domingo, 25 de julio de 2021

RESPUESTA AL ARTÍCULO "EL EXISTISMO ELECTORAL EN EL ACTUAL ESCENARIO ELECTORAL"


 

Frente a: “El Exitismo Electoral en el Actual Escenario Electoral”

 

Primeramente, no cabe sino concordar con el hecho que el/la chileno/a medio/a se ve pleno/a de expectativas positivas cuando las cuestiones parecen ir por la senda esperada (aunque, digámoslo, ello no es más que una característica universal del ser humano). ¿Y no constatamos esto en la generalizada confianza que inicialmente se asignaba al desempeño que tendría la selección nacional de futbol en la Copa América en curso, augurándole todas las posibilidades de pasar a la fase final, basándose en el buen cometido de las grandes figuras de la ‘generación dorada’? Sin embargo, todo se fue al tacho, tanto por la serie de empates y la derrota frente a Paraguay como al saberse que el siguiente rival sería la Verde-amarela. Y claro, nadie se paró a pensar que no es lo mismo una estrella futbolera considerada aisladamente (lo mismo que un DT, por muchos pergaminos que tenga) que un equipo, una escuadra, de colegas que persiguen una meta común.

 

Pudiera parecer que lo anteriormente expuesto no tiene relación con lo señalado por Fernando Fuentes, autor del trabajo que analizamos, pero permítasenos aclarar lo que sigue. No creemos que pueda ser comparable la algarabía de los/as chilenos/as cuando triunfa la “roja” con aquella que se suscitó luego de conocerse los resultados de las últimas votaciones (¿cuántas celebraciones conmovieron las ‘Plazas de la Dignidad’ a través del país cuando el Servel anunció lo que era evidente: que los reformismos pequeñoburgués y tradicional, junto con el neoreformismo, tienen mucho más peso relativo que la derecha en la arena de la política?). En realidad, la felicidad sólo se produjo en los limitadísimos sectores políticos y sociales adscritos a la autodenominada “oposición”, mientras que el grueso de la población demostró, por enésima vez, su evidente despecho por un régimen político que sólo tiene apariencia de democracia (por lo tanto, “¿para qué ir a votar?”), así como por las figuras que intentan mantener y cuando mucho azucarar el sistema heredado de la dictadura (en votación para Gobernadores Regionales, en las comunas populares no sufragó más del 15%, en tanto que un 45% lo hacía en las ABC1).  

 

Es en ese cuadro que a la izquierda consecuente y rupturistamente anticapitalista no debiera preocuparle si algo se ganó o perdió en relación con unos pocos votos depositados en las urnas. No obstante, no podemos cegarnos y pensar que el alto grado de abstencionismo electoral, junto con el creciente rechazo de la ciudadanía a los integrantes del estrato político-civil y las instituciones estatales, implique que la mayoría nacional se siente identificada con sus políticas y objetivos, máxime si consideramos que esa izquierda se encuentra más en el ámbito de las posibilidades de constituirse que en el de la unidad concreta. Al menos y sirva de consuelo, tampoco la derecha, los grupos mantenedores del sistema de dominación y cierta izquierda vacilante las tienen todas consigo. 

 

Ni siquiera es urgente si renuncia Piñera o si gana uno u otro politicastro (en efecto, quien asuma el ejecutivo seguirá, “gobernando dentro de las reglas impuestas por el actual modelo de dominación”). Lo realmente perentorio y decisivo, estamos convencidos, es la conformación de la organización política de las/los anticapitalistas decididas/os, la cual, aunque sea pequeña y no merezca más que las críticas de los reformistas y neoreformistas, de quienes creen que el fin de la lucha popular es sólo ensanchar al máximo el bienestar social (y no la emancipación de toda forma de opresión y explotación), tenga la capacidad de dotarse del mapa y de todos los elementos necesarios para echarse a andar por un escarpado y áspero terreno; de hacer suyas las aspiraciones y las demandas de las/os explotadas/os y excluidas/os y de plasmarlas en el Pliego de los Pueblos y las/os Trabajadores de Chile; de enarbolar las banderas de la liberación plurinacional y social, latinoamericanista, anticapitalista y antiimperialista; construida al interior de las fuerzas, frentes y territorios populares y al calor de sus luchas. No negamos que son todas tareas y esfuerzos titánicos, pero, ¿cuándo no ha sido así para quienes aspiran al cambio radical de un ordenamiento asentado en el antagonismo de clases?             

