional; y radicalizar las posiciones revolucionarias al interior de los partidos y militantes de la UP (Pérez, 3d).

 

A fines del 72, se constituyó un grupo conspirativo de 15 generales, cinco por cada rama (Pituto, ídem). En mayo de 1973, habían decidido dar el golpe en junio, para lo cual contaban con la I, II y IV Divisiones del Ejército y sectores de las otras ramas y Carabineros. En la III División, correspondiente a la capital, todavía los oficiales constitucionalistas eran fuertes. El complot fue detectado por el SIM, que alertó a Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército, procediendo éste a ordenar la detención de varios oficiales el 25 y 26 de junio. Ello produjo el repliegue de los conspiradores, pero el 29 de junio, el comandante Souper sublevó al Regimiento Blindado Nº 2, dirigiéndose hacia el centro con una columna de tanques y carros blindados; era el “Tanquetazo”. Con el apoyo de civiles armados de Patria y Libertad, procedieron a atacar La Moneda y el Ministerio de Defensa, donde liberaron a los oficiales detenidos. Mientras desde palacio respondían el fuego, Prats movilizó las unidades leales y cercó a los sublevados, conminándoles a rendirse. Todos lo hicieron, salvo los ocupantes de un tanque, los que huyeron a bordo del mismo. Dicha sublevación indujo una gran deliberación de los oficiales golpistas, que en algunas unidades intentaron apoyar a los sublevados. Esto se frustró por la negativa de los antigolpistas, en especial de los suboficiales y tropa. Pero la situación seguía muy tensa, pues tardó en saberse cómo reaccionarían las unidades en otras Divisiones, y si se sumarían parte de las otras ramas de las FFAA.

 

La CP del MIR se concentró en una casa prevista para tal efecto, al igual que el resto de las direcciones intermedias y unidades partidarias lo hicieron en sus respectivos lugares de acuartelamiento. Miguel se comunicó con el general Prats, manifestándole que si lo requería podía contar con el MIR en la lucha contra los golpistas y le comentó que había visto un tanque alejarse del centro de la ciudad. Prats, enojado porque ese blindado se había escapado, le dijo que si lo ubicaba lo detuviera. Miguel orientó a una unidad de la Fuerza Central para que saliera a enfrentar al blindado, lo cual no se logró por lo lento que era poner en pie de combate a unidades compartimentadas, con deficientes medios de comunicación, cuyos miembros vivían y trabajaban en distintos lugares, y cuyas armas debía recibirlas de una unidad de logística que estaba a cargo de un depósito secreto. Igualmente lento fue poner en funcionamiento la red clandestina que coordinaba a los miembros de las FFAA, los cuales habían sido acuartelados en sus unidades militares, lo que dificultaba el contacto. Se evidenciaban las limitaciones tácticas que tenía la estrategia híbrida partidaria de construcción de fuerza militar. 

 

La respuesta popular al llamado del presidente Allende a movilizarse contra el intento golpista de junio, ocupando los centros de trabajo y advirtiendo que si era necesario armaría al pueblo, fue extraordinaria. Cientos de fábricas, escuelas, campos, oficinas públicas, otras entidades, fueron ocupados a través del país, manifestándose un resuelto ánimo combativo. Interminables columnas de trabajadores, pobladores, estudiantes, confluyeron frente al palacio de La Moneda, donde la multitud pedía castigo a los golpistas. Los miristas integrantes de las FFAA informaban al partido que los oficiales golpistas estaban en repliegue, que el ánimo de los uniformados antigolpistas era combativo y reclamaban pasar a la ofensiva para golpear a los sediciosos.

 

Esa tarde, según el Pituto, la Dirección del MIR analizó el momento y acordó que no era el momento de tomar por su cuenta la iniciativa; es decir, entregar armas a las organizaciones milicianas con la participación de grupos de uniformados organizados, ocupando luego las unidades militares que fuera posible, y procediendo a detener a los mandos golpistas. Para que resultara, había que actuar de inmediato, esa misma noche, aprovechando el desconcierto de la reacción. La razonable preocupación de Miguel era que, si el MIR daba el paso, había un grave riesgo de que el gobierno y el alto mando nos reprimiera, la izquierda de la UP no nos apoyara, y quedáramos políticamente aislados. No se contaba con tiempo para consultar a los sectores afines de la izquierda. Y si bien nunca el MP había alcanzado tan alto nivel de combatividad y estábamos seguros que la respuesta de los sectores populares más radicalizados sería entusiasta, tampoco podíamos cerrar los ojos al hecho de que Allende y los sectores reformistas mantenían un fuerte liderazgo sobre los amplias masas y podían neutralizar, o incluso poner en contra nuestra, a los sectores menos radicalizados. Sólo se acordó dar a conocer una declaración de apoyo a una contraofensiva popular lo más extensa posible, buscando sobrepasar la legalidad que atenazaba al MP y revolucionario (Pérez 3e). En la duda, preferimos esperar. Es imposible saberlo, pero tal vez con esa decisión se perdió irremediablemente la iniciativa estratégica revolucionaria. 

 

 

Movimiento de Izquierda Revolucionaria

MIR

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