Carta para Oscar Castro:
Es difícil transmitir la
emoción que siento en el momento que escribo estas letras. Una energía me
invade todo el cuerpo, consecuencia de la grandeza de tu familia y a la vez, el
ensañamiento sin límites de la represión dictatorial.
Una y otra vez, se vienen a
mi pensamiento, las vivencias compartidas contigo, Marieta Castro y John Mac
Leod en la casa de tus padres en la calle Inglaterra, cuando decidieron
protegerme por varios meses. Me dieron el techo y el cariño, que me permitieron
formar parte de los militantes del MIR que buscábamos darle continuidad a la
lucha de resistencia contra la dictadura.
No puedo dejar de recordar
la alegría de Uds tres, cuando llegaba en las tardes después de mis actividades
organización del MIR y la resistencia. No puedo olvidar a tú querida madre
Julieta que inocente de la protección que Uds me brindaban, visitaba la casa
periódicamente sin saber que yo era un dirigente buscado por los servicios de
inteligencia.
Junto a tú partida, la pena
por la desaparición de tú madre y John, aumenta e invade mi pensamiento.
Recuerdo cuando tuve que dejar la casa de Uds, ante la posibilidad que la casa
fuera allanada por la relación del grupo Aleph con un detenido del MIR. Y así
sucedió. La DINA esperaba que yo volviera a la casa, y teniendo a John como rehén,
me esperaban. Unos días después de dejar la casa, llamé por teléfono, John me
dice que estaban mal estando con los agentes de la DINA a su lado. Así me
avisaba que estaban detenidos. Su aviso me salvó la vida, pero a él le costó su
desaparición hasta el día de hoy.
John que era el menos de
"izquierda" de todos Uds, me recibía todas las tardes con atenciones
y el apoyo incondicional a nuestras actividades de resistencia y de
reorganización del partido. No olvido que cuando llegaba agotado y tensionado
después de realizar 6 a 8 contactos con otros compañeros del MIR y lleno de
barretines con microfilms que utilizábamos para nuestras comunicaciones, ahí
estaba él cada tarde esperádome y ayudándome a que me relajara, con buena
música y compartiendo con Uds tres, una comida, que a veces acompañábamos con
un trago.
Cuando dejé la casa de Uds
ante la posibilidad que la misma fuera allanada, se me quedó un microfilms en
el maquillaje de Marieta. Ese olvido, tuvo consecuencias en la detención y posterior
desaparición de tu querida e inocente madre.
Cuando volvimos a
encontrarnos en Stgo para la filmación de tú película autobiográfica "Flor
de Canela", te señalé mi responsabilidad en los hechos acontecidos con
Julieta. En el dialogo que tenemos en la película, me cuentas que Julieta iba
ser liberada, porque los agentes de la DINA habían llegado al convencimiento
que no tenía ninguna relación con las actividades del MIR. Me dices en la
película, que al momento que la iban a dejar en libertad, ella dijo que no se
iba de ahí, si no le devolvían sus joyas. Por ese acto de dignidad, la hicieron
desaparecer. Es cierto Oscar, que yo no soy responsable de la desaparición de
tú madre, los responsables son los asesinos de la DINA. Pero nuevamente ahora
que has partido, quiero pedirte disculpas por ese olvido. Tú dolor en vida por
su desaparecimiento, es también mi propio dolor por esta madre inocente, dolor
que me seguirá acompañando hasta que me toque mi propia hora de partir.
Hasta siempre gran Oscar por
la vida y el "entusiasmo por el teatro" como te autodefiniste.
Hasta que los trabajadores y
los pueblos se liberen como tú fuiste libre, "haciendo lo que quieran y les
guste"
Hernán Aguiló.
Es la historia de muchos ayudistas que dejaron su vida por entregar toda la solidaridad que tenían sin guardarse nada!!!!
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