 

Nos asiste el convencimiento que sí la izquierda consecuentemente anticapitalista no llega prontamente a contar con un mínimo nivel organizativo, unitario, política e ideológicamente sólido, asentado en el movimiento popular y que contribuya a la construcción del contrapoder de las/os explotadas/os y marginadas/os de Chile, no será posible dar continuidad política y organizativa a las luchas del campo popular que nacional y esporádicamente sacuden nuestra formación, y que una y otra vez sólo han venido sirviendo de pasto para que ciertos ‘dirigentes’ pasen a ocupar lugares destacados en los salones del Congreso y en las oficinas gubernamentales. No cabe dudas que si esa izquierda no logra mínimos niveles organizativos y de intervención práctica, sólo persistirá su frustración y la de amplios contingentes populares frente a los magros resultados obtenidos luego de las mentadas convulsiones del cuerpo social nacional, a la par que de nada valdrán todos esos sesudos y valientes análisis y diagnósticos sobre la ‘realidad concreta’, tan gratos a ciertos diletantes de la causa proletaria.

 

Y no se diga que no existe sustrato orgánico para avanzar en la tarea de levantar un referente del tenor indicado. Existen hoy, a lo largo y ancho del país, innumerables Asambleas Populares, sociales y/o territoriales; Ollas Comunes y Comprando Juntos; Coordinadoras por demandas sectoriales y transversales; Sindicatos y Asociaciones laborales democráticamente independientes; Organizaciones de Defensa de los territorios físicos y culturales; muchas y esforzadas organizaciones estudiantiles, secundarias y universitarias; orgánicas político-sociales que resisten y van al choque contra la represión en cada oportunidad que lo amerite; etc.         

 

Ahora bien, puestos a conversar sobre lo anotado por Fuentes, no estaríamos tan optimistas como él acerca del probable desempeño electorero de Jadue. Lo más seguro, según diversas fuentes dignas de crédito, es que en las presidenciales se dé un cuadro similar a lo acaecido con la elección del DC Orrego como Gobernador de la Región Metropolitana; es decir, un final a dos bandas entre las dos fuerzas principales de la “oposición”, la cual es dirimida por la derecha y en que, en última instancia, la balanza se inclina a favor de los sectores pro-sistema.    

 

Sobre los seguidores de la Lista del Pueblo, nos asalta una duda diferente a la del autor del texto: en lo porvenir, ¿serán capaces de seguir promoviendo y participando de la movilización popular más ofensiva o su dirigencia, apoltronada en los mullidos sillones del poder, les ordenarán dejar las calles y conformarse con ser rebaño electoral y/o claque que sirva de amenaza para ganar más espacios oficiales? Ya se sabe, las elecciones no son sino la renovación de las partes constitutivas de la estructura formal del Estado de clase, y no pasan de ser un mecanismo de autoconservación de la clase dominante en el poder por un método más refinado y sutil que la simple coerción.

       

Sobre el quehacer del PCCH, no cabe sino concordar con las afirmaciones del compañero Fuentes. Eso sí, permítasenos agregar que la ex autoproclamada “vanguardia del proletariado” no deja de mostrarse cómoda junto a los sectores representados por el FA, espacio donde juega un poco a recuperar su rol reformista clásico, el que se desdibujara tras su pasó por el gobierno y su adscripción a la exNM.   

 

Se hace necesario, asimismo, que precisemos que el exintegrante de la CP del MIR, Humberto Sotomayor, no fue condenado a muerte por la organización tras huir y dejar sin asistencia táctica y médica a Miguel y su compañera embarazada, aquel ominoso 5 de octubre de 1974. Así, en El Rebelde Nº 102, de diciembre de ese año, la CP comunicaba públicamente que Sotomayor: “(…) ha sido expulsado del MIR, (…) por los cargos de deserción, cobardía y traición”, agregando más abajo que, “El MIR, es riguroso en la vigilancia del cumplimiento de las reglas partidarias y en la sanción de las faltas cometidas por sus miembros. Doblemente riguroso es en la sanción de los dirigentes. Añadía la CP: “El asilo es una forma de deserción (Tonio se asilaba luego de huir). Y finalizaba su declaración la raleada y heroica CP: “Actitudes como las Humberto Sotomayor no empañarán jamás el ejemplo de nuestro Secretario General, compañero Miguel Enríquez, ni debilitarán la decisión irrevocable de nuestro partido de luchar hasta derrocar a la dictadura gorila, de combatir hasta la victoria o la muerte”.

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