RAMIRO ha enviado ésta carta desde
la cárcel de alta seguridad referida a los últimos acontecimientos que remecen
a nuestro país:
La sorpresa y el asombro me roban
las palabras, las empequeñecen las potentes imágenes de la protesta social,
imágenes que despiertan diversas emociones y también reminiscencias de otras
rebeldías y luchas, pero de un mismo sueño de justicia social.
Desde este minúsculo rincón, sólo
puedo ser espectador, no por opción sino por sentencia, y además, sonrío sí es
que intento comprender la nueva realidad que ustedes han instalado con tanta
convicción, donde la rabia ha reemplazado los miedos y ese vendaval de demandas
sociales y políticas ha descolocado totalmente a las élites.
Veo que éstas se apresuran a
abrir sus billeteras para acallar el grito ensordecedor que exige no más abuso;
o sea, respeto a su dignidad. Sin embargo, las élites tan distantes de la calle
y demasiado apegadas a su riqueza material, no entienden todavía que, si bien
la mejora material en la vida del pueblo es necesaria y urgente, la dignidad de
las personas es más importante. Es conmovedor y gratificante observar las
calles de nuestro país tomadas con alegría y determinación, más aún frente a la
represión hambrienta de mutilar o acaso de matar, sobre todo a esa juventud
combatiente que dijo basta. El pueblo en la calle ha asumido su soberanía y se
multiplican las asambleas para encontrarse, compartir, dialogar y definir qué
país queremos.
Ustedes han aquilatado su poder
rápidamente, el poder del pueblo movilizado, "ha llegado la hora del
cabildo y no se ha de escuchar más que su voz”.
Veo el desconcierto y el temor de
las élites ante éste nuevo escenario, un día desbordan “humildad”, otro
“empatía”, y a diario consultan a sus intelectuales orgánicos para que
descifren el panorama, pero, todo en vano hasta hoy, solo palos de ciego. Una
vez más la realidad continúa teniendo más imaginación que los hombres.
En los últimos días se ha
instalado el discurso del empate por parte de un sector de la clase
política…“todos somos responsables”, “no hay izquierda ni derecha”, “todos
queremos lo mismo”, democracia, igualdad, etc.…
Luego que el mantra inicial de la
criminalización de la protesta social fracasó, el discurso de los
“violentistas”, “vándalos” y “delincuentes”’ (no nos recuerda aquel tirano?)
dio paso al discurso de “la legítima manifestación pacífica”… Éste travestismo
retórico intenta salvar algo de credibilidad, pero todos sabemos muy bien qué
sectores políticos han sido y son más afines y defensores a ultranza del actual
modelo neoliberal. Modelo que reproduce la desigualdad y que está protegido por
la Constitución (Pinochet-UDI-Concertación) para impedir su cambio.
La sabiduría del pueblo
ejerciendo su soberanía con los cabildos desplegados en todo el país, se
manifiesta cuando se multiplican sus voces que señalan como prioritario y
fundamental generar una nueva Constitución. El futuro ya no está cerrado, lo
abrieron los estudiantes secundarios con su audacia y creatividad. Gracias por
darnos esta esperanza y comenzar a elevar la dignidad de Chile. Ese futuro lo
continúa ensanchando el pueblo participando en los diálogos y debates colectivos
y fraternos, en las marchas, pero, también y por sobre todo, los muertos, los
heridos, los torturados y los detenidos que abonan la seriedad de este caminar.
¡Abrazos, y estamos juntos!
Ramiro,
Prisión Política (Stgo. 28 oct.
2019)
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